miércoles, 4 de enero de 2012

Etapa 25 (85). Portinho da Arrábida-Praia Meco

Etapa 25 (85). 23 de junio de 2007, sábado (noite de São João). Portinho da Arrábida-Santana-Sesimbra-Praia Meco.

Noite horribilis
La almohada, que me la hice regular, no ha sido lo peor de la noche; el viento, soplando con furia y el miedo a la rotura de cristales, por los golpes que hacía dar a la puerta, han sido la constante. Me he levantado dos veces a orinar y, para antes de las 6:00h, ya estoy en marcha.







El temor a que hubiera alguien en la casa, practicamente se ha disipado, pues nadie ha dado señales de vida en toda la noche. No lo puedo asegurar, pero estoy casi convencido de que he sido el único habitante de la casa, el único huérfano del lugar. De haber estado seguro, habría tratado de buscar mejor acomodo. Antes de marcharme, tomo nota del nombre que figura a la entrada del edificio: Lar de Ferias do Casa do Gaiato.

Hacia Sesimbra
Salgo y me dirijo hacia Setúbal, un pequeño retroceso, pero voy con intención de conocer la playa. La vislumbro, más que veo, y compruebo que no hay carretera por la costa y que no me quedará más remedio que desandar, esta vez a pie, el camino que ayer hice, en coche, traído por el guardés del convento. Intento sacar una foto con lo que pudiera haber sido el mosterio, pero es muy temprano y saldrá muy oscura. Llego hasta el cruce, al que ayer llegué andando y azotado por el viento, y ya la amanecida anuncia un día más grato. El esfuerzo por la subida lo compensa la bondad del día. Ya en la llanada, y por terreno conocido, empiezo a comer pipas de calabaza, ¿quién sabe a qué hora desayunaré? Los perros salvajes con que gruñón me amenazó ayer, y que vimos al pasar, hoy, con el buen tiempo, son dos mansos perros de caza; ¡he cogido un palo, por prevención!, y ni siquiera me han ladrado. También me vuelvo a fijar en las peligrosas cuevas de los asaltantes de caminos; pareciera que gruñón viviera en la época de las diligencias, en el oeste americano: hoy siguen vacías. Llego al bar Bon Petisco, que está fechado, quizás abran más tarde. Al poco rato veré dos conejos. Pocos coches en estas primeras horas del día. Saldré a la carretera que indica, Sesimbra, a la izquierda; llego al bar Estrela dos Arcos (2,50€), donde desayuno; está entre Aldeia de Irmãos y Maça. Después he estado más de 1½h escribiendo; cago, cojo agua y me voy a las 10:30h con 10km. por delante para llegar a Sesimbra; tardaré casi dos horas, así que compruebo que sigo tardando casi una hora para recorrer cinco kilómetros. En Santana pregunto por praia do Meco y, en vez de mandarme a la que quiero llegar, la que está doblando el cabo Espichel, me mandan hacia la del pueblo de Sesimbra, que está a unos cuantos kilómetros, en otra dirección. Antes de llegar a zona costera con playa, encuentro una bifurcación con indicación: Castelo y Lisboa.
                                                                                   Foto, que no es mía, del Castelo. Es de un catálogo


Me viene bien haberla visto, porque así sé que tendré que retroceder hasta allí, pasar el castelo de Sesimbra y dirigirme por cabo Espichel hacia praia do Meco. Eso es lo que pienso; otra cosa será lo que haga más tarde. La carretera no tiene arcén en casi todo el trazado; luego, ya en el pueblo, sí habrá aceras, pero el descenso será muy vertical y con algunos tramos de escaleras.

Buscando Guarda Nacional Republicana
Busco Turismo, donde no tienen carimbo, y me orienta hacia GNR, pero mal, ya que me manda a donde estaba antes y ahora ya no está, puesto que han hecho un edificio nuevo. Poca gente del lugar sabe dónde está el nuevo cuartel de los GNR, así que me costará encontrarlo. Llego a un señor cuartel con grandes medidas de seguridad, entro y, como no me atiende nadie, salgo a decírselo a un guardia que había visto a través de una ventana oblicua. Me dice que entre de nuevo y que abra una puerta; como en ella pone: prohibido el paso, se lo hago saber; pero insiste en que entre. Por allí, llego a la entrada principal y, cuando abro la puerta, me dice que espere fuera. El mismo GNR entra por otro lado, me echa el sello, y me desea suerte para lo que me queda de camino. Pone en el carimbo: Guarda Nacional Republicana. Brigada nº 2. Grupo territorial de Setúbal. Posto territorial de Sesimbra. El camino hacia playa Meco que me ha indicado la chica de turismo, no lo acabo de entender.
Peixes grelhados para comer
Yendo por el paseo marítimo, veo un lugar que ofrece frango; al acercarme a la carta veo que me va a costar más de 8€ y me parece caro, así que pregunto si me cogen carta Visa y, como me dicen que no, es una buena razón para marcharme. Veo otros restaurantes más elegantes y caros y veo que anuncian O Coral a 100m hacia arriba. Pienso que es donde me han orientado hacia el cuartel de la GNR, pero no, es más arriba. Ofertan mixta de peixes grelhados (pescado asado a la parrilla) y me la sacan con su acompañamiento: patata, zanahoria, coliflor y berza y con dos cervezas Sagres, me costará 11,75€. Hoy he vuelto a acertar con la comida y los peixes los como en el siguiente orden: 1º sardina, 2º cuatro o cinco trozos de pescados variados, 3º una segunda sardina y 4º he dejado para el final el trozo que más me parecía que me iba a agustar, y así ha sido. Y he pagado con Visa. Después de haber pagado, al matrimonio con hija de la mesa de al lado, les dice el dueño que se han olvidado de incluir en la cuenta la ensalada. La pagan sin rechistar. Cojo agua y me voy; por el camino cogeré un limón que exprimiré en el agua por la noche. Todavía me queda una naranja de las que me dio el brasileiro de ayer. Bajo a la praia para preguntar al nadador-salvador y es cuando entiendo lo que me decía la chica de Turismo. No hay buen acceso siguiendo la costa desde la playa hasta el cabo Espichel, por lo que me conviene coger la desviación que parte del castelo y, desde allí, aún me quedarán dos horas para llegar a la playa con nudismo autorizado; si fuera por el cabo Espichel, se me alargaría otro par de horas y hoy me quedaría sin disfrutar de playa; así que me olvido del cabo y voy hacia el castelo por el camino recomendado.

No iré a Praia do Meco por el cabo Espichel
Sin salir del nucleo poblacional de Sesimbra, pregunto a dos señoras que charlan en un balcón y una bajará a la calle para indicarme la dirección en que debo continuar. Agradezco y continúo. Más adelante veo a otras dos mujeres, una de edad similar y otra más joven, que van en la misma dirección que yo y, charlando, me acompañarán un rato. Cuando les pregunto por praia Meco, me dicen que está muy lejos, pero, cuando les cuento la caminada que estoy haciendo, ya no les parece tanta la distancia a la playa, ¡alucinan! Y me orientan hacia Aldeia de Meco.









Zambujal. Biblioteca abierta sábado tarde
He sacado una foto del Castelo y, al llegar a Zambujal, veo que está abierta la puerta de la biblioteca y me acerco con la esperanza de que pueda utilizar internet gratuito; esperanza que se cumplirá pronto, pues tienen reservados dos espacios para ser instalado, pero, de momento, no será posible. Le digo a la responsable que, en mi tierra, los sábados por la tarde las bibliotecas suelen estar cerradas; ella me responde: “Aquí no, ¡nunca!”. Me voy deseando que les instalen pronto el internet deseado y sigo adelante. Una ocasión perdida de dar noticias a la familia.

Llegando a Praia Meco. Playa autorizada para nudismo más cercana a Cáceres y Badajoz
Entre Caixas y Alfarim (en otro sitio leo Alforim), entro en un bar para tomarme una cerveja (0,70€) y coger agua para la noche, pues voy con intención de dormir en praia do Meco y pensando en el agua con limón que me exprimiré. Cuando llego a Aldeia de Meco y pregunto, me orientan hacia una calle que se llama Moinho de Baixo; recibo buenas sensaciones porque éste es el sobrenombre que recibe Meco. Pensaba tirar el mapa que me ha servido para llegar de Palmela a Sesimbra, después de escribit el diario, pero opto por quedármelo, pues tiene información complementaria. Al llegar a esta zona, la circulación de carros por la estrada se ha multiplicado considerablemente; muchos se marchan ya de la playa, pero siguen llegando nuevos y hay muchos espacios de aparcamiento, vigilado y sin vigilar. Montones de aparcamientos a tope de coches. En el inicio de la playa pregunto a un joven que se va y me dice que la zona nudista está hacia el sur, hacia el cabo Espichel. Aunque la parte en la que estoy es textil, es la playa con más afluencia de gente que he visto en lo que llevo andado por Portugal.

De una montaña dunar, baja un montón de gente, la mayoría joven, corriendo y dando gritos; están rodando una escena para alguna película o algún spot publicitario; me acerco y plasmo mi negativo, para que conste una de las bajadas. Sigo un poco más adelante y empiezo a ver los primeros nudistas; las personas desnudas pasan a ser mayoría y el espacio que se ofrece a mis ojos, hasta el cabo Espichel, hace pensar en un paraíso para el nudismo. Parejas, tríos, parejos, alguna familia y pocos niños. Lo que pone en mi lista: “Nudismo autorizado. Larga playa situada el margen izquierdo de la Laguna de Albufeira, prácticamente virgen, rodeada de dunas, acantilados y vegetación, alejada de poblaciones, cuenta con diferentes servicios según los tramos y aparcamiento muy próximo a la playa.”

Veo a unos chicos embadurnados de barro; pregunto y me dicen: “es bueno para la piel”. Me animo, me acerco al lugar de la pared donde se obtiene el barro y yo también me embadurno; que yo recuerde, es la primera vez. El barro se me va secando sobre la piel, y pido que me saquen una foto con ese novedoso disfraz, con Espichel al fondo (curiosamente, quien me saca la foto, tapa el cabo propiamente dicho). Cuando me seco, me doy un baño, pero me costará quitar el barro de las piernas. La piel del cuerpo se me ha quedado suave, casi deslizante, pero las piernas, ya de por sí bastante resacas, se me han resecado mucho más. Dudo de la bondad del barro para ellas. Empiezo a buscar un lugar protegido del viento para pernoctar, pero el mejor está cerca de la zona del barro y el suelo está cuarteado y muy duro y, como resulta incómodo, busco algo mejor. Me decido por otro menos protegido del viento, pero con arena normal y que tiene pequeña montañita protectora. Como he dejado mi ropa y mochilas abandonadas a unos doscientos metros, una vez localizado el lugar donde dormiré, vuelvo a mi sitio. Dos chicos juegan en la orilla lanzándose una pelotita con la mano; se distancian mucho para tener que hacer mucha fuerza al lanzarla; las mujeres están algo más arriba en la arena seca charlando (me las presentarán luego). Son de Cáceres, y vienen aquí, porque es la playa nudista que tienen más cerca, a unas dos horas, por buena carretera de autopista. Los dos se lo pasan bien lanzándose la pelotita y, como me ven solo, me hacen un lanzamiento invitador; agradezco y rechazo, pues debo reservar fuerzas para caminar y no malgastar mis energías en lances innecesarios. Les acompaño a donde sus parejas y, mientras se visten, pues ya han pasado el día y aún les quedan las dos horas de vuelta, les cuento mi caminata y Galicia como objetivo. Les acompaño por la playa, hasta que veo a dos guardas de seguridad, que controlan el equipo de filmación y no quiero tener problemas por salirme de la zona permitida. “¡Cuidate!”, me dicen, “chao”. La gente va abandonando la playa. Traslado mi equipo a la zona seleccionada para pasar la noche. Cerca de donde estoy, un chico desnudo y otro con bañador, no sé de qué se ríen; quizás estén algo “mamados”o "fumados".

Foto sin Espichel, dibujo sin Espichel
Hago un dibujo, que empiezo pretendiendo que entrara el final del cabo, pero mi cálculo es pésimo y me limitaré a la falesia, que no terminará, como tampoco la larguísima playa y se aprecia un trocito de las olas del mar llegando a la orilla. Al final, decido que no aparece el cabo Espichel porque no he estado allí y, así, queda constancia de mi falta de acercamiento. Lo mismo ocurrirá con la foto que me han sacado, pues tapo el cabo con mi cuerpo embarrado, sin yo pretenderlo.

                                                                                    Cabo Espichel: Foto de un catálogo


Como véis, trato de buscar justificación a todo. Extiendo esterilla y saco, para marcar mi territorio. La luna está en cuarto creciente, pero en forma de barca panzuda; durante la noche veré la Osa Mayor. Cuando estoy ya instalado, veo que pasa un chico con mochila más grande que la mía; ya quedamos cuatro gatos en la playa, y me acerco para preguntarle si está haciendo un camino similar al mío y la respuesta que recibo es un “¿por qué?”, como de alguien que está beodo, que se corresponderá con la mía: “por nada”, de lúcido, y me voy. Él seguirá adelante. La pareja que estaba al lado se irá también y, ya estando solo, pasarán dos chicos que estaban algo más lejos, en la falésia.


La foto que he sacado desde mi almohada, con la falésia dorada por los últimos rayos del sol del ocaso y con la luna, sobre el cielo azul, me produce intriga o curiosidad; ¿cómo saldrá?, pero no me quedará más remedio que esperar al regreso a Irun para apreciarla. En cuanto el sol se oculte, me pondré a dormir. También se ve que recogen los que están más hacia el norte, con una especie de paravientos azul, pero no sé seguro si se quedan o se van también. La almohada que he hecho hoy es cómoda y sólo duermo con camiseta. De vez en cuando se levanta algo de airecillo, pero la noche se avecina buena, ¿cómo sería la de ayer aquí?  Cuando ya me las prometía felices, empezará a sonar una música con gran potencia ¡menos mal que la distancia es grande!, y ¡estoy tan cansado por la noche sandunguera de ayer! Estando recién tumbado y echando el primer sueñecito, aparecerán dos motoristas con su potente zumbido, pero creo que se han marchado pronto, lo cierto es que no me he enterado cuándo se han ido o, si se han quedado, ya no me han molestado más.
El día de hoy confirma lo bien que estoy mental y físicamente y que no me arredro fácilmente ante una noche sin dormir. No he tenido encuentros fundamentales, pero una comida buena, unas mujeres acompañadoras, el encuentro con los de Cáceres invitadores, a los que agradezco su gesto, y el disfrute de la mejor playa nudista de Portugal, hacen que me siga sintiendo bien en mi viaje.

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