miércoles, 4 de enero de 2012

Etapa 29 (89). Praia da Ursa-Ericeira


Etapa 29 (89). 27 de junio de 2007, miércoles (4ª feira). Praia da Ursa-Adraga-Praia das Maças-Azenhas do Mar-Magoito-Samarra-São Julião-São Lizandro-Ericeira.


Mañana junto a la Osa Mayor
Al despertar, la mañana está nubosa; son las 6:00, pero aguanto sin levantarme hasta las 6:20h y, para las 6:35h ya estoy en marcha. El camino recomendado es mucho mejor que el de ayer y llega a la misma explanada donde estaba el carro de Frederico, pero resulta demasiado “heavy” para arrancar por la mañana.















Alejamiento de Cabo da Roca y Ursa
Salgo a la estrada que lleva al faro y, cuando creo que voy a ir hacia Azóia, por donde vine ayer, y que me llevaría en dirección Sintra, veo un camino que toma dirección norte, más hacia la costa, y que me da muy buenas sensaciones. Está señalado con tres franjas: branco, bermelho y amarelo y, aunque no siempre serán esos tres colores, por él llegaré a praia Adraga.





En Adraga
Pregunto a un hombre que limpia la calzada con una gran máquina limpiadora; él va en la cabina y, como no oye mi pregunta, apaga el motor para atenderme. Me da una información importante: me dice que Adraga no se comunica con praia Grande.




Ya había visto al bajar, en el cruce, que la indicación praia Grande iba en otra dirección. Bajo a la praia Adraga y saco foto metido en su cueva más al sur; me despido del hombre y sigo la playa y el camino señalado. El camino será ascendente hacia la falésia, e iré muy bien hasta divisar desde arriba, primero la playa dejada atrás, Adraga, y después praia Grande, pero luego me perderé en una señal de peligro, me llevará el camino hacia la estrada, que me obligará a pasar de largo esta última playa.


Praia Grande
Como ya tengo foto y ganas de desayunar, no me preocupa mucho. Pregunto a una mujer que está reponiendo bolsas en los cubos de recogida de basuras, y me dice que el pueblo que veo al fondo es Azenhas do Mar y que la playa intermedia es praia das Maçãs. Le pregunto si el camino me llevará, pero ella sólo lo ha hecho por la estrada pero, si quiero investigar, que lo haga. Me animo a intentarlo y no tendré más inconveniente que tenerme que descalzar para cruzar un pequeño río. Un señor que está colocando su sombrilla en la playa me dice que es praia das Maçãs y que cafetaria y pastelaria (bien acentuadas las dos “íes”) la encontraré arriba. Llego a Café Chitas a las 9:10h y desayuno (2,40€) pero no recuerdo qué es lo que desayuné, ya que no lo apunté. Pago, me echan el carimbo: Café Chitas. José Mateus Pires Coelho. Av. António García de Castro. Praia das Maçãs 2710 Sintra. Después de escribir un buen rato, a las 11:30h me voy.

             Hacia Azenhas do Mar con tres mujeres
Cuando voy por el acantilado, llega un coche del que bajan tres mujeres; como van en mi misma dirección, vamos charlando juntos un rato. Me centro en una de ellas, que lleva escondido un rosario bajo el sobaco. Les hablo de mi viaje y ellas me cuentan que después de Azenhas encontraré praia Aguda.




Azenhas do Mar
Como las tres mujeres terminan el paseo y se vuelven hacia su carro, nos despedimos y continúo por ancho camino al borde del acantilado; llegando a Azenhas do Mar saco desde arriba una piscina natural, que se va llenando o vaciando según sube o baja la marea. Bajaré la cuesta, subiré otra y no encontraré otra cosa de interés hasta la salida del pueblo, donde veo una casa casi totalmente blanca y con las tejas del tejado pintadas de blanco.














Una bajada peligrosa a la praia de Aguda
Al llegar a una plataforma con coches aparcados, pregunto y enseguida encuentro la señalización. Empiezo a bajar hacia praia de Aguda por escaleras en muy buen estado de conservación pero, a medida que voy bajando, la escalera se va deteriorando: primero por la humedad producida por el agua de la fuente y luego por la mala canalización de la sobrante. En la parte final el deterioro es tal que resulta peligroso llegar a la arena. Una vez en la playa, veo a una mujer entre sombrillas y paravientos y dos chavales jugando y bañándose en la orilla; nadie desnudo. En mi lista de playas, Aguda aparece así: “Magoito/Fontanelas. Nudismo tolerado. Larga y estrecha playa con fuerte oleaje, rodeada de acantilados y huertas, alejada de poblaciones excepto Fontanelas que está relativamente cercana, no cuenta con ningún tipo de servicios, el acceso puede hacerse en coche hasta un aparcamiento próximo situado en la parte alta del acantilado.” (No dice nada del deterioro del acceso; y este día, el oleaje era suave). Voy hacia la izquierda más sur, donde hay dos pescadores y veo que, cuando suba la marea, aquella zona se quedará sin playa, así que continúo hacia el norte.

Me engañan como engañaban a un chino
Una pareja va delante de mí y se para para colocar su paravientos e instalarse allí. Sigo adelante y me da la impresión de que es muy improbable que esa playa comunique con la siguiente; no coincide el nombre que ellos le han dado y, para quitarme de en medio, él me dice que la zona nudista es al sur, donde dejé a los pescadores. Sigo un poco más al norte y, como no tengo intención de dejar la playa sin bañarme, retrocedo y me desnudo entre ellos y la señora de sombrillas y paravientos que vi al principio, a distancia suficiente como para no molestar ni ser molestado; me doy un baño, me seco al aire, me tumbo al sol, dos o tres cambios de orientación, me adormilo sin dormirme y, hacia la una, me visto y me voy hacia el mal arranque de la escalera. Es denunciable, pero resulta más fácil subir que bajar. Ya arriba, veo la indicación Magoito que, además de playa, es un pueblo y me da la sensación de que también fuera un monte. El camino por la falésia sigue siendo bueno. Al llegar a la altura de donde se ha quedado la pareja, me asomo al precipicio y veo que el muchacho está desnudo. “¡Cabrón!”, pienso, “¿querías toda la playa para estar en bolas sólo tú?” Aunque quisiera espantar al posible mirón, no tenía por qué haberme mal informado, mandándome a lugar indebido. Dejemos espacio a la duda; a lo mejor, pienso también, “se ha animado a desnudarse al verme desnudo a mí”.

Buscando comida en Magoito: Maria Buxinha
Llego por la falésia a la praia de Magoito y pregunto por algún sitio para comer. Me orientan hacia un restaurante carísimo pero que, por suerte, es el día de feira en que está fechado. Sólo me queda otro, y hacia él voy. La chica que me atiende, poco simpática al principio, mejorará después. Pido caracoles y filete con huevo y patatas fritas. A pesar de mi advertencia: “sangrante, muy poco hecho”, me sacarán el filete muy pasado; en los caracoles me han aparecido dos gusanos; quizás fueran los que les daban ese sabor tan aromático; se los enseño a la chica, los mira, pone cara especial, y vuelca sobre ellos, que están nadando en la salsa, las cáscaras vacías. Un cliente exigente habría pedido indemnización por daños y perjuicios; otro menos exigente, pediría que no le cobraran el plato; un francés, por decir uno de nacionalidad que come caracoles, habría dejado de comer el resto al aparecer el primer gusano; y un inglés habría sido imposible que pidiera caracoles; yo me he limitado a enseñárselos a la camarera, sin mayor ánimo de lucro; a pesar de ello, los he comido a gusto.

Bomberos de Sintra
Mientras como, llegan los bomberos, creo que para nada; el caso es que, al rato de llegar, se meten en el bar. Hablo con alguno de ellos y, después de ver el letrero a la bajada de Ursa (después veré otro igual o parecido en el entorno del parque natural) en el que el municipio de Sintra se desentiende de lo que le pueda pasar al caminante poco precabido, me atrevo a preguntarles: “si hubiera incumplido la advertencia y me hubiera pasado algo, ¿habrían ido a salvarme?” Me aseguran que habrían intentado rescatarme vivo o muerto. Eso me da tranquilidad, aunque muerto no habría podido disfrutar de las maravillas que todavía me quedan por recorrer y conocer. Les cuento mi viaje y les parece estupendo y, cuando salen del bar, les sigo para sacar una foto de lembrança, que serán dos, pues me sacan también una con ellos y una bombera.

Ellos se van y yo me quedo escribiendo postales, al menos las grandes, y llega una pareja francesa e intervengo para explicarles qué son las coquilhas ¡en buena hora me he metido a redentor!; no les aclaro nada. Se trata de Natalie y Jean, que se les ha hecho muy tarde para comer, ¿quizás tuvieran intención de cenar? Como son franceses y allí cenan tan temprano… dejémoslo en merendar. He pagado 10,65€ con Visa-Lector 10 y no recuerdo qué bebí; recojo todo y me marcho.

Pescadores que me aseguran que no llegaré a Ericeira
Voy por la falésia y me encuentro con cuatro pescadores: Humberto, con el que comparto más ideas; José, que no destaca por nada; Matos, que se define a favor de ETA: cree que gracias a ETA España ha avanzado, que los sindicatos abertzales han sido motor de cambios sociales; yo le contradigo, al menos respecto a la organización terrorista. El cuarto es João, un chavalin que apenas dice nada. Calculan que para llegar a Ericeira necesitaré más de cuatro horas y se me hará de noche, y no les faltará razón. ¡Pero llegaré!

Al principio, voy bien, como para llegar en dos horas, pero por mucho que busco, no encuentro la praia da Vigia que, según mi lista pertenece a Assafora, que está en interior, y también de nudismo tolerado, como serán las siguientes de la lista: “Estrecho y largo arenal respaldado por un alto acantilado de origen calcáreo…” No sigo porque no conseguí encontrarla, aunque en la carretera N-247 de São Julião a Assáfora, parte un desvío desde el mirador Vigia de Assáfora. Quien la encuentre que nos cuente. El paseo es precioso pero, con marea alta, no veo más que acantilados con rocas al mar. Poco antes de llegar a Samarra, el camino se empieza a complicar.












¿Una construcción ilegal? Me siento como Cerejo, haciendo investigación periodistica
He pasado por preciosos caminos al borde de acantilados, por un refrescante cañaveral y llego a un lugar donde están haciendo relleno y recibo la sensación de estar siendo testigo de un “pelotazo urbanístico”, como si estuvieran desvirtuando el paisaje, para construir una plataforma con vistas al mar, aunque alejado en altura de las playas. Por de pronto, a mí ya me han cortado el camino magnífico que traía. Saco fotos ¿Descubriré alguna acción ilegal? Me acuerdo de Cerejo, de Público. Llego a un lugar que ya ha sido rellenado donde dos perros me ladran y se acercan, mientras la dueña es incapaz de llamarlos al orden.


Saco foto a un camión descargando piedra y arena. Al conductor del camión no le gusta que saque foto y me llama la atención. Yo me desentiendo y sigo ascendiendo la montaña por el otro lado, siempre hacia el norte. Ya veo la noticia en los periódicos: “Vasco descubre pelotazo urbanístico ilegal”. En fin, basta de novelas.


Me escapo por donde puedo y descubro otro lugar que se está utilizando como vertedero de basuras incontrolado; bolsas de plástico de colores afean el magnífico paisaje; entre esta basura y el relleno, están desfigurándolo por completo. Cuando llego a la cima de la montaña, se me aparece una playa. ¿Será la Vigia buscada?



Un cunilingüis en Samarra
Pues no, señor, no será Vigia, pues praia Vigia ya quedo atrás; se trata de praia Samarra. Esta playa es desembocadura de un río, que forma una playa hacia adentro, de tal forma que la zona que da al mar es estrecha y la franja de arena va del mar hacia el interior. Huyendo del relleno, me meto en otra boca del lobo, puesto que al ir bajando de la montaña hacia la playa, veo que ya hay, al menos una pareja.


Por un camino estrecho, que me va llevando hacia el interior, lograré bajar a la arena; a la vez veo un riachuelo y alguna construcción que me parece muy a propósito para dormir, aunque sigo pensando que está muy cerca de los mafiosos de la urbanización ilegal y me pueden buscar las cosquillas. Cuando voy bajando por la arena hacia la orilla del mar y paso por delante de la pareja, veo que ambos están ajenos al mundo y sólo empeñados en buscarse placer. Él tiene la cabeza escondida bajo la falda de ella (o de él), porque al estar tumbada (tumbado) hacia atrás no veré cabeza alguna.

Lo peor es que ahora ya estoy en el mar y no me queda más narices que deshacer el camino y volver a pasar cerca de ellos. Como la playa no me ha gustado y no quiero pasarme allí toda la tarde, decido volver. El resultado es que, ni a la ida, ni a la vuelta, me han visto, pero, al oir mis pisadas, han parado de trajinar. Ahora ya tengo dos posibles enemigos: los de la urbanización y esta pareja a la que he interrumpido, así que me quedan menos razones para quedarme por allí. Estaré en peligro entre la camorra y los amantes furtivos. Llego al final de la playa, hay un coche 26 CE 05 06/09. Lo que faltaba: 69 y suelto la carcajada.


Decido marcharme por la otra loma de la playa y no me quedará más remedio que pasar junto a propiedades privadas que me harán difícil el acceso. Cuando paso por el otro lado, la pareja ya ha cambiado de posición; ahora harán una especie de misionero invertido; ella arriba, parece que está harta, o aburrida, o él no eyacula ni a la de veinte o es que ya ha eyaculado demasiado pronto o demasiadas veces. Me puedo hacer la película que me dé la gana. ¡Adiós! ¡Salud! Y seguiré por otro tramo difícil de la falésia.

Dos playas que me recuerdan a mis nietos
Paso la parte más difícil del camino y, cuando voy subiendo, veo un gran conejo, al que podré seguir con la vista durante bastante tiempo; después veré otro más pequeño, más rápido y durante menos tiempo.



Cuando van a dar las 20:00h veo una playa muy grande; será la de São Julião (Julián-Julen) y miro en el mapa y veo que la siguiente se llama praia de São Liandro (Leandro-Lander) en realidad, la vista me ha jugado una broma, ya que es São Lizandro, que no sé a qué nombre corresponde en castellano y en euskera, pero es que mis nietos se llaman Julen y Lander y estoy a pocos días de que me anuncien el tercero.


Bajo del acantilado a la playa de São Julião con ganas de darme un baño pues, en todo el día, sólo me he bañado en Aguda; pero se ha hecho demasiado tarde y prefiero intentar llegar a Ericeira. Cuando llego al final de la playa saco foto. Luego debo bajar a la de São Lizandro y tendré que descalzarme cerca del mar para cruzar el río Lizandro; las piedras colocadas a propósito no me daban garantía. Una parejita ejercita el salto de altura.
Dos surfistas me informan
He subido a una zona en la que hay casas. Dos surfistas se están quitando sus neoprenos y vistiéndose y alucinan con mi paseo por sus costas; pocos portugueses lo habrán hecho. Cuando llegues a Ericeira, me dicen, “vete a la pensión Fortunato, bueno, bonito y barato”, pues en la zona donde estamos no hay nada para dormir; luego me lo confirmarán dos mujeres. A pesar de ello, trato de buscar un sitio adecuado y que no tenga que pagar y, así, llego a la Asociación de Amigos de São Julião que considero sería un buen lugar para dormir pero, al mirar de nuevo el mapa, me doy cuenta que entre las dos playas de los santos mencionados, yo había dibujado una flecha para darme cuenta que de allí debiera coger camino y carretera para visitar mañana Mafra pero, como ya las he pasado, me conviene continuar hasta Ericeira, hacer allí dos noches y visitar Mafra desde allí, ya sin mochilas. Con el nombre de Fortunato en la lengua, llego a una gasolinera, donde un gasolinero encantador, con pluma, me dirá el lugar exacto de la pensão Fortunato y del lugar donde encontraré una cabina telefónica, pues quiero llamar a Sara y contarle lo de los nombres de las dos playas que acabo de pasar. Hago primero la llamada, puesto que son las 21:30h portuguesas, equivalente a las 22:30h españolas. No puedo hablar con Sara y hablo con Vera y le explico donde estoy y mi plan de hoy en Ericeira y de mañana en Mafra; le agradezco las fotos que me ha enviado de sus sobrinos, mis nietos, que durmieron en colchoneta nueva azul.
En Ericeira Pensão Fortunato, bueno, bonito y barato
Retrocedo a la pensión, que había dejado pasar, y me atiende el propio señor Fortunato, que me pide 32,50€ por una noche y le contrato por dos, aunque intento regatear y ver si la segunda noche me sale más barata, pero me dice que el precio es por noche. Pago los 65€, pero no lo puedo hacer con tarjeta Visa, así que el poco dinero que pude sacar en Cascais, se me va a ir volando. Me da la habitación nº 8 y recibo del pago de la habitación y mañana me dará los horarios de los autocares para Mafra. Me voy a cenar a Pedra Dura y me tardan mucho en servir; cuando llega la sopa esta templada, casi fría y me la sacan a la vez que los camarones al ajillo; les digo que si los pueden mantener en la cocina para que no se me enfríen también; como la sopa y tardan en volverme a traer los camarones, dos cervezas y postre de almendras flojito y demasiado dulce; el pan me cuesta 0,60€ y el conjunto 16,90€ que pago en metálico. Cuando vuelvo a la pensión, el Sr.Fortunato, que es bastante cegato, ya me ha tomado nota del DNI, pero le cuesta leer los datos. Me acuesto sin ducharme, pues ya estoy muy cansado desde las 6:20h que estoy en danza… He quitado el cubrecama de la cama, también un segundo cubrecama y he elegido la almohada más bajita y blanda; dejo una manta. Mañana ordenaré todo.
Al redactar todo lo anterior, yo tenía el recuerdo de este día como bastante anodino, pero al reescribirlo, veo que me pasaron cosas bastante interesantes: la anécdota de Aguda, los caracoles y los bomberos en Magoito, el movimiento de tierras sospechoso antes de Samarra, más sospechoso si cabe porque se estaba modificando seriamente un paisaje protegido, perteneciente al Parque Natural Sintra-Cascais; algo que me hacía recordar al hotel Algarrobico construido en otro paraje natural como el Parque Natural Cabo de Gata-Nijar; la pareja de amantes sexuales de Samarra, las playas con nombre de mis nietos; los surfistas y la pensión Fortunato. Un día, en fin, repleto de anécdotas.

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