miércoles, 4 de enero de 2012

Etapa 35 (95). Serra d'El-Rey-Sao Martinho do Porto

Etapa 35 (95). 03 de julio de 2007, martes (3ª feira) Serra d’El-Rei-Amoreira-A-da Gorda-Óbidos-Caldas da Rainha-Salir do Porto-São Martinho do Porto.

Mañana gatuna con caracoles
Me he levantado dos veces a orinar y lo hago en el estrujadero de jabonar la ropa. Esperemos que cuando el lavadero funcione, el agua lave estos pequeños desvaríos. Hacia las 5:30h pasa un gato, se me queda mirando y, sin mostrar sorpresa alguna, sigue adelante; si, al menos, me hubiera sorprendido con la sonrisa del gato de Chesire… Decido levantarme a las 5:50h y salgo hacia arriba, por no pasar por zona en que ayer ladraban los perros. Salgo a estrada y veo indicadores en la rotonda; ninguno indica Óbidos o Caldas da Rainha y el indicador hacia Amoreira, no lo localizo en mi mapa (hay que decir que éste que llevo es el mapa con menor detalle de todos; mal que bien, ya he ido funcionando cinco días con él y hoy ya me pasaré al siguiente que, espero, será algo mejor). Como no encuentro, a esas horas tan tempraneras, a nadie para preguntar, decido retroceder hacia el pueblo. Un gatito se me cruza varias veces entre las piernas; me obliga a caminar con incomodidad, pendiente de no pisarlo, así que decido imprimir a mi paso más ritmo y velocidad; así lo voy dejando atrás. Finalmente protestará por mi abandono con unos débiles maullidos, que parecen lloriqueos de bebé.
Cuando estoy llegando a un cruce, ya muy próximo al pueblo, veo a un hombre en su carro y le pido ayuda. Me dice que retorne hacia donde vengo y que Amoreira es el primer referente hacia Óbidos. Habré perdido media hora, entre venir y volver (unos 3km). Al regreso no veré al gatito abandonado, pero ahora voy esquivando caracoles pequeños, que plagan el arcén de la carretera; son las caracoletas que llama mi hermana Sagrario y que le gustan más que los grandes (hormas, que así llama a los otros). Aunque lo procuro, son tantos que no puedo evitar pisar algunos; otros morirán aplastado por los coches. Entre gatos y caracoles, me viene a la mente el conil amb cargols que, con compañía de rovellón, tanto me gustará disfrutar cuando llegue a Catalonya, invitado por Carmen e Ignasi. Seguro que son ensoñaciones de quien va sin desayunar. Recuerdo, también, que ayer me siguió un perro durante un par de kilómetros.

Desayuno frugal en A-da Gorda
Paso por Olho Marinho y, cuando llego a Amoreira, arrecia la chuva (lluvia). Me encuentro con un hombre que espera al autocar. Conoce Irun ya que le tocó pasar la frontera cuando, en los 70, tuvo que emigrar, para trabajar, a Luxemburgo. Me da una buena noticia: “no va a llover más”. A la salida de Amoreira, que no debemos confundir con la praia donde dormi en el Algarve, en el área de Rogil, aunque en ambos sitios me coincidiera la chuva, fotografío una iglesia tras las espigas. Llegando a A-da Gorda sigue lloviendo, saco una foto panorámica del pueblo y entro a desayunar a O Apiadeiro y por 1,55€ tomo un bollo de nata y descafeinado en copa. Me dicen que tengo Óbidos a tiro de piedra. Son las 9:30h.

En la estrada hay una hermosa buganvilla que no me resisto a fotografiar; es un regalo para la vista de este carreterandante de hoy, que prefiere andar por dunas, falésias y praias, pero cuando no queda otro remedio, y no conoce caminos alternativos, trata de disfrutar con lo que la estrada le ofrece.


De Óbidos y sus murallas a Caldas da Rainha
Me habría gustado conseguir sello para la credencial en este recinto amurallado, en el que tanto disfruté en marzo, dándome toda la vuelta a las murallas, y tomando su riquísima ginjinha en chupito de chocolate;



pero en Turismo no tienen carimbo; me remiten a la iglesia, pero hoy no tengo ganas de patear el recinto, ya que quiero llegar a Correios por la mañana para enviar paquete a Donostia, con las cosas que me van sobrando.


Tampoco me parece que esta sea hora para una ginja chocolatada, así que sigo adelante, sacando fotos, ahora desde el exterior de las murallas. Ya extramuros, saco dinero en Multibanco; serán 200€ con una comisión de otros 8€ que me siguen doliendo en el alma, pero que no me queda más remedio que tragar si quiero tener dinero disponible.




He entrado para cambiar, pues todo me ha salido en billetes de 20€. En la cola hay un hombre que me los cambia, aunque cuenta dos veces mis 7 billetes de 20€ y uno de 10€.


Sigo y encuentro una iglesia de exterior en círculos convergentes pero que, interiormente, tiene planta exagonal. Cuando voy a sacar la foto, llega un coche y se planta en medio; cuando baja la pareja se lo digo (al menos no me contestan que ellos también pagan impuestos, como dicen algunos, como si el hecho de pagarlos fuese suficente como para tener derecho a joder al personal). “¿De dónde sois?” y su respuesta será: “de España”; una respuesta bastante obvia, pues ya se veía que eran españoles, por como son ellos y por la matrícula del coche. Ella es de Sevilla y él de Murcia; “el año próximo pasaré por allí”, le digo, pero no muestra ningún interés y yo desisto de seguir. Les digo que vivo en Irun. Entramos en la iglesia. Ellos van para Óbidos y me dicen que Caldas da Rainha está cerca: ¡claro, cerca para ellos, en coche! Al salir, ella pregunta si la iglesia es mozárabe; también podía haber preguntado si era greco-romana; bueno, encuentro para olvidar. Sigo adelante y paso por ciruelos que regalan ciruelas a la tierra; cojo tres de la rama, las lavo con agua de mi botella y están maduras y nada ácidas.
Turismo, diapositivas, Correios. ¡Un peso que me quito de encima!
Entrando a Caldas da Rainha, pregunto a una señora por oficina de turismo y, como ella va en la misma dirección, vamos charlando. Al llegar a Correios, me despido de Maria Jesús. Voy a turismo y me echan el carimbo: Cámara Municipal. Caldas da Rainha, y en el escudo, a izquierda, una S, arriba, una M y a derecha, una H ¡A saber qué significado tiene esas siglas! SMH. Si alguien lo lee, y lo sabe, que me lo diga. Con este carimbo, queda completa la credencial que cogí en Sevilla y pondré en marcha la que me dieron en Irun, que en A Guarda, quedará incompleta, puesto que no tengo intención de llegar a Santiago. En Turismo me dicen dónde hay tienda de fotos, pero cuando llego, ya está fechada. Un señor me remite a rua das Montras, me indica por dónde ir pero, por mucho que miro bien el nombre de las calles, no la encuentro. El resultado final es que, das Montras, es Almirante Candido dos Reis (algo así como cuando en Donostia decíamos Plaza de la Consti y ponía del 18 de julio, o como cuando en Irun decimos calle de la Mierda y es Cipriano Larrañaga). Cuando volvía de Turismo, he vuelto a ver a Maria Jesús; ella salía de Correios. En la tienda de fotos, ya por fin localizada, Foto Franco, sólo tienen dos rollos de diapositivas y hoy acabaré el rollo nº 15. Pago 14€ y, cuando voy a guardarlos, me doy cuenta de que se me ha vuelto a estropear la cremallera de la mochilita Visa. En Correios me toca el nº 222 (los dos patitos más el cisne feo); una empleada muy amable, prueba el tamaño de la caja que me conviene con la pelotita que me encontré en una playa y ahora la voy a mandar a mis nietos, cree que la que me da es suficiente, aunque la pelotita abomba un poco la caja, que pago (0,98€) y la tarjeta telefónica (10€), que también compro. Me retiro a un lado para confeccionar mi caja: la pelotita, el muñequito que me encontré ayer, la cerámica en que me sirvieron la ginja en Sagres (hecha en barro de Mafra), los 14 rollos de diapositivas, las semillas de jacarandá de Sevilla, la pluma de gaivota de Berlengas, el diario primero, los mapas obsoletos y la parte ya culminada de la guía de playas nudistas y algún papel más. Pido a la empleada un papel, para escribir dos letras: Ningún regalo; pelotita y muñequito encontrados; dificultad para encontrar diapositivas; tarjeta telefónica inacabada para llamada interior en Lavra (un ligue); feliz con la llegada de mi tercer nieto ¡cuidarlo! Esto es lo que cuento en mi carta y que meto en el paquete. Me vuelvo a poner en la cola pero, sin guardarla, la empleada me llama para atenderme cuando ha terminado con la última persona; precinta el paquete que, en esta ocasión, mando a Vera, lo pesa y pago 7,80€. Agradezco, me desea un buen viaje y me voy. ¡Me he quitado un peso de encima! Me siento en un banco, entre dos reformados, e intento arreglar la cremallera. He comprado una libretita para cuando necesite empezar el tercer diario (0,75€).
Un sitio para comer. Nos vamos a Brasil
Salgo de Correios y busco un lugar para comer. Una mujer me remite a un taxista y éste al restaurante de enfrente: Copacabana. Ya que estoy en Portugal, aprovecharemos para ir a Brasil, país irmão. En Copacabana como sopa de pollo con estrellas (un sucedáneo de la Serra de Estrela, más al noreste, de donde procede Elena de Tróia y por la que no pasaré), y frango con una salsa que me resulta muy empalagosa pero, como sólo he pedido ½ dose, me la como a gusto, con ½ litro de vino de marca que, un camarero joven ceremonioso (que no repelente, como el de Carrapateira), me ofrece a probar. Está rico. No probaré el pan y tomo una copa de postre dulce; todo por 9,80€. Primero escribo en la mesa, pero como tengo mucho que escribir y se está llenando el comedor, me traslado con mis útiles de escritura para seguir en el mostrador. Hacia las 14:00h salgo hacia Foz de Arelho. El Arelho es un río que forma una especie de gran lago, que me ha obligado a rodear por Óbidos y Caldas. Nunca sabré si podría haberlo evitado por praia d’El-Rey, o si alguien me habría podido cruzar en barca. Pregunto, y me aseguran que, ni con marea baja, habría podido cruzar a pie de praia d’El-Rey a praia de Foz de Arelho.

De nuevo hacia la costa
Saliendo de Caldas da Rainha, he visto un edificio que me ha llamado la atención: la Biblioteca. Entro y hago uso de Internet. En mi correo, tengo una encuesta sobre una iniciativa por la paz en Euskadi que, aunque en situación normal me parece un tema de mucho interés, al que se le puede dedicar tiempo, en esta ocasión, no se dan las condiciones de tiempo y oportunidad, como para dedicárselo; así que lo borro y mando un correo a Vera, indicándole que recibirá mi paquete, que lo abra y que saque las dos tonterías para Julen y Lander. Salgo de la Biblioteca a las 14:30h.





















Tras recuperar la costa en Foz de Arelho y ver desde allí Peniche y Berlengas, de tan grato recuerdo, y sacar foto de la desembocadura y las dos playas, empiezo a subir, y seguiré subiendo, en dirección a Salir do Porto (último destino de mi mapa).

En la freguesía de Serra do Bouro, está Boavista y allí sacaré foto a cosechadores satisfechos con su cosecha de patatas, bien ensacada; están muy contentos de cómo les ha ido este año. Como pipas de calabaza en la sierra. Hay muchos caminos que se dirigen hacia la falésia, pero dan la impresión de que no hay continuación por ella.





Doy vueltas por Salir, saco foto de la iglesia; pregunto a unas señoras y me mandan al café Dunas y allí, el dueño, me dirá que vaya por un puente hacia São Martinho do Porto.


















Al otro lado, pasado el puente, hay una duna escalonada; puede ser un entramado artificial para evitar que se desmorone la duna que, en poco trecho, coge mucha altura. Salgo a la playa, que la primera parte pertenece a Salir y la parte norte a São Martinho.

Es una playa extraordinaria, con una semicircunferencia perfecta, y con poco oleaje, ya que está protegida del mar por dos altos farallones de tierra. Hacia mitad de la playa, descanso y me doy un baño, por esa zona apenas hay gente. Me seco y continúo hacia S.Martinho. Junto al camping, veo una casa-almacén, con porche cubierto y que, me parece, podría ser un buen lugar para pernoctar. Pregunto en el camping, pero no me admiten y me remiten a la Pensión Americana. Allí me ofrecen una habitación pequeña con baño por 20€, que acepto y pago con Visa-Lector 10. Para cenar me recomiendan el largo (la plaza). Me echan el carimbo: Herd.de João Nunes. Pensão Americana. S.Martinho do Porto. Aunque le mandé e-mail, hablo en cabina con Vera y le digo lo del envío de paquete; como el lunes deja de trabajar, pues los productos que emplean en la restauración son muy potentes y pueden perjudicar el embarazo, y la chica de Correios me ha dicho que llegará en tres días, me dice que ya lo recogerá; se me olvida decirle dónde estoy. Vuelvo a O Largo, que es el nombre del restaurante en que voy a cenar y que está en la plaza que me habían dicho en la pensión, y de donde me han remitido a la cabina telefónica. Pido bacalhau frito con patatas fritas y cebollita. Está muy rico y lo disfruto; vino de casa y postre; dicen que tienen Visa, pero Daniel se equivoca y tendré que pagar en metálico. Luego Daniel me enseñará las fotos de São Martinho, en verano y en invierno; se ve que es un enamorado de su pueblo. No ocurre lo mismo con José Carlos, que nació en Angola, trabajó en Suiza y tiene el corazón dividido. Se casó muy joven y ahora, con 47 años, tiene a su hija mayor que se casó con un suizo y se quedó a vivir en Suiza; tiene allí dos nietos: chica y chico. Como José Carlos se casó de nuevo, ahora tiene una hija de siete años, que casi es de la misma edad que sus nietos. Aunque la hija se quedó en Suiza, su hijo se volvió con él pero, ahora, se ha vuelto de nuevo a Suiza. Así que no sólo el corazón, el alma la tiene también dividida. El otro chaval que también atiende el comedor es Jöel, del que nada puedo decir. Cuando acabo de cenar, doy una vuelta por el borde de la playa, hacia la parte vieja y, como no tengo mucho calor, me vuelvo a la pensión. Saludo al dueño y a la vigilante nocturna y me voy a la habitación 102 a dormir.
El día me ha deparado cosas buenas: Desprenderme de peso en Correios de Caldas da Rainha. Compartir la alegría de los agricultores por la buena cosecha de patatas. Compartir las consecuencias del drama de la emigración, primero con el de Luxemburgo y ahora con el de Suiza (nuevo capítulo para la peripecia de Carlos Iglesias en un Franco 14 pesetas).

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