viernes, 13 de enero de 2012

Regreso a casa 2. 56 (116) Ferrol-Ferrol

Regreso a casa 2. 56 (116)
25 de julio de 2007, miércoles. Ferrol-San Xurxo (en bus)-San Xurxo-Covas-Ponzos-Covas (a pie) -Covas-Ferrol (en bus).

Me despierto a las 7:30h y alargo hasta las 8:20h. ¡Qué bien se está en la camita! Me ducho y lavo calzoncillo y camiseta y lo secaré por el camino. Son las 9:30h y bajo a desayunar. Como un caracol (no especialmente sabroso) y el consabido descafeinado con leche (2,50€). El hombre de la barra me hace un pequeño esquema para poder llegar a las playas que busco, que es el objeto de estar en Ferrol y que viene derivado de que cuando me encontré con Bosco, en la playa de Valdoviño, el pasado año y me orientó hacia el Camino Inglés me las perdí y, después, en playa Insua, la chica que me recomendó para dormir los Castros de Baroña, para comer la empanada de milho de berberechos en Noya y subir a las cubiertas de la Catedral de Santiago, también me dijo que me había perdido las playas más bonitas de Galicia. Ahora, ya en tiempo extra, aprovecho para recuperarlas.

Zozobra para lograr el medio de transporte público idóneo
Hecha ya la explicación, el del bar me dice cómo llegar a la estación de autobuses, que está próxima a la estación de Renfe y Feve. Cuando llego, me dicen que los autobuses para Doniños, salen de Correos y, en Correos, que vienen del puerto y que paran en la misma calle del Zahara-2. ¡Tanta vuelta para parar casi en el mismo sitio del inicio! He pagado en el bar con monedas y ahora voy a tener problemas, como ayer Rubén, para pagar el bus con 50€. La historia se repite. ¿”Por qué será que una experiencia, en la que he participado activamente, me sirve para otra similar y tan próxima en el tiempo?”, pienso.





Me acerco al Zahara y explico al del bar, pero tampoco me puede cambiar el billete y tampoco los clientes que están en el bar. Se me enciende la bombilla y voy a comprar comida preparada que, aunque cara (5,40€ por una porción de ensaladilla rusa) ha sido un acierto y pan (0,35€), me resuelve el problema de los cambios. Los cambios me han resuelto el problema de la comida; así me puedo quedar a comer en la playa. Ahora, con cambios y comida, voy a un nuevo lugar que otro conductor de otra compañía me ha indicado y así me entero que el primero que va a Covas es a las 10:30h y está para salir pero, como quiero ir primero a Doniños, será una hora más tarde. Si lo hubiera analizado mejor, el de Covas me habría venido mejor. Como se verá.

Penúltimo dibujo
Como tengo tiempo, bajo la calle, meo y me pongo a dibujar desde una estatua, que hace de rotonda, una pequeña Torre con reloj (será porque la Torre del Reloj de A Guarda ¿no tuve tiempo de dibujarla? Y habría sido buen colofón del viaje). Un dibujo necesariamente mínimo, pues el siguiente bus no lo puedo perder. Esta torre se me tambalea un poco; muy acorde con mi situación de caminante, ahora semi viajero que ya utiliza vehículos públicos. He sacado fotos de la iglesia-¿catedral?

En autobús hacia las playas nudistas
Cuando se va acercando la hora del paso del autobús, doy por finalizado el dibujo y me voy a la parada. Llega el bus (1,20€). Otro chico ha montado conmigo pero no deja de hablar por el móvil. Pregunto al chofer por Valdoviños y me da otro horario y me dice que es a las 12:30h y que se coge en Correos. Decido seguir a Doniños y cojo billete hasta la playa de San Xurxo (este verano de 2011 conoceré a Xurxo en Mallorca) y tras verla, pretendo volver en el mismo bus a Doniños, pero este plan se desmorona nada más nacer. Llego a San Xurxo, tras pasar el bus por encima de Doniños, que me limitaré a verla desde arriba. Aunque es playa muy abierta, no tiene mala pinta y parece que dispone de dos zonas. A esta hora, parece que hay poca gente. El bus ha tardado más de media hora en llegar a San Xurxo y para coger el de regreso y llegar al de Valdoviños, no me va a dar tiempo. Decido empezar a andar en San Xurxo hacia Ponzos, que es la más nudista oficial del lugar. Después de tanta zozobra, con tantas dudas, tomar esta decisión me da tranquilidad. El del móvil sigue hablando con los amigos y no me atenderá hasta el final.

Con Luis pasando por San Xurxo
Ya bajados del autobús él se queda por allí y yo me voy con Luis Santamarina, que acaba de llegar a la playa de San Xurxo con su mujer. A él le gusta caminar y a ella estar tumbada, así que, una vez instalados, me voy con él a pasear. Me orientará magníficamente. San Xurxo es una playa tranquila en más de media circunferencia, ya que las tres playitas que quedan al fondo (¿al norte?) tienen tres nombres diferentes. Tiene una zona de dunas que, muy probablemente, se use para practicar nudismo, pero la playa es muy urbana, con mucho paseante de orilla, y no demasiada gente. Me gusta. Luis, me dice, “antes iba a Doniños pero, desde que hicieron la carretera, va mucha más gente y San Xurxo está mejor y es más tranquila”. Se ha dado crema protectora para acompañarme por la orilla. Me recomienda la zona nudista de Ponzos a la que puedo llegar por carretera, desviándome por unos apartamentos horrorosos de más altura, que contrastan con las casas de dos alturas de la zona; que luego coja un camino que él conoció sin asfaltar. Le hablo de mi viaje y él de las intenciones que tiene de iniciar un camino a Santiago en Saint Jean-Pied-de Port. Le recomiendo que lo inicie en Sait Palais, como yo, pasando por la confluencia de caminos, la estela de Gibraltar. Me despido de Luis y le agradezco su información.  Al otro lado, dos socorristas juegan a pala: “¡cómo vigilais a los ahogados!”, les digo. No responden con humor. Al llegar al camping, saco foto general de San Xurxo.

Me desvío y cojo carretera estrecha entre villas y pregunto a un chico que me orienta bien, pero me precipito y salgo a un camino que desaparece y me lleva a caballerizas. Él me había dicho que cambiara en la rasante. Por ese error salgo a Santa Comba.


Un hombre se está poniendo el calzoncillo tras la puerta de su coche y me dice: “cualquiera de las dos playas es buena”. Me dice que tengo que volver a subir. Ya que estoy allí, voy a la orilla con intención de darme un baño, pues hay poca gente, pero decido llegar al final de la playa y allí saco una foto del conjunto. Santa Comba es una de las playas con arena más fina que he conocido. Me ha gustado mucho.



Buscada playa nudista de Ponzos
A continuación hay otra pequeña playa que, con la subida de la marea se está quedando en la mínima expresión (sin arena). Y ya me meto en la zona de aparcamiento de coches para Ponzos ¡Está hasta los topes! Veo FSS y no se me ocurre nada.


La primera visión de Ponzos, me agrada. Es una playa en que, la primera parte es para textiles y la segunda para nudistas, pero por la orilla hay trasiego y rebasamiento. No parece preocupar la mixtura a la gente. Empiezo a ver los primeros desnudos, una mujer gruesa desnuda pasea por la orilla.

A media playa, me desnudo y doy el primer baño del día; no lo hacía desde ayer en Moledo. Me voy secando hasta el final de la playa. No hay mucha gente y la mayoría estamos desnudos.

Paseando con Andrés
Tras darme un segundo baño y pasear por la orilla, me cruzo varias veces con Andrés y, a la tercera, lo abordo y le pregunto si prefiere pasear solo o acompañado. Me dice que siempre pasea solo porque a su mujer, de Bilbao, no le gusta pasear. Ahora la está esperando, pero podemos caminar hablando  hasta que ella llegue. Con todas estas explicaciones ya estamos caminando juntos y seguimos hasta la señal de playa nudista, que será el referente para darnos la vuelta en nuestro caminar. Daremos varias vueltas. Su queja primera es que él respeta el espacio textil, pero los textiles no. Yo le digo que cada uno tiene su momento, que yo no fui nudista hasta los 35 años, que muchos sienten envidia pero no se atreven, el peso de la cultura les reprime y, nosotros, con nuestro ejemplo de naturalidad, somos incitadores. Le digo lo que pasa en la Zurriola, urbana y somos cuatro gatos los que nos desnudamos; le cuento la historia con Miguel y la intervención de la policía, como en Oslo, en país tan “liberal” y mi intención de ir a Valdoviños, por si tenía ocasión de ver a Bosco. Me dice que Valdoviños está más al norte y que hay caminos para llegar, pero que está muy lejos. Estoy muy bien en Ponzos, así que me quedaré aquí. Andrés cojea algo, pues se le van cargando las rodillas. Tiene que andar, pero no le conviene forzar porque le fallan; el trabajo tan sedentario que tiene le obliga a hacerlo, su gusto y su tendencia a engordar mandan. Llega su mujer, la bilbaina, no me la presenta, nos despedimos y ellos se van a su zona, no demasiado alejada de la zona de desprendimientos de piedras.

Mi último dibujo de este viaje
Yo me voy a la mía, más central, más a la orilla, tras acompañarles. Hablo con otros y dibujo. Será el último dibujo del año; hasta enero de 2008 no volveré a coger el Moleskine en Matalascañas, mi primer viaje con el Imserso. Un chico se interesa por mis dibujos, los ve, le gustan y nos damos un baño juntos y nos despedimos; él también suele ir a Insua. Vuelvo a mi sitio, termino el dibujo, me doy el último baño, me visto y me voy hacia la rampa de salida.

Doro y Nano
Allí están Doro, con la funda de un alfanje y Nano con el alfanje de plástico. Hablo con Doro y le digo que han hecho muy bien en repartirse la espada y la funda; así pueden jugar los dos con un sólo juguete. Doro repite al amigo lo que le he dicho. No se cree que vengo andando desde Andalucía y yo me planteo cómo se lo hago creer. Le enseño mi diario, le enseño mis dibujos; ninguno son una prueba fehaciente de mi viaje y, cuando estoy en ello, aparece una niña y un padre protector que, me supongo, viene mosqueado porque estoy hablando con los niños. Les estaba diciendo que cuando ha atacado Nano, Doro tenía que haberse hecho el muerto. Me despido de los cuatro y sigo mi camino. Esta llegada del padre protector, también se producirá, aunque con niñas algo mayores, llegando a Tarifa en 2008, como se verá  (con foto) y os contaré.

Una pequeña cura
Al agarrarme a la barandilla para salir de la playa, me clavo una astilla y recurro a Miguel, el socorrista, quien, con unas pinzas y agua oxigenada, me la saca y limpia; tengo la sensación de que algo ha quedado dentro. Miguel me dice cómo llegar a Covas y, al retroceder, veré desde arriba las caballerizas y me servirá para hacer una reflexión sobre mi visita a las playas próximas a Ferrol, que eran el objetivo de esta parada en mi regreso a casa.

Foto de la ensenada de Covas.
Las playas de Ferrol
Doniños la he visto de lejos, desde el autobús, y poco puedo decir de ella. San Xurxo me ha gustado y también el paseo que he dado con Luis Santamarina y toda la información que me ha dado. Las tres playas siguientes, ya de Covas, las he visto de lejos; en realidad son continuación de San Xurxo, aunque las separan rocas, son pequeñitas, pero, por detrás, creo que corresponden al camping; o quizás el camping coja la parte final de San Xurxo, no lo puedo asegurar. Me ha gustado la finura de la arena de Santa Comba, que me ha hecho recordar a la duna móvil de Amorosa; pero, donde más he disfrutado ha sido en Ponzos, por el tipo de nudismo que allí se hace y porque se ha cumplido el objetivo que yo me había marcado al venir aquí.

Un hórreo muy antiguo
Cuando voy por la carretera estrecha, entre casas, veo un hórreo retejado, pero aunque me parece falso, decido sacarle foto. Unos perros lobo, alguno suelto, no me dejarán fotografiarlo a gusto. Interviene una mujer, que los hace callar, y me explica el lugar idóneo para la foto, pero como ya me parece que la primera puede tener calidad suficiente, no vuelvo a sacar otra. La señora también me dirá que hay otro hórreo cercano, pero no conseguiré verlo; que éste, restaurado, es de los más antiguos de Galicia; yo le creo, pero el retejado no le favorece; quizás habría que haberle hecho un retejado nuevo con tejas viejas en buen estado de conservación. Para culminar la faena, la señora me dirá dónde está la parada del autobús.

Como es lógico, en Galicia, no pedir ribeiro, sino cerveza belga
Como llego con tiempo de sobra a la parada, entro en el bar Viana Mar (seguimos en Covas) y tomo una cerveza negra belga Grimbergen; más por la oportunidad que se me ofrece de probarla, que por lo que a mí me guste la cerveza y, además, es cara (1,90€) y tiene un sabor extraño. Pregunto con qué tipo de cereal está hecha, pero la chica no me lo sabe decir pero, al menos, me confirma el lugar de la parada y la hora en que pasa el bus por allí.

Autobús a Ferrol (regreso tras pasar el día en Ponzos)
Poco después de llegar a la parada pasará el bus en dirección ascendente, tardará un tiempo en aparecer de nuevo, cinco minutos después de las 19:00h. Veo FTB y se me ocurre Fútbol ( pero le sobraría la "l" final). El bus viene casi lleno y sólo tengo dos asientos libres para elegir. Opto por ir junto a José y le cuento mi visita a las playas, el motivo por el que en 2006 no las vi y el viaje de este año, muy resumido. José va a A Coruña y se baja antes, así que tendré dudas de donde bajar. Oigo al chofer decir Zahara, pero me doy cuenta de que se refiere a Zahara-2. Sigo adelante, hasta que veo la torre del reloj que he dibujado esta mañana y allí me bajo. Retrocedo al Zahara para que me orienten en la localización de la habitación para esta noche. No está la misma recepcionista de ayer y la de hoy me remite al chico de la barra, que tampoco es el que esta mañana me ha hecho el croquis de la situación de las playas. El barman me propone La Madalena o El Edén y elijo el paraíso, para el primer intento. Mientras me ha saludado el chico de la cocina.

Buscando El Edén
Al llegar me atienden la chica de la barra y la dueña. Pido la habitación más barata que tengan y me piden por ella 20€ y ni regateo. Cuando he dicho que sí, la mujer va a consultar al dueño ¿marido? Él me mira y da su aprobación. Veo que ha habido una indecisión quizás producida por mi aspecto y mis dos mochilas; si en Matosiños me confundieron con un inmigrante o un indigente ¿por qué aquí va a ser distinto? Visto lo cual, daré muestras para que confíen y les hablo de mi viaje y de mi dormida en Zahara del día anterior. La habitación es magnífica y la ducha mejor: el agua pega con fuerza en las cervicales. Escribo y bajo a cenar a las 20:10h

Una cena gallega. La última
Como unos mejillones al vapor riquísimos y bacalao fresco rebozado y frito. Los dos primeros trozos los como tal cual están y tengo problemas para comerlo a gusto por las espinas; así que me tomo la molestia de quitar las espinas a los otros dos trozos y ya, libre de ellas, disfruto más comiendo los dos lomos sin cuidado. Así los disfruto más. De postre, tarta de requesón. Mientras en la tele está el programa de Sobera, con preguntas al concursante, pero también ganan o pierden otras personas que están con él en el panel. Me resulta atractivo, pero no me apetece que me enganche. En el programa que acaba de finalizar, Las tardes de... una mujer ha quedado por ladrona; pero ha llegado la hora de finalizar el programa y no ha tenido ocasión de desmentirlo. Lo comento con otro comensal de la mesa de al lado y está de acuerdo con mi opinión, pero no es galego, como creía, sino ucraniano. Le hablo de lo que yo vi en Kiev, de mi baño en el Dnieper y él me dice algo sobre Rusia, que no logro entender. Le han sacado el lacón asado con patatas, pero le llaman al móvil y sale a la calle para hablar. Fuma como un carretero, dos paquetes al día, y, de vez en cuando, entra para dar algún bocado. Se le va a enfriar. Cena a ráfagas. Me ofrece tabaco. Tiene una hija, pero no sabe dónde; eso le crea ansiedad, que mitiga con humo. Le dejo terminando de cenar y me dirijo hacia el teatro Jofré, ya que ofrecen algún espectáculo gratuito.

Teatro Jofré con Soschtakovich
Hago una parada para hablar por teléfono con mi yerno, Josu (0,70€), y le cuento mi día en playas de Ferrol. Lander sigue con la diarrea, que no remite, y Julen actúa el viernes en el Seminario con la musika-eskola a las seis. Trateré de llegar. En el Teatro Jofré hay Cameralia 07, un Festival Internacional de Música de Cámara de Galicia, a celebrarse del 25 al 28 de Xulio. Hoy es el primer día, es gratuito y, por los nombres  de los intérpretes, veo que son catalanes (ellos dirán que de Barcelona). Primero tocan Haydn y después viene en el programa Debussy, pero dan explicaciones sobre las razones que les han llevado a sustituir la segunda por Soschtakovich, su concierto 110. La primera de Haydn ha sido muy buena, con sonidos muy nítidos, la cuerda suena con limpieza, se ve que es un grupo que está muy compenetrado. Pero Soschtakovich me emociona. Primero dan explicación de autor y contexto en que la obra se produce: un alegato contra las guerras y a favor de la libertad de expresión, que había quedado tan deteriorada por la política de Stalin (que estaba resultando un segundo Hitler). Pareciera como si ya Soschtakovich fuera consciente de la proximidad de su muerte y sería su testamento, su punto final; pero luego llegarían años de mucha y creativa producción compositiva (esto último me lo dirá el tercer componente, el de la coleta, al finalizar la actuación). La foto la he sacado finalizando el tercer tiempo de Haydn. Las que he sacado del teatro, antes de empezar, me han salido muy oscuras. Resulta un espacio muy grato, pero no lo puedo presentar. Al salir, agradezco a la responsable del teatro y luego a los componentes 3º y 4º y al organizador. También a la azafata. En el primer concierto la vecina de detrás da cabezadas pero, al menos, no ronca. Los espectadores están bien duchos en conciertos y aplauden cuando deben aplaudir. Un señor aplaudirá de pie al final de todo el concierto. Para mí, ha sido un magnífico concierto y un regalo y, la segunda parte, ha sido el mejor regalo colofón para este verano magnífico. Posiblemente sea un concierto, el de Soschtakovich, que se programe en muy pocas ocasiones. A ver si lo pregunto cuando llegue a mi tierra. En la sala de camerinos hay tres o cuatro sombreros negros en una percha, la tele en marcha pero con música poco potente. Me han agradecido la asistencia y prometen que el de mañana será un concierto escepcional; pero yo no podré asistir y, además, no creo que sea mejor que el de hoy.  A la salida, veo como por detrás del edificio salen los responsables del teatro y de la organización. El concierto ha durado menos de una hora.

Una noche en El Edén
Regreso hacia el Zahara y pido, al que me dio de cenar ayer, una copa de aguardiente blanco (1€). Espero que no me dé dolor de cabeza. Al llegar al Edén, sobre las 23:00h, saludo a la chica de la barra y subo a la habitación; me quedo escribiendo hasta las 00:20h. Había mucho que narrar. Dejo la colcha, pero la vez que me levanto para orinar y beber agua, la quito pues pesa mucho y da demasiado calor. Duermo muy bien y he dejado dicho que me despierten a las 7:00h. Confirmado.



Regreso a casa 1 56(116) A Guarda-Ferrol

FIN DE MI VIAJE POR LA COSTA

Regreso a casa 1 56 (116) En Galicia:
A Guarda-Santa María de Oia.


Una familia destrozada
Pago 1,10€. El chofer me confirma que me parará, pero me dice: “ya no funciona como restaurante, al menos, ya no está el cartel anunciador”. Con esta mala noticia, dudo qué hacer, pero decido visitar a la familia, objeto de mi parada en Oia. Llego, bajo y me acerco a la parte de la casa (el restaurante estaba por la parte de atrás) y sale la mujer. Me pregunta si fui yo el que les envió una postal por Navidad; yo ya ni me acordaba. Veo a los niños, conozco al chiquitín (no recordaba si niño o niña) y le doy mi regalo. Les veo muy tristes.

Al poco de pasar yo y comer allí el año pasado, de regreso a Baiona, donde terminaría mi periplo por el Norte, fueron denunciados y les obligaron a cerrar el local. Aquel día habíamos visto perder el liderato del Tour a Oscar Pereiro (ver mi paso de este año entre Luz de Tavira y Olhão) en la etapa contra el reloj pero, más tarde, se descubrió que Landis se había dopado, le habían desposeído del título, y se lo habían restituido a Pereiro. Yo venía a celebrarlo. ¡Vaya chasco!

Están haciendo los preparativos para irse toda la familia a Almería, donde el marido encontró trabajo de camionero (otra experiencia más para el valiente legionario y hostelero), que no es la primera vez que ejerce esa profesión. Empezará en setiembre en El Ejido. La niña es vergonzosa, pero la hermana mayor y el mediano son muy majos, espero que se adapten bien todos a su vida en Andalucía, que no les entre la morriña. Al rato, llega el marido. Todo el tiempo que hablo con él, el tema base es: “lo mala que es la gente” y “lo mal que se hacen las cosas”; él lo valora así, desde su experiencia. Me cuenta el proceso: El Concello le dio permiso de habitabilidad de la casa y permiso para poner el restaurante; alguien denunció, precisamente la vecina que ellos cuidaban de su piso vacío, entre semana, mientras ella no estaba; les denunció por ruido y humos. Finalmente el Concello le quitó al edificio el permiso de habitabilidad. Él estaba pagando la hipoteca y dejó de pagar ¡que le echen! Ahora el no está en disposición ni de escucharme, ni de ofrecerme algo. En vista del panorama, tomo la decisión de bajar a Santa María de Oia y comer. Él me baja en coche y le invito a un vermouth; le pido que me deje en Turismo y nos despedimos. “¡Que tengas suerte en El Ejido!”

Comida en Casa Henriqueta
La encargada de Turismo, me confirma que el bus a Baiona es a las 14:30h y decido hacer una comida rápida en el Mesón Casa Henriqueta, que me da buenas sensaciones y, además, no dispongo de tiempo para ir a buscar otra cosa. Como ½ de pulpo y jamón asado con patatas fritas, Contesa y descafeinado, que, con el vino y el pan, entran en el menú de 10€ que pago con Visa-Lector 10. Muy bien la relación calidad-precio. Como me sirven rápido, me da tiempo a escribir.

A Baiona para ver el Cruceiro con baldaquino
No tengo que esperar mucho a que llegue el bus. Pago 1,60€ y me siento solo pero en asiento de dos. En la siguiente parada, o en la otra, sube Rubén y quiere pagar con 50€; como el chofer no tiene o no quiere cambiarle tanto dinero, se dispone a bajar y perderlo, esperar al siguiente o quedarse allí, así que le llamo rápido y le digo que ya le pago el billete. Pago (1,10), vuelve a montar y seguimos juntos hasta Baiona, que es a donde él se dirige. Rubén ni agradece, ni nada, es de pocas palabras y va pensativo. Cuando voy a bajar en la parada ya conocida por mí, porque fue allí, en ese momento, cuando acabó mi caminada el año pasado de 2006, él también se dispone a bajar en el mismo sitio y bajamos juntos.

Intenta que le den cambios en un bar y se niegan. Tanto el BBVA, como una de apuestas, etán cerrados. Compra un helado y me devuelve los 1,10€ adelantados. Me pregunta si voy a la playa y le digo que no llevo bañador y es playa muy urbana y, además, que mi objetivo al venir no era la playa, sino ver el Cruceiro con baldaquino del que nadie me habló y no vi el año pasado.





Nos depedimos y voy hacia el cruceiro que, lo que tiene de novedoso es, efectivamente, el baldaquino. “Sólo hay dos de estas características en toda Galicia”, me dirá una viandante.





Para sacar la foto, tengo problemas, de nuevo, con los coches; no se meten bajo el baldaquino porque no hay sitio. Regreso al BBVA y saco 100€, ahora ya con una comisión razonable (0,40€) y voy a la parada de autobús.











Autobús Baiona-Vigo para coger el tren a Ferrol
El autobús llega a las 15:30h y pago 2,10€. Me fijo al llegar a Panxón para ver si veo el Templo Votivo del Mar, pero pasamos muy alejados de él. Una mujer que va sentada al lado, muestra interés por mi viaje. Va a Vigo para ver a su nieto al Hospital; tiene cuatro años y está con neumonía. Yo le comento que a mí acabaron dándome la vacuna neumocócica pero siendo adulto. Al pasar por Nigrán es cuando veré, muy a lo lejos el templo construido por el arquitecto Palacios, antes buscado. Llegamos a Vigo y me despido de ella: le deseo que su nieto se cure pronto. Corro hacia la estación, ya que no sé a qué hora tendré tren.

Tren Vigo-A Coruña (largo recorrido)
No recuerdo cómo lo hice, pero lo cogí sin tener que esperar mucho, con tarjeta dorada (7,50€) con Visa-lector 10.


Al pasar cerca de Redondela veo la Illa de San Simón, pero ni me enteraré de la ciudad. No me extraña, porque voy hablando con Sara Inés Volpe, una uruguaya a la que también le gusta hablar, tanto como a mí. El marido le dejó estando en su segunda gestación “¡de la noche a la mañana!”, dice. Los hijos, siempre que hablaban de él de niños, decían: “algún día lo iremos a buscar”. Tiene estudios en Uruguay para la Educación infantil, pero no se los convalidan. En Ferrol ofrece Calidad de Vida y Terapia alternativa; tratamientos de Digitopuntura, Cervicales, Estrés, Depresión, Conflictos personales, Reiki. Su hija estudia ahora en Dublín y su hijo es un buen deportista que participa en alguna selección de Vigo (no recuerdo en qué deporte), parece que puede tener futuro y están agilizando los papeles para la obtención de la nacionalidad española. Ella era activista de base y su marido de “pacotilla”, un niño bien de los que hacen revolución de café. Ahora hace terapias y se forma en Reiki. Es muy agradable y se entusiasma con mis dibujos (los que le mando los tiene colgados en un corcho en su despacho. Me mandó foto con ellos). Le gusta lo que le cuento sobre los niños de la guerra del 36 en Rusia. Me pregunta sobre ETA y le doy mi opinión sobre el nacionalismo exclusivista que defienden, poco o nada respetuosos con la riqueza de la interculturalidad. Antes de bajarse en Santiago, me brinda la oportunidad de bajar con ella, ya que tiene una cama alquilada que se le ha quedado libre porque le ha fallado una amiga. Hoy víspera del Santo, se celebra una gran fiesta nocturna, con espectáculos de luz y sonido. Pero yo no estoy para esos jolgorios; prefiero lo que tengo intención de hacer. Le hablo de Sergio, Cereijo, Filipe, de Carlos Iglesias, del Foro Ciudadano Irunés y la utopía que perseguimos y de mis aficiones, en las que estoy en proceso de formación. Le doy mi e-mail y ella me da el suyo y sus señas en Vigo que, después, cambiaría a Chapela y, ahora, de nuevo, vive en Vigo. Me despido de Sara, con la conciencia de haber hecho una amistad, que se reafirmará en el tiempo. Cuando me quedo solo, me pongo a escribir el diario; si no, tantas cosas que contar, se me desbordan por la cacerola en ebullición. Como no acabo de contarlo todo, sigo escribiendo en la estación de A Coruña.

Tren regional A Coruña-Ferrol.
Me cuesta 3,05€ que también pago con Visa-Lector 10. Un vendedor sudamericano vende conservas en una mesa muy completa que se ha montado en la propia estación; dice que en Irun vendió poco, “allí la mayoría de la gente prefiere el Topo”, dice. Me temo que montaría la mesa en la Estación de largo recorrido y no en la de cercanías. En Información confirmo la hora de salida del tren a Ferrol y el andén; con un cuarto de hora de adelanto me monto en el tren que ya está preparado y cerciorándome que es el que va a Ferrol. “¿Encontraré pensión barata y con cena?”, me pregunto. Observo que hay mucha gente que va en la otra dirección, hacia Santiago. Entre la gente que espera  en el mismo andén, elijo la alternativa de subir al vagón; las otras eran: una chica joven que espera a amigos que van a Santiago con ella, pero que no llegan; tiene dolor de cabeza y le ofrezco una Aspirina de las mías (no he tenido que tomar ninguna en los 56 días), pero prefiere quitarlo con los cascos de música (para ella debe ser el método mejor). La otra alternativa era el vendedor peruano que vende productos navarros y riojanos. Adiós muchachos. En el tren hace fresquito. Una señora lee periódico, y la que entra tras de mí, que también lee, se pone un chal protector. No conversamos hasta que me doy cuenta de que no he cancelado el billete. Me dice que no es necesario. Pero, nada más arrancar el tren, la primera señora se da cuenta de que se ha confundido de tren; pretendía ir a Santiago. Alertada la revisora, le va a informar, cuando llegamos a la primera parada. Yo con mi afan de ayudar, casi la obligo a bajar, pero la revisora le hace subir por otro vagón. Yo creía que era la solución lógica, la que yo habría elegido, pero la revisora le propone otra opción mejor. La primera era bajarse e ir en taxi a la estación, de la que no se había alejado mucho; al volver a subir al tren las opciones se le reducen y, finalmente, opta por ir a Santiago en taxi. Lo último que a mí se me habría ocurrido. Con motivo de este acontecimiento ya tenemos escusa para ponernos a hablar la señora del chal y yo. Se interesa por mi viaje pero, por poco tiempo, ya que se tiene que bajar en Betanzos-Infiesto. Luego el tren cambia de dirección y yo también me reoriento al frente. Llegaré a ver, más o menos, el lugar aproximado donde estaba el albergue de Miño, donde estuve durmiendo solo en 2006, pues los del grupo andaluz, que no cabían en Neda, aquí menos. Cuando llego a Ferrol, en Feve cojo horarios para Oviedo y Santander.

Noche en Ferrol en Zahara
Pregunto a un señor por un lugar en que me den cena y alojamiento y los dos primeros que veo no tienen cama; así que me dirijo al centro y, con ayuda, encuentro Zahara (sin Atunes, que ésa vendrá en 2008), donde por 25€ (con Visa-Lector 10) me dan una habitación muy luminosa (por la mañana) con tres hermosos ventanales en 4º piso y que me ha dejado en la mitad de su precio. Perfecto. Lo malo es que mañana, día de Santiago, está la pensión al completo y la tendré que dejar. Me prometen ayuda para buscar otra. Dejo la mochila y bajo al bar a cenar, con los horarios de Feve, para pasado mañana; pero me dejo las gafas, así que no podré ver nada. Como una tortilla de patata muy jugosa y rica y unos choricillos asados con patatas fritas, y flan (8€) que pago en metálico. Me doy una vuelta. Anuncian teatro, pero no parece interesante; dicen que gratis. Ya decidiré mañana. Parece más un lugar de copas ¿Será café teatro? Tampoco he cogido jersey y estamos en el norte, así que la vuelta que me doy, por la misma calle del hostal, será rápida. Abro un poco el abanico, ampliando el recorrido por peatonal arriba y vuelvo a bajar a la calle del hostal. Me acuesto sin ducharme; ya me estaba adormilando en el tren. Pongo la tele por ver si dice el pronóstico del tiempo para mañana y pasado. Pero la hora ya ha pasado. No sé a qué hora he llamado a Vera (0,60€). Me han dicho que mañana hará nublado pero que acabará en bueno. La luna que ayer vi desde el saco en cuarto creciente, hoy ya ha cogido forma de balón de rugby. Duermo muy bien y no me levanto más que una vez a orinar.

Etapa 56 (116). Caminha-A Guarda

Etapa 56 (116). 24 de julio de 2007, martes (3ª feira). Caminha-A Guarda.

Última vez que guardo el saco y la esterilla
Me levanto para las seis. Por el fondo, he oído el sonido de la máquina que criba la arena de la playa, entre la zona en que estoy y la zona más fluvial y, aunque estoy protegido en la duna, prefiero marcharme temprano, con idea de coger el primer transbordador. Para las 6:10h ya estoy en marcha y, el limpiador, me saludará al partir. Un hombre, con un perro, está en la pasarela pero, como no quiero bordear el camping, sigo por la playa haciendo el recorrido de ayer por la mañana.



Último carimbo en Portugal
Siendo tan temprano, dudo si ir a donde los GNR a pedir el carimbo del último día, pero un viandante me anima diciendo: “tiene que haber alguien de guardia”. Al llamar, sale un guarda somnoliento, pero no me recibe con mala cara, me pone el carimbo, la fecha y me invita a café.

Pone en el carimbo: Guarda Nacional Republicana, su escudo con muchas ramas con hojas (¿de laurel?) entre S. y R. Brigada Fiscal. Grupo Fiscal do Porto. Dest. Operacional de Caminha. Les traigo saludos de los GNR de Vila Nova de Milfontes. Si hubiera tenido algo para empapar, alguna galleta, habría aceptado su café, pero como no es así, agradezco y me voy hacia el ferry para saber la hora del primero: “A las 8:00h”, me dicen.

Me decido a sacar fotos de la igreja, que está siendo rehabilitada, y me cuesta encontrar un ángulo por encima de la valla, para que salga algo decente.









Luego la rodeo por la calle, con estandartes medievales, que desemboca en el largo de la Torre del Reloj.












Saco foto de una puerta lateral, ya recuperada y sin andamios, de la iglesia; y voy a desayunar a la padaria pastelaria Virgen de Fátima; tomo mi descafeinado con leite y un milhojas muy liviano, que se deshoja, con cositas ricas y algo más compactas por cima. Pago (1,50€) y escribo.







Pasando de Portugal a España
Sin forzar la marcha, me dirijo al transbordador.



Previamente saco el billete (0,60€) y espero en la pasarela a que desembarque un camión cisterna; lo hará con parsimonia. Montan dos coches y yo soy el único pasajero que viaja de pie. Saco foto al paso de islotes del Minho. Ya estoy en aguas internacionales y llegando a Galicia, cambio de país:





G A L I  C I A








Buscando el Concello de A Guarda
Desembarco y camposancos va quedando a la izquierda, aunque la carretera, en su desvío, lo indique más arriba. Llego a la estación de autobuses, pero se ve que no funciona. Me vienen bien sus retretes, donde meo, cago y lloro. Llegando al Centro de Saude, veo a dos mujeres que vienen hacia mí y me dispongo a preguntar, pero se cruzan con otra que va hacia donde ellas vienen, y se paran a hablar.

Aprovecho que baja otro chico, le pregunto y me acompaña hasta el Concello, que está en una plaza muy bonita (¡lástima  que tanto coche aparcado estropee la foto!), la plaza del Reloj. La encargada de recepción me remite al primer piso, donde me sellan (ya no carimban) la credencial: Concello A Guarda. Pontevedra y un escudo coronado ¿con barco y castillo? Un chico me informa de autocar a Oia, se trata de José Carlos y nos enrollamos con mi viaje, el tema de la emigración (emigró a Suiza en los años sesenta), le hablo de Carlos Iglesias (que le hace mucha gracia cuando le ve en la tele), y nos podríamos haber pasado horas si José Carlos no hubiese tenido cositas que hacer. Siente gran aprecio por los vascos, porque somos objeto de ataque de todo el pueblo español. “Un pueblo vilipendiado”, dice. Me indica dónde está la parada de bus y la biblioteca.

De compras y a la Biblioteca para ver mi correo electrónico
Saco foto de la plaza del Relój, que sigue atestada de coches, que no dejan verla bien. ¡Los coches son la peste en las ciudades! Voy a una juguetería y compro un regalo de cinco cochecitos de plástico (11,95€) que pago con Visa, para regalar en Oia. En la biblioteca, la responsable me dice cómo me tengo que inscribir y puedo usar el e-mail. Leo y borro el mensaje de virus que me ha enviado Sara, tras decírselo a la bibliotecaria, quien no le da importancia. Aprovecho para decir a mis hijas que ya estoy en Galicia. Otro a Helena de Tróia, diciéndole que terminé el camino sano y salvo. Borro casi todo y la encuesta de RBA ya la responderé en Irun. Philippe me dice la fecha en que viene con Aurel a mi casa. Nos conocimos en Cantabria-Asturias cuando hacían el Camino de Santiago por la costa y luego vi a Philippe el último día en Muxía, cuando al día siguiente volvía a Santiago para coger avión a Lyon. En diciembre le visité tres-cuatro días en su casa de Lyon, con motivo de celebrarse una reunión sobre la Carta Europea de los Derechos del Hombre en la Ciudad, de la que Irun es firmante, junto a las otras vascas, Donostia, Gernika y Vitoria-Gasteiz y otras muchas de la península y más europeas. Duraba tres días y me invitó dos más para ver el espectáculo de “La Lumière”. Ahora, en agosto, vienen: Philippe con intención de hacer un tramo del camino de Santiago, hasta Burgos, por la noche, El Camino de las estrellas, y Aurel le acompaña con su coche, para servir a la logística (suministro de agua y otros materiales) ya que es un camino que requiere mucha parafernalia. Fue la última ocasión en que vi a Philippe. Aurel, volvió al año siguiente para hacer el camino a pie nude (descalzo). ¡Qué caminos tan distintos al mío! Aurel ha seguido viniendo los años posteriores y se ha quedado alguna noche a dormir en mi casa, aprovechando que hacía algún cursillo con escuelas de surf del sur francés. El último año, 2011,  falló. Tras escribir un rato en mesa redonda baja, para niños, voy hacia el autobús con celeridad, ya que he apurado demasiado el tiempo. Uno de los que esperan, me dice: “si le dices al chofer te parará en El Duke Blanco” y, cuando llega el autobús y me subo a él:

FIN DE MI VIAJE POR LA COSTA

Etapa 55 (115). Vila Praia de Âncora-Caminha

Etapa 55 (115). 23 de julio de 2007, lunes (2ª feira). Vila Praia de Âncora-Moledo-Caminha.

Nada más despertarme, me pongo a escribir lo último de ayer. El jersey, extendido en la otra cama, aún no ha eliminado la humedad de la chaparrada nocturna. El reloj da las 7,45h. He cagado, lavado, afeitado y dejo de escribir. Busco y rebusco el boli que me dio Paolo (ahora que lo escribo me viene a la mente la idea de que, todo el juego Paola-Paolo, puede ser un simple error mío, al tomar o interpretar mal mis anotaciones), pero el boli no aparece, así que, casi es seguro, lo perdí ayer. Saco foto con sol y nubes, la praia, la fortaleza y vuelvo a la pensión a coger la mochila y dejar la llave. Orino y me voy.









Saco varias fotos: la playa, el puerto, una roca bastante plana que está en la misma playa y otra del río entrando en la playa bajo un puente. Un francés, de la zona de París, fuma con ansia un cigarrillo en la escalera; está de vacaciones y es probable que su ansiedad provenga de que se le acaban.





El restaurante donde cené se anuncia en su remolque.

Salgo a la estrada principal y sigo con nuevo juego de matrículas, que ya no persigue construir palabras, como con las tres consonantes de las matrículas hispanas, sino de descubrir cuál se acerca a la más reciente de las últimas matriculaciones. Ya finalizando el periplo portugués, lo único  que he llegado a saber es que, cuando inician con número de dos cifras y número de dos cifras y acaba en dos letras, éstas ya han terminado con todas las posibles de la ZZ (hoy veo una con ZX); y las que son número, letras, número, las que estoy viendo, y creo que son de las últimas, veo nºnº-EA-nºnº. Pero dejemos este juego, ya que tiene poca gracia.

Subiendo la carretera por detrás, saco foto de la torre de la iglesia, a lo lejos, desde un jardín con árboles y un olivo en primer término.



 Luego veo una estrada con menor circulación, paralela a la vía del convoy y, por un camino todavía mojado de la lluvia de anoche y quitándome el jersey que ya va perdiendo su humedad, salgo a la nueva estrada. Hoy es el tercer día que voy con las sandalias de agua. El firme es bueno y, aunque no tiene arcén, la circulación es escasa.

Santa Trega más cerca
Enfilando una recta, veré al fondo el triángulo de Santa Trega y, empiezan de nuevo las emociones encontradas: la ilusión y el deseo de llegar y la pena porque el viaje se termina. Cuando lo escriba luego, la emoción llegará a lágrimas, mocos y suspiros. Antes de llegar a Moledo veré 00-EB-00 (00 hay que sustituir por el número que corresponde, que me da igual, lo nuevo son las dos letras que han pasado de EA a EB que, en terminos políticos sería: Ezker Batua gana a Eusko Alkartasuna, por seguir jugando). Ya entrando en el pueblo pregunto a una chica que me responde: “cafetaria há”.


Veo salir de paso bajo vía, procedente de paseo de la playa, a un hombre que se incorpora a la estrada. Le pregunto qué sitio me recomienda para desayunar; y me dice: “cafetaria a fin da rua, e também té padaria”; creo que al final me meto en otra O Moliceiro, donde desayuno por 1,70€ descafeinado con leite, que me lo sacan en vaso con soporte metálico (para no quemarme) y un hojaldre con un poco de merengue y chocolate, que no resulta nada empalagoso.

Moledo, hacia la desembocadura del Minho
Son las 10:00h cuando voy hacia la playa. ¡A ver cómo se presenta el nudismo en esta! Me ha parecido ver como una fortaleza en el mar. Ya en la orilla, veo que la fortaleza está sobre un islote: Forte de Ínsua. Me dirán luego que, en las mareas bajas extremas, se puede ir caminando por la arena. Suelen organizar excursiones en barco y, dicen, que es muy bonita, que merece la pena hacerla. Pero, en mi plan, a mi me va mal ir. Busco Turismo, pero no encuentro oficina. Llamo a Sara y se pone Lander; le hablo de cómo van sus progresos para quitar el paquete. Mi hija me dice que ya está mejor de la gastroenteritis. Se acaba la tarjeta, “pipipi”, cuando estaba contando a Sara las emociones del final de viaje.

Los de Turismo atienden en el bar
Llego a Turismo, aunque no hay ningún indicador. Hay carteles sobre cómo conservar el medio ambiente. No hay nadie. Entro en el bar de al lado y me dicen que los de turismo son las dos personas que están allí tomando café. Hay un chico y una chica, pero la responsable es la joven. Al preguntar sobre el acceso a la fortaleza, me dicen: “se podrá ir dentro de cincuenta años”. “¿Espero?”, les respondo. Se ríen. Me río. Él me dice que tengo posibilidad de dormir en un convento, que pregunte en Turismo de Caminha y que, enfrente, tengo un lugar económico para comer. Él es João y ella Lurdes (no Lourdes). Gracias por su información. Bajo a la playa y, como ya veo su estructura, ni me molesto en preguntar al nadador-salvador dónde puedo hacer nudismo. Veo que la parte norteña está poco poblada y parece sitio idóneo para ello. El día no es brillante, pero sigue con nubes y claros.

Carolina y Duarte
Van por delante paseando Carolina y Duarte Pais y, al llegar a su altura les empiezo a hablar, les sigo hablando el 80% del tiempo, aunque trato de que sea una conversación interactiva; tengo la sensación de haber sido para la pareja una fuente   de conocimientos impensada e inesperada. Es lo que expresan al despedirse, y eso que no les he enseñado mis desenhos (es la primera vez que lo escribo así, mirando al diccionario) y me parecen sinceros.


Carolina es pequeñita. Les digo que tengo intención de bañarme desnudo y lo reciben con naturalidad, sin mostrar asombro. Llegamos a la altura de la fortaleza marítima y les pido que me saquen foto (es probable que sea mi última del viaje de este año en tierras portuguesas) y yo les saco a ellos, de lembrança. Nos despedimos y regresan hacia Moledo por la orilla. Me desnudo y me doy un baño a la altura de la isla fortaleza, en el mar que ya es un poco río Miño. Se nota el agua más fría que más al sur; nado poco, sin olas rompientes, con mal en calma. Veo que vienen de lejos por la orilla un mayor y un joven que, antes de llegar a mi zona, se vuelven hacia Caminha, cuando me estoy secando al aire por la orilla; Duarte y Carolina ya están lejos, aunque se han vuelto para verme cuando me metía al agua; será el complemento de la experiencia de conocerme.

Caminhando hacia Caminha
Cuando me seco, me visto y sigo por la orilla hacia la desembocadura del Minho. Nada más dar la curva hacia Caminha, veré nítido el monte de Santa Trega y a un hombre que se ha desnudado y coloca su sombrilla.



Siento que no hayamos coincidido antes y me acuerdo de Rui, el angoleño de Afife; pero si quiero hacer la gestión del convento y comer, no me interesa quedarme allí más tiempo; y como ya me he dado el bañito, no tengo deseos de más. No hago ningún amago de acercamiento.

Como son las 11:30h, sólo le digo al pasar que quiero llegar a Caminha para las 12:00h (algo imposible debido a la distancia). Sigo hasta llegar a la dársena, y a la parte de la playa que ya es totalmente fluvial.



Aquí el Miño se ve anchísimo, será la máxima distancia entre Camposancos (A Guarda) y Caminha. ¡Qué mal recuerdo de la noche que dormí allí el año pasado! Fue la del 21-22 de julio y hoy es 23 de julio; casi hasta coincide con el mismo día del año.

Todavía me acuerdo de aquellos conductores de coche, haciendo trompos, que apenas me dejaron dormir; y el polvo que levantaban en la carretera sin asfaltar y que llegaba hasta el puesto de vigilancia donde, arriba, dormía. Saco foto panorámica del Minho que viene por Santa Trega hacia la desembocadura. No estoy seguro si todavía se ve algo de la fortaleza Forte da Ínsua.



Luego otra foto en que ya se ve Caminha.



Bordeando la playa fluvial, encuentro a una pareja jóven y digo en voz alta: “¡Caminha!” Una excusa más para poder hablar de mi caminada que, mañana, finaliza (cuando estoy escribiendo esto, no paro de llorar, ayudado del vinho verde y el aguardente, Ponte Barca, tras la comida).

Llego al final de la playa fluvial de arena, cuando ya empieza a ser río río, y hay al fondo un camping, y subo un murete que, por camino, me llevará por la vera del río a la estrada. Allí encuentro vigilante para que no pasen carros, pero, a pe, se puede.




Algo más adelante, llegaré a lugar conocido del año pasado, una doble rampa, una Minho acima y otra Minho abaixo. Estoy siguiendo el indicador de Cámara Municipal, ya que quiero que me echen el carimbo de Caminha (fín portugués de mi caminada) y he fotografiado al pasar, de lejos, la muralla de defensa de la ciudad que, ahora, la veo más evidente. Si saqué alguna foto similar, habrá que comparar con las del año pasado.

Buscando Cámara, carimbo, Convento (en  orden alfabético)
Pregunto a viandantes y me dicen, unos, que voy bien y, otros, concretan: “pasando el arco de la torre del reloj, la Cámara Municipal está enfrente” (algunos dicen: “por cima”). Llego a información y lo planteo así: “Hoje es um día especial para mí; hace 55 días empecé a caminar en Vilarreal do Santo António y hoje chego a Caminha, objeto final do meu viajem” (vuelvo a llorar cuando lo escribo). En ese momento pasa una mujer y la de recepción le llama. Le da una explicación mínima y, a todas luces, insuficiente para el caminante. No es que quiera que me firme la credencial el Presidente de la Cámara (ella es su secretaria), pero es que el carimbinho es tan mínimo: C.M. CAMINHA (Es todo lo que pone); el mas corto y exiguo de todo el trayecto costero entre Francia y Andalucía. Por ello, quizás, tenga esa gracia de la sencillez. Pero, el caminante ha sufrido y gozado en el camino y se cree suficientemente premiado por haberlo podido culminar. Es un símbolo del fin de un sueño y vuelta a la realidad. Me vendrá bien para bajar la euforia y como ejercicio para el animal adaptativo que soy.

Comento en la Cámara la información que me han dado en Moledo de la posibilidad de un convento para pernoctar y, uno que está tras el mostrador, me dice: “vete al convento de Santo António”. (De nuevo, Vila Real, Cerejo, la peli de Moyá, los escutas de Porto y un montón más de Antónios del camino). Me hago a la idea que es de frades y subo con esperanza y dudas. La secretaria del presidente de la Cámara me dirá que pregunte en cualquier tienda de la plaza y que me indicarán por dónde subir al Convento.

Al Convento de Santo António
La cajera de un pequeño supermercado, me dará toda clase de explicaciones; que serán insuficientes, porque me equivocaré, pasaré por cima del puente sobre el ferrocarril y otra mujer me hará retroceder para reconducirme hacia otra cuesta. Arriba está el convento.

Saco las últimas fotos y pongo el último rollo, el nº 30. La última del convento con una almena cercana, que no sé si quiere decir que el convento estaba dentro del recinto amurallado o fuera. Y entro pensando que encontraré frailes pero, en la entrada está la irmã Conceiçao, lo que me asegura que no es convento de frades sino de freiras. La hermana Concepción me dice que no tienen camas para acoger a nadie pero que, si quiero me dan comida y descanso, una ducha y reposo diurno.

Yo se lo he planteado desde la forma en que hago mi viaje, lo que me han dicho en Moledo y en la Cámara Municipal. A pesar de que no me resuelve el problema de dormir, hablo muy a gusto con ella. A la misma hora, ayer estaba con Rui en la playa de Afife y me daba comida, me ofrecía ducha y cama para dormir. El estar haciendo un viaje tan personal e ir tan receptivo, hace que la oferta dadivosa que me hacen sea tan generosa. Le cuento alguna de las anécdotas del camino y se ríe con una risa abierta y divertida que hace aflorar la mujer que hay en la religiosa. De vez en cuando se siente culpable y pesarosa de no poder darme cama.









Le enseño los diseños y me da dos estampas. Me habla de Santo António que, para ella, era más intelectual que São Francisco de Assis (ahora entiendo algo más de la película que vi en Aveiro, pues todos estaban espectantes cuando António les habla desde el púlpito y temen que su discurso sea pobre; y eso que era doctor). Me invita a pasar a la iglesia des siglo XVI con el altar mayor en progresión escalar hasta el sagrario.

Le cuento lo de los escutas de Porto, del tema Padua-Lisboa, que coincide con lo que ella también defiende ante los visitantes. Se vuelve a reír. Le agrada que acepte lo de la altura intelectual del santo. Veo el coro y me gusta. Me explica el significado del niño que lleva en el brazo, es, me dice, “como muestra de su amor a Dios”, que está representado en Jesús-niño. Me despido dándole dos veces la mano. El Convento es de las Irmãs Franciscanas Hospitaleras de la Inmaculada Conceiçao. De nuevo doy la mano a la monja, a la mujer. Le he contado lo de Casa do Gaiato de Arrábida y cómo me desquité en la de Azurara. Hemos hablado de bacalhau.










Subo al cementerio y saco foto  con monte Aloia al fondo ¡Qué recuerdos!








Bajo a la ciudad y me doy cuenta de la diferencia con la Caminha que vi el pasado año, tan desconocida, a ésta que, ahora,  me resulta ya tan familiar, tras 55 días de convivencia con los portugueses. Aunque llevo la idea de comer bacalhau, y no se me ocurrirá repetir donde el año pasado, veo un menú del día que me atrae en Café de Grau, consistente en: sopa de vainas y dourada, café y chupito de hierbas. La sopa es floja, pero la dorada es de las mejores. Me sirve para contar mi viaje al camarero ¿o dueño? Y para hablarle del gusto que he cogido al café portugués y que no encuentran los portugueses en España. Me cobraban el pan que no he comido y la cuenta ascendía a algo más de once euros; me lo deja en 10€, que pago en efectivo. Me permite escribir, con las lloreras incluidas, pues el caminante esta hoy especialmente sensible y necesita desahogos. Son las 15:40h cuando termino el diario. Pido ayuda para poder expresar la pequeñez del carimbo y me dicen: “carimbinho está bien” ¡Chao! Bajo la rua hasta el largo y sigo a Correios. No tienen el tipo de postais de Lisboa, pero tienen dos modelos más pequeños y con el mismo precio, así que compro diez (7,50€).

Mil vueltas hasta llamar por teléfono. Objetivo: agotar la tarjeta
Luego comienzo la tarjeta telefónica que aún estaba entera y me dice que la retire porque está agotada. En Correios hay dos teléfonos de sobremesa en los que no puedo introducir tarjeta, pero uno de los empleados me dirá que raspe y entre con el código; me resisto, porque nunca lo he hecho así, pero salgo al teléfono público que está en la calle y no puedo, sigue diciéndome lo mismo y, un chico que está informando a una extranjera, se me ofrece para ayudarme; le digo que no, vuelvo a correios, me arrepiento, vuelvo al teléfono y el chico ya no está. Con tanta indecisión, y tanta vuelta, tan extraño en mí, en Correios raspo el nº clave y, aunque hay que marcar muchos (demasiados) números, la conexión que consigo es perfecta. Si lo hubiera hecho el mes pasado, me habría evitado muchos problemas, aunque habría tenido otros, ya que casi todos los teléfonos públicos tienen los números medio borrados. Hablo con Vera; Sagrario no me coge, en ninguno de los dos teléfonos; con Luisa de Barcelona, mi prima Lourdes tampoco me coge en Santurtzi. Llamo a Alex, que está desconectado del Foro Ciudadano Irunés porque acaba de volver de vacaciones; con Luisma: todo va bien salvo alguna rectificación del carpintero; le digo que lleven la mesa de Amuebladora de Gros, que ya dejé pagada parcialmente y que pagaré el resto al regreso. La chica que ha hecho la limpieza es de confianza y ya le pagaré. El suelo ya está lijado y barnizado; se puede vivir en la casa, pero si lo alargo, mejor. Decido acabar la tarjeta llamando a Virginia Pérez. Me confirma la proyección en Bilbao en el local de los Amigos del Camino de Santiago, de las diapositivas del pasado año: Francia-Portugal. Le cuento anécdotas de éste y conclusiones. Me pide el teléfono de Lourdes para llamarle, que ella es especialista en el tema.


Escribo las últimas postales y hago el último diseño en Portugal
Acabada la tarjeta, voy al largo (la plaza) y me siento en la terraza del Café Central, buscando una mesa que me permita escribir todas las postales que quiero mandar hoy de aquí como colofón de mi periplo portugués y, a la vez, dibujar la torre del reloj, que también será mi último dibujo en Portugal, mi número 39 (los dos restantes los dibujaré en Ferrol y Ponzos). Ya que estoy en el largo, os cuento lo que dice Saramago: Entre visitar la casa quinientista de los Pitas y la parroquial, compuesto de baluarte militar y templo donde “…el gótico se prolonga en el manuelino y llega ya al renacimiento.” El escritor visita “…la Torre del Reloj, resto de la antigua muralla…” También habla del surtidor de la villa de João Lopes, que yo no vi, ni nadie me dijo que lo viera. Escribo las 10 postales que compré. La cerveza (1,50€) se está volviendo caldo, pero empiezo a dibujar la Torre del Reloj, aunque el edificio de la izquierda lo dejo apuntado y sin terminar; un español que me ve el dibujo le dice que le gusta y cuando le cuento el viaje alucina en colores.

Última cena en Portugal
Son las 20:00h ya pasadas cuando recojo todo, voy a echar las postales a Correios y decido volver a cenar al Café de Grau. No tomo sopa, porque es la misma de la mañana y pido bife con arroz, huevo y patatas fritas. El bife es un gran filete, poco hecho (sangrante, le había pedido) y así me lo sacan, pero no sangra. Pregunto a Manuel si, en Portugal, matan el ganado de distinta forma que en España (quizá como los árabes) y me responde que cree que matan igual que nosotros. Estoy solo en el café y, al final, lograré que Manuel entre algo en mi tema, enseñándole el dibujo que acabo de hacer en el largo, con la Torre del Reloj, así se interesa por mis anteriores y por el viaje. Pago (8,80), agradezco y me voy: “coge la estrada y sal por camino lateral que rodea el camping”, me dirá Manuel.

Deporte en la Televisão portuguesa
En 2004, como ya conté, estuve invitado por Visa tres días en Atenas, en las Olimpiadas. Allí vi fútbol Argentina-Australia (Argentina fue la selección vencedora del partido y logró la medalla de oro olímpica), también femenino (Alemania-México); Balón-volea femenino: vi a la República Dominicana derrotar a EEUU y cómo todas y el entrenador lloraban de alegría ¡Haber vencido a la superpotencia mundial!. Water-polo y la prueba mejor fue la de Gimnasia Artística donde, Martínez hizo un buen papel, aunque no se llevara medalla. El pasado año, 2006 vi, con mi amigo Philippe Delas, el lyonés, varios partidos en la televisión y, estando en Cariño, cómo la selección española caía vencida por la francesa. Este año de 2007, se vería qué selecciones se clasificaban para el campeonato de 2008. En Ilha Tavira, sin mucho interés, vi cómo Portugal ganaba a Bélgica (si no recuerdo mal). También vi algo de partido en una de las pousadas, donde Portugal ganó por goleada (4-0 creo recordar) y, terminado mi camino, supe que tanto la selección portuguesa como la española se habían clasificado para jugar el campeonato en 2008. En 2008, en Andalucía, me tocará sufrir las consecuencias de la victoria en la semifinal y librarme de problemas cuando, en la final, venció a Alemania (pero esa historia ya os la contaré).

Última dormida en la praia en Portugal
Está oscureciendo y se ve poco, no tanto por la hora, sino por las nubes que, aunque no son amenazantes, no dejan ver al sol en sus postrimerías. Confío en que la última noche de dormir en la playa no sea acompañado de lluvia. Salgo de la estrada por la pequeña y bordeante que, esta mañana, estaba interceptada para carros, y hago lo que me ha recomendado Manuel y bordeo el camping. Con esta oscuridad, no debiera haberlo hecho, pero salgo a la playa sin problemas.


Encuentro unas pasarelas con cuerdas y las sigo y, sin alejarme, avanzo algo hacia la praia de Moledo. Una pareja pasea por la parte vigilada de la playa, aunque a estas horas ya nadie vigila.



 Pronto decido el lugar con duna donde quedarme, junto a unas cañas tipo carrizo o espadaña y a la vista del faro del Forte da Ínsua.


He hecho una almohada demasiado gruesa, que me resultará incómoda y sacaré una manga del jersey. Como un poco de semente de abóbora (todavía dura la de Caparica) y, para las diez, ya estoy acostado. Durante la noche, me levantaré una sola vez a orinar, avanzando dos pasos y sin salir del saco; y compruebo que el cielo ha quedado totalmente despejado ¡Qué tranquilidad! La Osa Mayor descarga su carro sobre Santa Trega y el Minho.

El día de hoy ha sido un día muy especial, puesto que mañana ya me voy de Portugal y será el día 56 de mi periplo. Día de lloreras, hípos, mocos y congojas, que encontraron poco eco en el entorno y que, quizás, enlazaron más con la parte divertida y de jolgorio de la experiencia, hablando con la Irmã Conceição.