miércoles, 4 de enero de 2012

Etapa 40 (100). Lagoa da Vela-Praia de Mira

Etapa 40 (100). 08 de julio de 2007, domingo. Lagoa da Vela-Palheiros da Tocha-Palheirão-Praia de Mira.

Despertar en la playa
Hoy cumplo 40 días y 40 noches, de mi recorrido portugués (incluídos los dos primeros por Huelva), que hacen los cien desde que inicié mi periplo costero peninsular en Saint Palais-Donapaleu (en Francia, con cuatro etapas por interior). Además de mi visita a Mafra, todavía haré alguna etapa más por interior portugués, como se verá.


Pescadores de caña
He dormido mal, al principio, pero luego bien. No he llegado a ver estrellas, ni luna. Cuando me he levantado a orinar (lo he hecho sin salir del saco), el cielo estaba encapotado; por el sur y sudeste se veían dos grandes haces de luz: ¿Figueira da Foz y Coimbra? Y por el norte: ¿Aveiro? Después de orinar he dormido mejor. Me despierto a las seis, pero decido seguir tumbado un rato más; pasan las 6:30h y sigo tumbado y ¡cosa inaudita en mí!, durmiendo en playa, pocas veces he aguantado, dentro del saco, hasta tan tarde; me dan las 7:20h. Me visto y salgo de la duna a la playa. Veo a un pescador en la orilla; me acerco y hablo con Alamiro. Se ríe de mi viaje. No lo concibe, pero se enrolla bien. Tiene echadas dos cañas con perchas de sujeción que yo no había visto nunca hasta ahora y está poniendo el cebo a la tercera (no escribo isca, porque me parece que es cebo artificial). Las perchas de sujeción dan tema a la conversación; algunas se las construyen ellos mismos. Me dice que, en la praia de Palheiros encontraré servicios. Dice que se llaman palheiros porque antigamente construían las casas con palos de madera, cuando las vea, algunas me recordarán a palafitos, ya que las hacen algo elevadas para preservarlas de la humedad y dejando correr el aire por sus cimientos; palheiro es también un pajar. Le gustan mis diseños y, si conoce alguno de los lugares dibujados, hace algún comentario complementario y enriquecedor. He sacado foto a Alamiro; nos despedimos estrechándonos las manos y me desea buen viaje. El último pescador del grupo tiene perchas bajas que pone verticales o inclinadas a conveniencia. La mayoría de los pescadores pescan con la caña en la mano, caminando, recogiendo y tirando (como hacía mi padre cuando iba al río a pescar truchas con cucharilla), o las dejan clavada en el suelo, sin artilugio alguno. Hay que tener en cuenta que, cualquier artilugio que se emplee, es un peso adicional a llevar encima y si la jornada de pesca ha sido generosa, todo peso extra es mejor evitarlo. Lo entiendo mejor ahora que voy más sensibilizado con el peso de mis mochilas.
Manuel es padre de Xaime
Dejo atrás a los pescadores matutinos y sigo adelante. Desviándome hacia la duna, consigo pasar a un grupo de gaviotas que están en la arena húmeda de la orilla, sin que se asusten y emprendan su vuelo. Esta es una acción con la que se puede entender la dificultad que hay para obtener los kilómetros diarios que hago. Otro dato, que hace difícil calcular el número de kilómetros, lo da el hecho siguiente.


Cuando voy por la orilla calzado, busco el suelo más firme, pero como el mar siempre está en movimiento y no hay uniformidad en la arribada de la ola, mis pasos no van siempre en línea recta, sino que van salvando la ola para que no me moje las sandalias; así subo a arena más seca o bajo hacia arena más firme y húmeda. A veces, hay que alterar el ritmo y escapar de la ola. Veo a un pescador que está recogiendo la pita en el carrete y que acaba de enganchar en el anzuelo un pez; cuando lo saca a la vista, lo veo tan blanquito que no me parece, pero él asegura que es un robalo. Le digo que ayer en el mercado de Figueira da Foz, vi unos cuantos y que eran más grises; entonces le da la vuelta y, efectivamente, es gris. Para asegurarme, le pregunto si es el equivalente a nuestra lubina, y no sabe decirme. Cuando ya me iba, vuelvo a preguntarle el nombre; y me dice: “Manuel” y al decirle que estoy caminando por la costa, me responde: “ya sé, te vi ayer hacia las siete de la tarde”. Le comento que hacia esa hora yo estaba hablando con Xaime, me responde: “Xaime es o meo filho”. Tiene gracia; ayer no hablé con él mientras hablaba con el hijo y, al día siguiente, hablo con el padre. No es sorprendente que estuviera informado de mi viaje. El robalo pescado era el tercero de la mañana de Manuel. Más adelante encontraré a un pescador tumbado, en decúbito prono, pero vigilante (no como ayer Xaime, que estaba cansado) del deseado vibrar de la punta de sus tres cañas.

Desayuno en un palheiro: pastel de yema y almendras delicioso
Acercándome a Palheiros da Tocha, cuatro mujeres inician su paseo matutino por la orilla. Encuentro sitio para desayunar en la padaria pastelaria Princesinha da Tocha, enclavada en una de las casas típicas que dan nombre al lugar. Pido mi descafeinado con leche habitual, un croissant rico normal, pero, el de ovos (mezcla de yema y almendras) es exquisito, a más de estar quente (caliente). Pago (2,70€), cojo agua, cago, me hago un lavado de gatos y me pongo a escribir. Estaré casi dos horas escribiendo en la nueva libreta. El sol ha podido con las nubes y me he tenido que poner la visera durante la escritura, pues estoy en la terraza.

Busco oficina de Información; al bajar la cuesta, veo una cabina de teléfono y me parece que la hora en Donostia puede ser buena para llamar; pero no quiero que me cierren Turismo. A la vez veo anuncio de venta de frangos asados y hago mi plan. Bajo a Información; la oficina está en una antigua casa de palo (de madera) que, en un principio, eran palafitos elevados sobre el agua, según veo en una reproducción, en pequeña maqueta, que me enseña la encargada; es una chica joven muy amable, pero no tiene carimbo. Cuando salgo de Turismo, me olvido del teléfono y voy a coger un frango para comerlo en la playa, pues he desayunado tarde, pero me dicen que debiera haberlo encargado antes. Así que mi gozo en un pozo.

Primera experiencia de selección de pescado tras la Xávega  
Salgo a praia y pregunto al nadador-salvador la distancia a Palheirão y me dice que unos seis kilómetros y que allí hay un bar que, aunque no dan comidas, algo darán. Con esta información voy más tranquilo y disfrutando del final de la mañana. Saliendo de la playa urbana, llego a un lugar donde está arremolinado en la orilla un grupo de gente variopinta.

Un tractor arrastra, con una cuerda que viene del mar, una red. Me dicen que este arte de pesca se llama de circo (círculo) y arrastre. Días más tarde sabré que tiene el nombre de Xávega (también en el Diario Vasco del lunes 12.09.2011 en págs 88-89, hay un artículo: “Xávega. Pesca de arrastre con tractores”. Para el que quiera más información).


Dos chicos acarrean baldes de agua de mar; uno llena el cubo en la orilla (lo véis en la foto saliendo de la ola), anda dos o tres pasos, y se lo pasa a otro que lo vacía en una gran cubeta; no les importa que caiga algo de arena. En círculo, sentados en el suelo o acuclillados, alrededor de la red que han sacado, llena de peces y arena ( pues el agua ya ha ido buscando su camino hacia el mar), un grupo de pescadores selecciona el pescado. Si tiran alguno que no sirve, o no tiene valor en el mercado, siempre hay alguien esperando dispuesto a cogerlo pues, no tener posibilidad de ser vendido no quiere decir que sea malo para comer en casas menos exigentes. Saco una foto general y alguna otra particular y me voy.

Un mirón que no gusta a los nudistas
Sigo adelante y, en zona solitaria, después de haber andado mucho y de haber pasado a una pareja desnuda tras su paravientos, dejo las mochilas en la arena, cerca de la orilla, y me doy un baño. ¡Qué delicia! Arriba, en la duna, hay un chico que, me parece, está leyendo. No opinan lo mismo los del paravientos, ya que el hombre se levanta y se acerca a recriminarle: “¿no tienes en toda la playa otro sitio para ponerte?”; por lo visto, ha llegado más tarde y se ha puesto encima de la duna para ver lo que hacen; por eso, la pareja está incómoda. Yo no he oído nada, sólo he visto al hombre gesticular pero, al poco tiempo me he supuesto la conversación, porque el joven se levanta y se va. Al volver el hombre del paravientos y mirarme, veo que lo empieza a quitar. Le digo que por mí no se vaya que, en cuanto me seque, me voy a ir. Como yo también estoy desnudo, me dicen que no tienen ningún problema, y la mujer me lo confirma, y que lo van a cambiar de posición porque ha variado la dirección del viento.

Paseo un poco para secarme y veo que otro hombre ha instalado su paravientos en un lugar anterior, por donde ya he pasado. Observo que el joven “mirón” expulsado, se vuelve a ocultar, tras unas plantas dunares y con la mirada puesta en la pareja que lo invitó a marchar ¿son conscientes de ello? Me despido de ellos con la mano, de lejos y me voy hacia la parte más urbana de la praia de Palheirão.

Buscando un sitio para comer donde no hay: Palheirão
No se ve chiringuito alguno y salgo de la playa por camino de madera. Detrás de las dunas hay una construcción que, al acercarme, compruebo que está fechada por todas partes. Vuelvo a la playa y la nadadora-salvadora me dice que no lo abren hasta 6ª feira, que es un acuerdo que tienen un grupo de dueños de chiringuitos, para no hacerse la competencia y redistribuirse las ganancias; lo peor será para el gafe que siempre le toque abrir el suyo los días malos en que va menos gente a la playa. En vista del éxito y que no me va a quedar más remedio que quedarme sin comer (sueño con frango asado), paso la zona vigilada y sigo adelante, hasta que vuelvo a ver gente desnuda.


Uno, con el que había coincidido delante en la pasarela, coloca su paravientos en la penúltima posición; “pelín” más lejos y también más atrás, cerca de la duna, está colocado otro. Yo me coloco en zona intermedia, con arena seca, donde he visto dos palets y los he colocado en vertical por la parte ancha, para que me hagan de paravientos, cubro de arena los intersticios y me protejo con las mochilas; parece que estaré bien y me voy a dar un baño a la orilla. Me seco al aire y me vuelvo a mi sitio. La playa está asquerosa, llena de restos traídos por el mar y el viento; hace días que estoy viendo un objeto plástico hueco con forma irregular y que tiene grabada la palabra Niger; cuando presente el dibujo que voy a hacer ya lo veréis. Pienso que puede corresponder a la carga de algún barco que, en su día, fuera envestido por mar bravío. Además de los dichos hay, hacia el sur, otro paravientos con pareja desnuda e hija en top-less y otro con pareja desnuda y dos perros. A mi altura, pero más hacia el mar, un chico desnudo que, de vez en cuando se levanta, otea el horizonte, como esperando a alguien que nunca llega. Como no tengo qué comer, termino las pipas de calabaza compradas en Sitio. ¡Ya tenía ganas de que se acabaran! Aunque tengo agua, me olvido de beber. Es algo que me ocurre a menudo; mi cuerpo no me lo demanda y yo me olvido fácilmente. Complemento las pipas con la última naranja de las tres que compré en el Mercado de Figueira da Foz. Como el chiringuito de Palheirão estaba cerrado, esta ha sido mi frugal comida. En mi lista aparece la playa de Palheirão como de nudismo tolerado y pone: “Extenso litoral prácticamente virgen de más de 15km. de longitud, sin apenas poblaciones cercanas excepto la pequeña Palheiros de Tocha y un camping, respaldada por las dunas de Quiaios, no cuenta con ningún tipo de servicios, acceso por carretera IC-1 hasta la carretera forestal nº 1.”
Una proposición deshonesta: emular a un dios diseñando un hombre
Va pasando la tarde y, como el chico que estaba con la nadadora-salvadora me ha dicho que hay unos 8km hasta la praia de Mira, calculo que me puedo quedar en esta praia de Palheirão hasta las 18:00h. El chico que está a mi par y que cuando hemos coincidido en la orilla o cuando he pasado por su lado al volver a mi sitio, en ningún momento, ha hecho ni mención de saludo, sigue sin recibir la visita esperada. No tengo ningún dibujo con figura humana en todos los diseños que he hecho y se me ocurre acercarme y preguntarle si tendría algún inconveniente en que yo le dibujara, pues no me parece correcto dibujarle sin su permiso. Su respuesta es contundente y con voz de malos amigos: “no tengo ningún interés en que tú me diseñes”. Con esta respuesta que no da muchas opciones, más bien ninguna, retorno a mi sitio, nunca mejor dicho, con el rabo entre piernas.

Ante esta negativa, busco una alternativa, y decido dibujar la sombrilla y paravientos de la pareja de los perros pero, cuando voy a empezar, veo que empiezan a recoger y se van. Con este nuevo intento fallido, decido dibujar algo menos humano (y menos divinbo) y que no se me vaya y, con todos los detritus (yo les llamo regalos marinos) que encuentro a mi alrededor, organizo un bodegón digno de Solana y lo voy dibujando. Como mucho de lo humano es cuestión de imaginación, cuando ahora lo miro, siempre veo un cuerpo joven desnudo, con cabeza, tronco, extremidades y, hasta con zapatos (al menos la suela de uno); el cuerpo se lo lava con Sanex. Todos se van yendo de la playa. Llega otra pareja de chicos y se sitúa en posición previa. Otra pareja de chico y chica siguen un poco más al norte; hasta que no pase, cuando me vaya, no sabré que están con bañador. Por tanto, en la zona, sólo quedamos el que llegó a la vez y el de junto a la duna; pues el del intento de diseño fallido también se ha ido. Terminado el dibujo y me tumbo. El viento ha arreciado y me da en los cataplines, así que, aunque había previsto estar allí hasta las seis, me voy antes. Debido al viento, el tramo siguiente que podría haber hecho desnudo, lo haré vestido ¡Lástima!

Cenaré frango grelhado donde los inventores del sistema
Voy descalzo por la orilla, ya que al llevarlos mojados por la ola, me alivia bastante los pies, sobre todo el dedo pequeño izquierdo y el gordo derecho, que vuelve a tener ampolla. Veo gaviotas ¡muchas gaviotas! Un barco con carros de redes, tractor y cajas, preparados para iniciar xávega ¿mañana? Luego, en la entrada de Mira, veré otro conjunto similar.

Veo una pareja para preguntar pero, para cuando llego, ya ha abandonado la playa. Veré a una pareja desnuda en la duna, pero aquí, las dunas ya están a considerable altura, que más parece una falésia y están como  alejadas de la playa; incluso dan la impresión de que no tienen acceso a ella, o lo tienen muy difícil. ¿O lo tienen hacia el lago?


En el último tramo de dunas altas, se verá bastante movimiento, con mezcla de gente vestida y desnuda. Hoy, con el viento que hace, quizás estaría más justificado protegerse en las dunas. Con paravientos rojo, veré a dos chicos desnudos y da la impresión de que están en un paseo donde el nudismo no se oculta, pero las dunas siguen quedando muy alejadas del mar. Luego, cuando me asome, me entrará la duda de si esas dunas altas no tienen mejor acceso al lago, pero ya no tengo ganas de recular para comprobarlo. Me costará llegar a la que creo última praia y hasta que no llegue a un grupo de mujeres y niñas que me lo aseguran, no sabré que las casas del fondo ya son Praia de Mira.
Cuando creo que ya he terminado la playa y llegado a la población, todavía me quedará una última playa y me desespero; una mujer me dice que puedo subir por pasarela y seguir por carretera. Salgo a estrada, me calzo y empiezo a andar; un chaval se me queda mirando y le saludo: “boa tarde” y, al contestarme, aprovecho para preguntarle por un restaurante y me orienta hacia uno con la especialidad en frango grelhado “¡Parece que me ha adivinado el deseo!”, pienso. Primero, he salido al lago y allí he visto que está el mayor atractivo del lugar y donde tienen todos los artilugios de recreo acuático, especialmente atractivos para los pequeños. Con los datos que me ha dado el informante de frango, lo reconozco nada más llegar a Praia de Mira y, sin buscar más, allí me quedo. Se trata de O Canas III. Aunque son las 19:30h, pregunto a qué hora empiezan a dar las cenas; me dicen que puedo cenar ya, cuando quiera y, como no he comido, sin ver la carta, pido frango grelhado (asado), de petisco, me quedo con las aceitunas negras (que están riquísimas), sopa de hortalizas, ½ jarra de vino, copa doce (dulce), que también está muy rica y descafeinado; todo por 13,30€ que pago en metálico. El frango es ½ pollo, con patatas fritas y arroz (que ha sido lo primero que he comido), y ensalada, que pediré para aliñar y comeré antes del postre. El camarero que me ha atendido se llama Tómané y le encanta lo que le cuento y más cuando le enseño los diseños. Cuando le quiero pagar con Visa, no entiende lo del 4% de comisión que me cobra el banco por sacar dinero (mi dinero). Pensaba ver el sistema de asar el frango y comparar con los de Figueira da Foz, ya que no he visto en ningún otro sitio, pero se me olvida al salir. Tómané me ha asegurado que ellos fueron los pioneros en asar los pollos de esa forma tan peculiar y que resulta tan rico y bien aliñado con su mejunje de plantas aromáticas.

Dormiré protegido por tinglado de pescadores que respetan mi sueño
Tómané me orienta a la salida. Voy buscando cabina de gasolinera, pero allí no encuentro teléfono y salgo al paseo de la playa. Hablo con Mikel y le doy la enhorabuena por su, ya menos lejana, paternidad. Vera me dice que ya ha abierto el paquete y que Koro, su suegra, ya ha recibido mi postal. El embarazo marcha bien; ya le ha dado la noticia a la tía Sagrario y espera a la primera revisión ginecológica para decírselo a la tía Luchy. Con estas noticias, salgo a praia, hacia dunas; está oscureciendo y, nada más pasar una caseta, elijo el lugar para dormir. Hay una puerta muy pesada, que me cuesta mover para ponerla de paravientos apoyándola en rueda de tractor y en valla metálica; aplano la arena. ¡Malo será que salgan a pescar a las cinco de la mañana! ¿Y si tienen que bajar barca con tractor? Con la puerta protectora, el viento ha desaparecido y sólo me da un poco en el saco, en la parte de los pies; he tenido que bajar al mar para lavarme las manos, ya que la herrumbre de los herrajes de la puerta, me las ha dejado indecentes. A las 22:00h ya cierro los ojos, pero me costará dormir: no es de extrañar, tras una cena tan copiosa. “¿Sería descafeinado?”, me cuestiono; pero luego dormiré bien. La noche está estrellada, pero no veo luna; las estrellas no están tan nítidas como en noches anteriores, puesto que la población produce contaminación lumínica. Una vez me levanto a orinar y, apoyado en la puerta, meo lo más lejos que puedo (lo que me permite mis 62 años) y así no mojo el saco. Credencial: con fecha de hoy tengo un sello en verde de Guarda Nacional Republicana pero no puedo recordar dónde me lo pusieron; por efecto del agua, se me ha ido borrando una parte y no logro reconstruirlo; el escudo es similar al del farol de Barra, así que lo pusieron en la zona, pero sólo consigo leer: “Brigada” “G Ter” y “Posto de”.

Otro día en que casi no he salido de la playa, salvo el rato de Palheiros da Tocha. Día tranquilo y disfrutando de nudismo, aunque el acompañamiento haya sido escaso. Tiempo bueno pero viento excesivo que no me ha perjudicado demasiado. Llevo hechos 25 dibujos. Sigo bien y disfrutando.

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