miércoles, 4 de enero de 2012

60.3 Previos a la caminada

60.3 PREVIOS A LA CAMINADA


Cuando voy por carretera suelo entretenerme con la construcción de palabras que tengan sus consonantes. En mi juego de matrículas, veo en el garaje de casa FPN, que me sugiere: Federación de Países Navarros, para cuando se produzca la unificación de Euskal-herria, y es la matrícula de una moto. Al llegar a Sevilla, veré FPV (Federación de Países Vascos). 28 de mayo de 2007. Despedidas de Gurutz y Hugo, colaboradores conmigo en el Cine Club Cinema Paradiso de Irun; también quise despedirme de María José, recientemente enviudada de mi amigo en el Foro Ciudadano Irunés, Ángel Lumbreras. Ángel había colaborado con nosotros en el Cine Club, presentando la película El tren de la memoria, dentro del ciclo “Cuando Irun era puente hacia la emigración”; además de presentarla, hizo una semblanza del Irun de la época, contestualizando la película, con algunos datos curiosos de aquel período y nos habló del cine club de aquellos tiempos, donde él participaba, así como Abdón Francés, quien no pudo presentarla por hallarse fuera en aquellos días de abril de 2007. Unos días previos al 13 de abril, Ángel ya se había sentido mal de salud y peligró su presencia en el acto pero, felizmente, se recuperó a tiempo y pudo hacer la presentación. Para la segunda película del ciclo “Un franco, 14 pesetas”, invitamos a su director, Carlos Iglesias, que llegó a Irun junto a Iñaki Guevara, colaborador y  también actor en la cinta y quienes la presentaron y respondieron en el coloquio. Aquella noche cenamos en La Hermandad, en Hondarribia donde, Ángel, Carlos y yo compartimos rodaballo, era la noche del 27 de abril; los miembros organizadores del cine-club Cinema Paradiso, disfrutamos tanto con la película como con la cena y a Ángel se le veía feliz de verse en la oportunidad de charlar con Carlos Iglesias y de su película, que tanto le gustaba. Lástima que en mayo nos dejara. Supongo que entenderéis mi interés por despedirme de su viuda, Mª José, también socia del Foro Ciudadano Irunés, y amiga. No estaba en casa, así que lo hice a través de su hijo, el ingeniero (uno de los dos ingenieros), que estaba en la ventana de su casa; de no haberlo encontrado, habría ido donde otro de sus tres hijos, que tiene su establecimiento de venta y cuidado de bonsays en el mismo solar.
Con Carlos Iglesias e Iñaki Guevara, estuve el día siguiente, sábado, 28 de abril de 2007. Carlos es más conocido en el mundo televisivo por su papel de Benito en la serie Manos a la obra y así, como en ese papel bonachón, es en la vida real. Fue un regalo para mí tener la oportunidad de conversar con él; hablamos de lo que había hecho hasta ahora, de lo bien que estaba funcionando su primera película y, sobre todo, de su proyecto para la segunda: narrar un viaje entre Moscú y los Urales de los “Niños de la Guerra”, un colectivo de personas que, siendo niños, fueron enviados a Rusia, por acuerdo entre los representantes de la República Española y el Gobierno de aquél país. Previamente, le había preparado unas entrevistas para la tarde, con algunos supervivientes, en Alaberga, Errenteria. Por la mañana dimos un paseo por la Corniche francesa, Chateau d’Abadie, Bahía de Loia, etc.; comimos besugo en Txulotxo, en Pasai Donibane y, por la tarde, iniciamos las entrevistas; Carlos preguntaba, Iñaki tomaba nota, la grabadora registraba. No voy a narrar todas las entrevistas, pero me emocionó especialmente la que se le hizo a Luis González Martín, quien dio un dato que obligaba a Carlos a variar un aspecto importante del guión. Tuvo Carlos que apagar la grabadora, para que Luis contara algo que no quería contar y que tenía que ver con la venta de ropa de abrigo para conseguir dinero, ya que no disponían de él; fue en vano, ya que les confiscaron los rublos obtenidos indebidamente. En general, todos los entrevistados estaban agradecidos al comportamiento de las autoridades y del pueblo ruso y a las oportunidades de estudio y trabajo que se les brindó; alguna de las mujeres entrevistadas, tenía hasta dos carreras, que les permitieron trabajar en su oficio mientras vivieron allí. Bueno, después de estos dos días intensos, al pasar por Madrid, camino del sur de Portugal, intenté citarme con Carlos, pero pretender entrar en Madrid (él vive en las afueras) a esas horas de la mañana era algo impensable, así que tendría que esperar al 2008 para que el encuentro en Madrid se produjera. Dejaremos, pues, para entonces el comentario sobre Ispansi, que sería el título definitivo de la película sobre los “Niños de la guerra” y que, finalmente, se estrenó en 2011.
Y ya que estamos con cine, contaré una cena de despedida que organicé en el Restaurante Ibaiondo de Irun (que también ha desaparecido, tras unos balbucéos de continuidad, tras la jubilación de su dueño y cocinero. Parece ser que un nuevo cocinero lo va a intentar de nuevo este mes de octubre de 2011, cuando escribo). Para no liar más, estamos en 2007. En esa cena, en el Ibaiondo, estuvimos el matrimonio formado por los miembros del cine-club, Gurutz Albisu (quien, por fin, presentó este año de 2011, su libro sobre José María Zabalza, un director de cine irunés, texto con el que llevaba cuatro años trabajando) y Carmen González; también me acompañaban Jokin Elkoroberezibar (con quien compartí piso en un momento difícil de su vida, hasta que se ubicó con sus niños en un piso en Hendaia) y su compañera de entonces, también, Carmen. La cena estuvo bien en la relación calidad-precio, como siempre que comí en Ibaiondo, por lo que siento que se cerrara; allí siempre fui muy bien atendido por Lourdes, que espero haya podido colocarse de nuevo. Mis amigos me regalaron un libro sobre las rías de Galicia, las Baixas, que luego completé con las Altas, y que son un deleite para aquel que ha caminado por ellas, pues desde una visión aérea, puedo componer y descomponer esos caminos en los que tanto disfruté. Sería precioso seguir completando todo el litoral ibérico con estas visiones aéreas. Otro regalo, fue una toallita que pesa y abulta muy poco; es de Cascade Designs Ltd. y muy útil para viajar. También una pulsera ahuyentamosquitos. Completaba el conjunto de regalos un cuenta kilómetros, que regulé antes de salir, con arreglo a mi zancada. Fue un elemento que me informaba del número de kilómetros que hacía al día, pero eso fue más en la teoría que en la práctica; en la realidad me creaba más tensión que beneficios pues, a veces se me olvidaba ponerlo en marcha al iniciar la caminada de la mañana y ya ese día, las distancias las tenía que calcular aproximativamente. Por otro lado, no cuentan lo mismo los pasos dados en terreno llano, que en aquellos terrenos más irregulares, con hundimiento en arenas de playa o dunas; o cuando se va por rocas o por un acantilado irregular. Normalmente se coloca en el cinturón; como yo no lo uso, me lo colocaba en el bordillo, cinturilla, del pantalón, pero ¿dónde te lo colocas cuando vas en bolas? …, así que cuando lo perdí entre las playas de Figueira y Furnas, en tierras de Vila do Bispo, antes de llegar a Sagres, ya en la parte final sur del Algarve, me dio pena, por ser regalo de mis amigos pero, a la vez, me supuso una liberación. ¡Bien perdido!  
Por la mañana, después de despedirme de mis nietos, a la entrada de la ikastola de Julen, el mayor, y de dejar al pequeño en el autobús de preescolar, me despido de mi hija Sara; no le agrada que no lleve el móvil, pero estoy convencido que me va a crear más problemas llevarlo a Portugal, que las ventajas que voy a sacar teniéndolo (problemas de carga, de batería y de saldo, gastos de llamadas no deseadas, etc.). A las 19:30 devuelvo a Gerardo García el proyector que me dejó para hacer la exposición en el Amaia de Irun de mi viaje del año anterior, en el espacio “En busca de tu aventura” y guardo algunas cosas en el trastero, para ello, tengo problemas con una Yamaha que está aparcada delante de la puerta; ¡cómo pesa la condenada moto! Ceno huevos fritos, bajo la basura y dejo plato, sartén y cubiertos sin fregar (menos cosas que el año pasado y espero no recibir bronca de nadie), pues no quiero apurar demasiado la hora de salida del tren.

Sale con puntualidad de Irun. Es una pena que estos trenes nocturnos desaparecieran, eran una solución para ir a Barcelona o Madrid, ya que viajando por la noche, permitían hacer enlace por la mañana para continuar hacia Levante o hacia el sur. De Irun a Donostia viajo solo en mi departamento y, en esta primera parada montarán tres más: un señor mayor, que parece que no va en muy buenas condiciones, otro chico al que le parece bien que los policías vayan de paisano y con vaqueros (uno de ellos pone mucha atención con mi carnet de identidad) y un joven panameño que acaba de finalizar un curso de alta cocina impartido por Berasategi, que se vuelve a su país para luego ir a estudiar a New York y Miami, con idea de establecerse después en Panamá. ¡Suerte! ¡A dormir!

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