viernes, 13 de enero de 2012

Regreso a casa 1 56(116) A Guarda-Ferrol

FIN DE MI VIAJE POR LA COSTA

Regreso a casa 1 56 (116) En Galicia:
A Guarda-Santa María de Oia.


Una familia destrozada
Pago 1,10€. El chofer me confirma que me parará, pero me dice: “ya no funciona como restaurante, al menos, ya no está el cartel anunciador”. Con esta mala noticia, dudo qué hacer, pero decido visitar a la familia, objeto de mi parada en Oia. Llego, bajo y me acerco a la parte de la casa (el restaurante estaba por la parte de atrás) y sale la mujer. Me pregunta si fui yo el que les envió una postal por Navidad; yo ya ni me acordaba. Veo a los niños, conozco al chiquitín (no recordaba si niño o niña) y le doy mi regalo. Les veo muy tristes.

Al poco de pasar yo y comer allí el año pasado, de regreso a Baiona, donde terminaría mi periplo por el Norte, fueron denunciados y les obligaron a cerrar el local. Aquel día habíamos visto perder el liderato del Tour a Oscar Pereiro (ver mi paso de este año entre Luz de Tavira y Olhão) en la etapa contra el reloj pero, más tarde, se descubrió que Landis se había dopado, le habían desposeído del título, y se lo habían restituido a Pereiro. Yo venía a celebrarlo. ¡Vaya chasco!

Están haciendo los preparativos para irse toda la familia a Almería, donde el marido encontró trabajo de camionero (otra experiencia más para el valiente legionario y hostelero), que no es la primera vez que ejerce esa profesión. Empezará en setiembre en El Ejido. La niña es vergonzosa, pero la hermana mayor y el mediano son muy majos, espero que se adapten bien todos a su vida en Andalucía, que no les entre la morriña. Al rato, llega el marido. Todo el tiempo que hablo con él, el tema base es: “lo mala que es la gente” y “lo mal que se hacen las cosas”; él lo valora así, desde su experiencia. Me cuenta el proceso: El Concello le dio permiso de habitabilidad de la casa y permiso para poner el restaurante; alguien denunció, precisamente la vecina que ellos cuidaban de su piso vacío, entre semana, mientras ella no estaba; les denunció por ruido y humos. Finalmente el Concello le quitó al edificio el permiso de habitabilidad. Él estaba pagando la hipoteca y dejó de pagar ¡que le echen! Ahora el no está en disposición ni de escucharme, ni de ofrecerme algo. En vista del panorama, tomo la decisión de bajar a Santa María de Oia y comer. Él me baja en coche y le invito a un vermouth; le pido que me deje en Turismo y nos despedimos. “¡Que tengas suerte en El Ejido!”

Comida en Casa Henriqueta
La encargada de Turismo, me confirma que el bus a Baiona es a las 14:30h y decido hacer una comida rápida en el Mesón Casa Henriqueta, que me da buenas sensaciones y, además, no dispongo de tiempo para ir a buscar otra cosa. Como ½ de pulpo y jamón asado con patatas fritas, Contesa y descafeinado, que, con el vino y el pan, entran en el menú de 10€ que pago con Visa-Lector 10. Muy bien la relación calidad-precio. Como me sirven rápido, me da tiempo a escribir.

A Baiona para ver el Cruceiro con baldaquino
No tengo que esperar mucho a que llegue el bus. Pago 1,60€ y me siento solo pero en asiento de dos. En la siguiente parada, o en la otra, sube Rubén y quiere pagar con 50€; como el chofer no tiene o no quiere cambiarle tanto dinero, se dispone a bajar y perderlo, esperar al siguiente o quedarse allí, así que le llamo rápido y le digo que ya le pago el billete. Pago (1,10), vuelve a montar y seguimos juntos hasta Baiona, que es a donde él se dirige. Rubén ni agradece, ni nada, es de pocas palabras y va pensativo. Cuando voy a bajar en la parada ya conocida por mí, porque fue allí, en ese momento, cuando acabó mi caminada el año pasado de 2006, él también se dispone a bajar en el mismo sitio y bajamos juntos.

Intenta que le den cambios en un bar y se niegan. Tanto el BBVA, como una de apuestas, etán cerrados. Compra un helado y me devuelve los 1,10€ adelantados. Me pregunta si voy a la playa y le digo que no llevo bañador y es playa muy urbana y, además, que mi objetivo al venir no era la playa, sino ver el Cruceiro con baldaquino del que nadie me habló y no vi el año pasado.





Nos depedimos y voy hacia el cruceiro que, lo que tiene de novedoso es, efectivamente, el baldaquino. “Sólo hay dos de estas características en toda Galicia”, me dirá una viandante.





Para sacar la foto, tengo problemas, de nuevo, con los coches; no se meten bajo el baldaquino porque no hay sitio. Regreso al BBVA y saco 100€, ahora ya con una comisión razonable (0,40€) y voy a la parada de autobús.











Autobús Baiona-Vigo para coger el tren a Ferrol
El autobús llega a las 15:30h y pago 2,10€. Me fijo al llegar a Panxón para ver si veo el Templo Votivo del Mar, pero pasamos muy alejados de él. Una mujer que va sentada al lado, muestra interés por mi viaje. Va a Vigo para ver a su nieto al Hospital; tiene cuatro años y está con neumonía. Yo le comento que a mí acabaron dándome la vacuna neumocócica pero siendo adulto. Al pasar por Nigrán es cuando veré, muy a lo lejos el templo construido por el arquitecto Palacios, antes buscado. Llegamos a Vigo y me despido de ella: le deseo que su nieto se cure pronto. Corro hacia la estación, ya que no sé a qué hora tendré tren.

Tren Vigo-A Coruña (largo recorrido)
No recuerdo cómo lo hice, pero lo cogí sin tener que esperar mucho, con tarjeta dorada (7,50€) con Visa-lector 10.


Al pasar cerca de Redondela veo la Illa de San Simón, pero ni me enteraré de la ciudad. No me extraña, porque voy hablando con Sara Inés Volpe, una uruguaya a la que también le gusta hablar, tanto como a mí. El marido le dejó estando en su segunda gestación “¡de la noche a la mañana!”, dice. Los hijos, siempre que hablaban de él de niños, decían: “algún día lo iremos a buscar”. Tiene estudios en Uruguay para la Educación infantil, pero no se los convalidan. En Ferrol ofrece Calidad de Vida y Terapia alternativa; tratamientos de Digitopuntura, Cervicales, Estrés, Depresión, Conflictos personales, Reiki. Su hija estudia ahora en Dublín y su hijo es un buen deportista que participa en alguna selección de Vigo (no recuerdo en qué deporte), parece que puede tener futuro y están agilizando los papeles para la obtención de la nacionalidad española. Ella era activista de base y su marido de “pacotilla”, un niño bien de los que hacen revolución de café. Ahora hace terapias y se forma en Reiki. Es muy agradable y se entusiasma con mis dibujos (los que le mando los tiene colgados en un corcho en su despacho. Me mandó foto con ellos). Le gusta lo que le cuento sobre los niños de la guerra del 36 en Rusia. Me pregunta sobre ETA y le doy mi opinión sobre el nacionalismo exclusivista que defienden, poco o nada respetuosos con la riqueza de la interculturalidad. Antes de bajarse en Santiago, me brinda la oportunidad de bajar con ella, ya que tiene una cama alquilada que se le ha quedado libre porque le ha fallado una amiga. Hoy víspera del Santo, se celebra una gran fiesta nocturna, con espectáculos de luz y sonido. Pero yo no estoy para esos jolgorios; prefiero lo que tengo intención de hacer. Le hablo de Sergio, Cereijo, Filipe, de Carlos Iglesias, del Foro Ciudadano Irunés y la utopía que perseguimos y de mis aficiones, en las que estoy en proceso de formación. Le doy mi e-mail y ella me da el suyo y sus señas en Vigo que, después, cambiaría a Chapela y, ahora, de nuevo, vive en Vigo. Me despido de Sara, con la conciencia de haber hecho una amistad, que se reafirmará en el tiempo. Cuando me quedo solo, me pongo a escribir el diario; si no, tantas cosas que contar, se me desbordan por la cacerola en ebullición. Como no acabo de contarlo todo, sigo escribiendo en la estación de A Coruña.

Tren regional A Coruña-Ferrol.
Me cuesta 3,05€ que también pago con Visa-Lector 10. Un vendedor sudamericano vende conservas en una mesa muy completa que se ha montado en la propia estación; dice que en Irun vendió poco, “allí la mayoría de la gente prefiere el Topo”, dice. Me temo que montaría la mesa en la Estación de largo recorrido y no en la de cercanías. En Información confirmo la hora de salida del tren a Ferrol y el andén; con un cuarto de hora de adelanto me monto en el tren que ya está preparado y cerciorándome que es el que va a Ferrol. “¿Encontraré pensión barata y con cena?”, me pregunto. Observo que hay mucha gente que va en la otra dirección, hacia Santiago. Entre la gente que espera  en el mismo andén, elijo la alternativa de subir al vagón; las otras eran: una chica joven que espera a amigos que van a Santiago con ella, pero que no llegan; tiene dolor de cabeza y le ofrezco una Aspirina de las mías (no he tenido que tomar ninguna en los 56 días), pero prefiere quitarlo con los cascos de música (para ella debe ser el método mejor). La otra alternativa era el vendedor peruano que vende productos navarros y riojanos. Adiós muchachos. En el tren hace fresquito. Una señora lee periódico, y la que entra tras de mí, que también lee, se pone un chal protector. No conversamos hasta que me doy cuenta de que no he cancelado el billete. Me dice que no es necesario. Pero, nada más arrancar el tren, la primera señora se da cuenta de que se ha confundido de tren; pretendía ir a Santiago. Alertada la revisora, le va a informar, cuando llegamos a la primera parada. Yo con mi afan de ayudar, casi la obligo a bajar, pero la revisora le hace subir por otro vagón. Yo creía que era la solución lógica, la que yo habría elegido, pero la revisora le propone otra opción mejor. La primera era bajarse e ir en taxi a la estación, de la que no se había alejado mucho; al volver a subir al tren las opciones se le reducen y, finalmente, opta por ir a Santiago en taxi. Lo último que a mí se me habría ocurrido. Con motivo de este acontecimiento ya tenemos escusa para ponernos a hablar la señora del chal y yo. Se interesa por mi viaje pero, por poco tiempo, ya que se tiene que bajar en Betanzos-Infiesto. Luego el tren cambia de dirección y yo también me reoriento al frente. Llegaré a ver, más o menos, el lugar aproximado donde estaba el albergue de Miño, donde estuve durmiendo solo en 2006, pues los del grupo andaluz, que no cabían en Neda, aquí menos. Cuando llego a Ferrol, en Feve cojo horarios para Oviedo y Santander.

Noche en Ferrol en Zahara
Pregunto a un señor por un lugar en que me den cena y alojamiento y los dos primeros que veo no tienen cama; así que me dirijo al centro y, con ayuda, encuentro Zahara (sin Atunes, que ésa vendrá en 2008), donde por 25€ (con Visa-Lector 10) me dan una habitación muy luminosa (por la mañana) con tres hermosos ventanales en 4º piso y que me ha dejado en la mitad de su precio. Perfecto. Lo malo es que mañana, día de Santiago, está la pensión al completo y la tendré que dejar. Me prometen ayuda para buscar otra. Dejo la mochila y bajo al bar a cenar, con los horarios de Feve, para pasado mañana; pero me dejo las gafas, así que no podré ver nada. Como una tortilla de patata muy jugosa y rica y unos choricillos asados con patatas fritas, y flan (8€) que pago en metálico. Me doy una vuelta. Anuncian teatro, pero no parece interesante; dicen que gratis. Ya decidiré mañana. Parece más un lugar de copas ¿Será café teatro? Tampoco he cogido jersey y estamos en el norte, así que la vuelta que me doy, por la misma calle del hostal, será rápida. Abro un poco el abanico, ampliando el recorrido por peatonal arriba y vuelvo a bajar a la calle del hostal. Me acuesto sin ducharme; ya me estaba adormilando en el tren. Pongo la tele por ver si dice el pronóstico del tiempo para mañana y pasado. Pero la hora ya ha pasado. No sé a qué hora he llamado a Vera (0,60€). Me han dicho que mañana hará nublado pero que acabará en bueno. La luna que ayer vi desde el saco en cuarto creciente, hoy ya ha cogido forma de balón de rugby. Duermo muy bien y no me levanto más que una vez a orinar.

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