miércoles, 4 de enero de 2012

Etapa 15 (75). Carrapateira-Amoreira




Etapa 15 (75). 13 de junio de 2007, miércoles. Carrapateira-Bordeira-Monte Novo-Vale Figueira-Aljezur-Monte Clérigo-Amoreira.


Una aclaración previa. Cuando digo Aljezur, como punto diferenciado de mi viaje, en realidad no estoy hablando con corrección, ya que en Aljezur estoy desde Praia de Murração y Amado, por las que pasé ayer y no saldré de ese concello hasta que pase al Alentexo Baixo. Al Cocello de Aljezur, pertenecen Carrapateira-Bordeira, y toda la costa por la que pase hoy hasta Amoreira y las fregesías que pasaré mañana de Rogil y Odeceixe.

Me despierto a las 6:00 y me levanto a las 6:15h. Hace fresquito, hago mis caquitas y las tapo, recojo todo y empieza a asomar el sol. Dos fotos de amanecer en la duna.

Con el jersey puesto, me pongo en marcha, descalzo, playa adelante.








Fotos de mar rompiente y rocas, más o menos artísticas; una en especial con pátina verde, mar al fondo y reflejo en arena mojada por delante. A lo lejos se ve que hay alguien.














Luis Freites, de Bordeira
Tardaré en llegar donde este reformado que gana tan poco que tiene que sacarse un complemento con el pescado que le da la mar. Está recogiendo el aparejo de pesca.


Tiene las manos tan húmedas y heladas, que no puede ni soltar los últimos nudos del aparejo. Aunque yo no puedo presumir de habilidoso para esos menesteres, me brindo a echarle una mano y, por lo menos, puede finalizar la tarea. Le toco las manos y las tiene realmente heladas. Me doy cuenta de que lleva la bragueta abierta y le cuelga el pajarito; pensando, luego, es muy probable que esa haya sido su fuente de calefacción, donde se ha podido calentar las manos y, además, ¿no estamos en una playa nudista tolerada? Seguramente será un pantalón viejo que tiene en casa y sólo lo usa para estos menesteres de la pesca; es probable que no tenga ni cremallera, ni botón. Pero estoy casi seguro que ni se daba cuenta y, una vez terminada la recogida, tampoco ha hecho mención de cerrarla. Cuando ya ha terminado de resolver el problema de los nudos, y le faltan unos 20m para recoger, me dice que le lleve el último gancho a donde están los demás, junto al cubo. Al verle con tanto frío, ni me he acordado de preguntarle si ha habido buena cosecha de peixes; pareciera que no hubiera caído ninguno, al menos, en el cubo no había nada, ¿los tendría en otro sitio, en algún saco? Me quedará la duda. Cuando agrupo los ganchos, me despido y asciendo por la falésia, por un camino casi vertical.


Le he sacado una foto en la playa y después otra desde arriba, con visión más del lugar y del conjunto. Me ha costado mucho subir, porque el camino de acceso a la falésia es muy arenoso y los pies se hunden al pisar, dificultando la andadura. Tras asomarme y fotografiarle, ¡adiós, Luis Freites!















Desayuno en la Escuela de Surf
Después de andar más de una hora, llegaré a un cartel con mapa de la zona y que me indica cómo llegar a Vale Figueira, que me queda ya en el trozo cortado de este mapa tan deteriorado; pero de algo me ha servido, aunque antes deberé llegar a Monte Novo, pues voy por interior. Paseando por la falésia, veo dos conejos. Me pregunto: “¿llegaré a Aljezur?”. Sigo el camino y me encuentro con Patricio, que va con más de diez caballos, muchas vacas y 4 o 5 perros; los está metiendo por un bosque de eucaliptos, con intención de bajarlos al valle. En la zona hay eucaliptos y pinos. Me dice que para llegar a Vale Figueira, siga por el camino que luego se convertirá en estrada.

Llego a una zona de casas, pero que tienen muy poca pinta de que pueda encontrar un sitio para desayunar. Veo a una mujer que baja y recoje un caldero de un campo; para alcanzarla, hago mención de dejar la carretera y coger camino de atajo, pero veo que la mujer regresa a su casa, por lo que retrocedo y vuelvo a la estrada. Luego veo que la señora sube y se acerca a dos hombres que están en una huerta, mirando la cosecha, pero sin trabajar; uno de ellos está muy encorvado. Están reformados y también ganan muy poco dinero de pensión, poco más de 300€ al mes. Me dicen que puedo encontrar un sitio para desayunar y me remiten a un camino; tal como me hacen el gesto, parece que deberé caminar mucho por él, pero resultará que andando apenas cincuenta metros, llegaré al lugar recomendado; pero no se trata de una pastelaria o cafetaria, sino que será una escuela de Surf, que sólo tienen un comedor y bebidas para los alumnos, profesores e intendencia. Hoy no tienen alumnos; sólo el fin de semana, y los del equipo aprovechan para dedicarse a tareas de mantenimiento y mejora. He llegado a buena hora, pues se acaban de empezar a levantar. El que me atiende no es el encargado de hostelería. Aparece Jose, que me dice que puedo desayunar y que me sirva yo mismo. La máquina en que pone café, sólo da agua; luego apretará otra tecla y saldrá café y, mientras, él calienta leche en la cocina y me da un paquete de galletas del tipo “artichoco”, que me entran divinamente. Todos aparecen vestidos de cualquier manera, con traje de faena, pero uno de ellos, Pedro, llegará con pantalón oscuro y camisa blanca; parece un señorito. Desayuna conmigo y le encanta mi historia del viaje; luego cogerá una cartera de ejecutivo y se irá ¿a trabajar? Antes de irse, me dice que lloverá el sábado en todo Portugal (no será cierto porque ya me lloverá mañana, jueves, entre Amoreira y Odeceixe). Sigo escribiendo y aparece Mari; es la única chica del grupo y está encargada de la intendencia; también es muy agradable. Luego llega otro chico y me dice que estoy a dos kilómetros de Vale Figueira y que podré llegar a Arrifana a comer. Son las 11:00h, termino de escribir y salgo del edificio.

No me han querido cobrar nada por el desayuno. Acaban de llegar dos chicas, y Jose y Rui (el rubiales) les enseñan las caballerizas; sólo veo dos caballos; también observo las obras de mejora que están haciendo, un bordillo, un escalón, un camino empedrado; lo están dejando todo muy bien, con gusto y creando un ambiente acogedor. Me despido de los cuatro y agradezco el desayuno. Saliendo del campamento de surf, el cielo se ha cubierto, está gris, pero no amenaza lluvia. Me estoy volviendo un experto. Cojo el camino desde la misma casa y pregunto a un señor que está en su huerta, quien me informa del camino correcto hacia Vale Figueira; el primer coche que pasa, levanta algo de polvo, pero como voy por el lado izquierdo y el aire viene del mar, la nube se va para el otro lado y el viento la desintegra rápidamente; después pasará otro, y ocurrirá lo mismo; pero cuando pasan Jose y Rui, a toda leche, levantan gran polvareda y me coincide ya en dirección al mar, me es imposible evitarla en un principio; menos mal que el viento es fuerte y la nube de polvo se disipará enseguida.


Crista y Jorgen dos alemanes enamorados del Algarve occidental
La praia de Vale Figueira es de nudismo tolerado, tiene 4km y con no muy buen acceso y camino polvoriento, como os he explicado. Conductores: sed compasivos con los que caminan; reducid la velocidad. Bajo a la playa y tiro hacia el norte y, tras seguir a un surfista que busca la zona de oleaje más adecuada y entra en el mar, me encontraré con Crista y Jorgen, dos alemanes maduros que llevan pasando las vacaciones en el Algarve desde 1999. Crista sabe algo de portugués y pone empeño para hacernos entender; Jorgen también se desvela por darme ideas para ir hacia Vale de Telha, haciendo Crista de intérprete; él me recomienda que vaya por interior, ya que por el acantilado está difícil y muy dependiente de las mareas. Lo que ocurrirá es que, de esta forma, me perderé las playas de la costa: Penedo, Canal y Arrifana, no pudiendo comer en esta última, como me habían recomendado los surfistas, y tampoco veré Vale de Telha, como me recomendaba Jorgen. En su opinión, las tres playas mencionadas son pequeñas y sin interés. A Jorgen y Crista les gusta más esta zona occidental del Algarve, porque la consideran más tranquila que la costa sur, que es más turística y les interesa menos y, como a Alfred, en Porto de Mos, también les hace gracia mi mapa. Les saco foto para el reportaje. Me desnudo, doy un baño, seco al aire, me despido y me voy por donde me han recomendado estos magníficos alemanes. En este último rato, ha habido un momento en que ha empezado a chispear, pero ha durado muy poco tiempo. Me dicen por dónde coger el camino y, por allí, subo a la falésia. Desde la cima nos enviamos un último saludo con la mano.
Pollos de perdíz y energía solar y eólica
A las 12:30h sale de nuevo el sol. Tengo la sensación de que el camino me va llevando demasiado hacia la derecha, hacia el interior, con sensación de que retrocedo y dudo, y dudo. Veo que un pajarillo cruza el camino y pienso que puede ser una cría de codorniz y, poco después veo 4 o 5 más, que le siguen y se ocultan entre las hierbas huyendo hacia la derecha; enseguida sé que son crías de perdíz, pues veo a la madre revolotear nerviosa, pendiente de sus polluelos. Veo una casa y me dirijo hacia allí, aunque me salga del camino; oigo el arranque de un motor y, al acercarme, me doy cuenta de que lo que produce el ruido es una especie de ventilador giratorio propulsado por el viento y que sirve para producir energía eólica, que complementa la que se capta por paneles solares (lástima de que no esté Uli). Llamo y me ladra y se acerca un perro, que me da un hocicazo en mis partes, con el consentimiento de su dueña inglesa, que lo ve; lo que me hace pensar en que es su forma de conocer al extraño; ¿o es la forma que tiene la dueña para sopesar su potencial? Pregunto, y lo que la inglesa no entiende, se lo explica una chica negra que también ha salido de la casa. Consigo entender que, en el primer cruce, debo coger el camino de la derecha, que me llevará a la estrada. Agradezco y felicito por el modo de obtener la energía, que me han dicho que les suministra la electricidad necesaria para toda la casa, incluída el agua caliente.
Hacia Aljezur: la posada de André
A las 13:15h ya estoy en la estrada y, enseguida veo un snack, el Tá-se bem, pero sólo me ofrecen sandwiches; me dicen que a dos kilómetros hay un restaurante, y sigo. Pronto la carreterita que llevo entra en otra estrada más importante, supongo que la 120, y continúa la información de Parque Natural Sw. Alent. C. Vicentina. Creo que es en ese momento cuando pasan y saludan los donostiarras de ayer. Entro en el restaurante de André, le pregunto qué tiene para comer y si me puede echar el carimbo; me dice que lo del sello lo dejemos para el café, pues ahora tiene bastante trabajo con atender y servir comida a las mesas. André es alemán y me ofrece Sopa de Maria (el nombre de la cocinera), me la saca y está muy buena: arroz, pollo, grao do bico, zanahoria; lo peor son los huesecillos del pollo que se han astillado y que mi paladar detecta y rechaza (2€); el pollo que como después, ya viene aderezado con piri-piri, así que no lo puedo dosificar como al de ayer noche; pero tiene la ventaja de ser más suave, menos picante (6€). Acompañado de ½ de vino (3€). Acabo hasta reventar y me tomo un descafeinado de máquina (0,50€) cuya dosis ya viene en un sobre y la colocan en la cazoleta de la cafetera expres. Cerca tengo a dos comensales de la tierra que se muestran muy exigentes; echan para atrás el pescado y piden que se lo hagan más. Hablo con ellos; son de Grandola y les digo: “vila morena”, de aquella canción que se puso de moda con la Revolución de los Claveles, y quieren que vaya allá. No prometo nada, sobre todo, teniendo en cuenta que está en el interior. (Lo más cerca que estaré será en la praia Aberta Nova, en la etapa Melides-Comporta del 20 de junio; aún falta una semana). Retorno a mi mesa a pagar (11,50€) y André me obsequia con tres rajas de melón que, aunque no es muy brillante, poco dulce, agradezco. Nos hemos olvidado del carimbo; recojo mis cosas y como ya he contado al alemán mi viaje, me llama Don Quijote y se va a su pedo. En la terraza hay un chico inglés con el que hablo lo que puedo y le cuento algo de lo que estoy haciendo. Le hablo de Jon y de mi familia londinense y me despide deseándome suerte.

Aljezur para las élites
Pronto veré, en mitad del campo, como en tierra de nadie, el edificio de una escuela primaria; me acerco y saco una foto, pero me sorprende el lugar apartado lejano a población. Ya sólo quedan 3km para Aljezur y, antes de entrar, saco una panorámica.












Pregunto en una oficina, no sé si municipal o gubernamental y, una chica que no deja de comer ¿un pastel? Me remite al final del paseo y, justo pasado el puente, encontraré la oficina de información al Turismo. Como ya me habían dicho que aquí pidiera mapa, mejor que en Odeceixe, se lo pido a la chica que me atiende; me responde que no tiene plano de la costa Alentejana y que mejor lo pida en Zambujeira o en Vilanova de Milfontes. Me voy de vacío, pero al menos me ha puesto el carimbo: turismo do algarve. Posto de Turismo de Aljezur. Largo do Mercado 8670-054 Aljezur. A penas veo nada de Aljezur que, como sabré mañana, parece ser que los potentados de Odeceixe y otros lugares, se están construyendo allí sus casas y están formando nuevas relaciones elitistas. Al pasar he visto una desviación: a Vale de Telha y a praia Monte Clérigo. He llamado por teléfono de Aljezur pero, al ser muy pronto, en ninguna casa de mis hijas me han cogido. Lo intentaré de nuevo.

A buscar cama en praia nudista de Amoreira. El nadador-salvador se mosquea
La chica de Turismo me ha dicho que, con marea baja, no tendré problemas para cruzar el río Amoreira para pasar a la praia; coincidirá con lo que me dice un pescador que pesca cangrejos con salabardo o retel con mango. Se me hará muy largo atravesar Monte Clérigo. Al pasar por una de sus casas, que parecen chalecitos para vacaciones, entro por una puerta que tiene abierta la cancela y pido a un señor agua; me llena mi botella y se lo agradezco.

Bajo a la praia y uno de los nadadores-salvadores me dice que es buen momento para cruzar el río Amoreira (en mi lista de playas nudistas veo que lo llaman río Aljezur) y por dónde me conviene hacerlo. Aunque ya estoy cansado, continúo por una flecha de indicación de restaurante, me asomo a la roca, elijo el lugar que me parece más apropiado para el cruce, me desnudo, meto la ropa en la mochilita Visa y bajo al agua. Al inicio, el agua me llega a los cataplines y la corriente es fuerte; me arrastra los pies, mientras no piso con firmeza, y en dos viajes estará todo pasado de Monte Clérigo a Amoreira.

Camino desnudo con las mochilas por la playa, ya que no hay nadie en ella y veo que el lado norte está lleno de rocas y con poca posibilidad de baño. De momento, lo que quiero es tumbarme; hoy ya me he dado una buena caminada desde Carrapateira, con varias ascensiones a falésia; así que como al llegar al puesto del socorrista, veo que está todo recogido, y  una silla plagable que, aunque algo incómoda, me puede servir para descansar; la despliego, dejando las mochilas apolladas a mi lado, y me siento con los ojos cerrados. No pasa un minuto, cuando aparece el socorrista; viene hecho una furia y no de muy buenas maneras me retirará la silla y me dice que “nudo” no puedo estar allí, que sólo en el lado del río. Me enfado y le digo que no es esa la forma de decir las cosas, que no se parece nada a los socorristas de las playas anteriores, que no tengo obligación de saber, en una playa de nudismo tolerado, cual es la parte nudista y, como no habiendo nadie, tampoco he tenido oportunidad de preguntar y que, ahora que lo sé, hacia allí me dirijo.

Un sitio para dormir en la duna junto al río
Me alejo del lugar y retorno a la zona del río, a las dunas, que es la parte más bonita de la playa. Me tumbo al sol, saco fotos con río y escribo ¡A ver cómo se presenta la noche! Son las 21:15h y me tiembla el pulso por escribir con mal apoyo, también quizás porque cerca del río hace más frío. Aunque aún no ha oscurecido, me meteré pronto en el saco. Al estar cerca del río, temo que vengan mosquitos; por si acaso, me pongo la pulsera ahuyentadora. Como cuando he llegado no había nadie, no puedo saber cual es el comportamiento de la gente hacia el nudismo, si se adscribe a las dunas y el río o si los nudistas bajan tranquilamente hasta la orilla del mar. Como tiene carretera hasta la propia playa, aunque apenas hay población cercana, parece que los nudistas no serán muy bien vistos; pero son conjeturas que no puedo confirmar. Me he adentrado en la duna y protegido del viento en una pequeña hondonada; mejoro la almohada con pantalón enrollado con toalla y me acuesto a las 21:30h. Aunque no se ven estrellas, confío en que no caerá agua hasta el sábado, como me ha dicho Pedro.
Aprendizajes del día. Que los animales en la naturaleza, en lugares poco frecuentados, se muestran poco precabidos (perdiz y polluelos). Que algunos extranjeros hacen lo que debieran hacer los autóctonos con la captación barata de energía para uso doméstico. Que todavía hay alemanes inteligentes. Que los jóvenes surfistas que quieren vivir de su hobby, se lo montan bien, aunque no sé con qué éxito de clientela; al menos ponen interés en tener bonitas sus instalaciones. Que es triste que haya jubilados con tan pocos ingresos y que tengan que sufrir para llegar con dignidad a fin de mes (Manuel, Luis y tantos otros). Que no todos los nadadores-salvadores son amables (aunque uno no sea suficiente para generalizar).

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