miércoles, 4 de enero de 2012

Etapa 26 (86). Praia do Meco-Costa de Caparica

Etapa 26 (86). 24 de junio de 2007, domingo. Praia do Meco-Albufeira-Fonte de Telha-praia de Bela Vista-Costa de Caparica.

Despertar en Praia Meco
El municipio de Sesimbra está enmarcado en la Costa Azul y abarca una gran extensión de terreno, formando un cuadrado irregular que linda con Azeitão, Arrábida, Cabo Espichel y Costa de Caparica (Fonte de Telha); en la zona norte tiene la Laguna de Albufeira.

Por la Albufeira hacia Fonte Telha con las sandalias colgando
Me he despertado a las 6:15 y para las 6:30h ya estoy en marcha. Hay varios pescadores y uno me dice que ha llegado a las cinco y que todavía había música. ¡Qué bien habré dormido que ni me he enterado!




Líneas curvas dibujadas por las olas en la arena. Abstracto natural
He salido descalzo por la orilla, y me pondré pronto las sandalias buenas; pero, al llegar a Albufeira me tendré que descalzar de nuevo, y cometo el error de no denudarme, con la consecuencia de que me mojo la pernera alta hasta el fondillo del pantalón y el del calzoncillo. Por no quitármelos antes, me los tengo que quitar ahora y los llevo enganchados a la mochila para que se vayan secando con el aire que se va produciendo al andar; me sirve como estrategia para el futuro de cómo llevar las sandalias colgando de las cinchas de mi mochilita Visa. Es una buena solución. Ya he pasado, entre agua y arena, toda la parte marítima de la laguna de Albufeira.


Voy en bolas, aunque con camiseta, cuando paso una tienda de campaña con dos parasoles, y otra con alguien dentro y dos dormidos fuera; un perro me ladrará, pero no conseguirá que los dormidos se despierten; sólo uno rebullirá a mi paso. Y no me encontraré a nadie más hasta llegar a Fonte de Telha.











Voy esquivando las cagadas de infinidad de gaviotas, cuyas señales palmípedas quedan marcadas en la arena y, pronto, en la falésia, aparecen las construcciones geológicas producidas por los fenómenos atmosféricos, que me recuerdan a la Capadocia turca y a Gaudí, similares a las que vi al sur de Faro, y en praia de Falésia, en el Algarve. Llegando a Fonte de Telha, encuentro a un gran grupo que está pasando allí el fin de semana; están con coches, tiendas y música fortísima; hablo con los que están al inicio, aunque otros hacen deporte y otros nadan; a mi no me apetece bañarme ahora. Un hombre me recomienda que vaya por la playa hasta la Costa de Caparica, pero que luego me meta en la estrada, puesto que vienen instalaciones militares (me lo anunciará previamente una balsa de arena). El nadador-salvador coincide con lo que este hombre me ha dicho y me indica que después de una zona en que la arena desaparece, la primera será la praia de Bela Vista.
Praia de Bela Vista, la 3ª y última autorizada para hacer nudismo en todo Portugal
En mi lista pone de ella: “Nudismo autorizado. Enorme playa de 11kms. de longitud que recibe diversos nombres por tramos (todas) muy frecuentadas por personas que se desplazan desde la vecina Lisboa…” con equipamientos, adecuadas para surf y windsurf y buen acceso en coche y en trenecito municipal. Esta será la tercera y última playa con nudismo autorizado; repasando: Ilha de Tavira, Meco y Bela Vista. En Fonte de Telha desayuno (4€) y consigo el carimbo: Nancatur Act. Hot. e Turísticas Lda. Praia Lareira-F.Telha 2825-486 Costa Caparica 917240460. Me voy para las 11:00h. Salgo por camino polvoriento que va por encima de la playa; son los carros, que circulan en dirección al interior, quienes levantan el polvo pero, como el viento viene del mar, no tendré problemas. Como veo que la carretera dobla hacia el interior y no me apetece alejarme, vuelvo a meterme en la playa pasando entre las barcas y un perro que, para variar, me ladra. Andando un rato, llego a un lugar en que veo que, al fondo, se ha empezado a formar una duna estable de unos dos o tres metros de altura y se empieza a ver gente desnuda. Me paro y me doy un par de baños. Pasa una pareja de homosexuales agarraditos de la mano; siguiendo un poco más adelante, se besuquean y uno le toca el paquete al otro. Yo me seco al sol y sin esperar a secarme, tras el segundo baño, cojo las mochilas y sigo adelante. Como me ha gustado el sistema que he empleado antes de llevar las sandalias colgando de las cinchas, ahora lo repito. Voy bien equilibrado ¡Qué diferencia con el año pasado! Y todo gracias a la reducción de peso. Hay veces en que llego a un sitio y me quedo con las mochilas puestas, sin descargar. Cuando está finalizando la playa y empiezo a ver un padre con niños, me pongo el calzoncillo pero, precisamente en ese lugar, es donde empiezo a ver más nudistas. Con razón Bela Vista es de nudismo autorizado, pero no tiene nada que ver con Meco, donde el nudismo estaba más generalizado. La mañana, que nació gris y amenazante, nubarrones oscuros venían de la zona de Lisboa y Cascais, ahora permite que el sol salga y entre las nubes y acabará dando paso a un buen día.
Un madurito que se cuida
Me paro, extiendo la toalla y tomo el sol. Llega un madurito (40-50 años) ya bronceado y observo el tiempo que dedica a darse crema ¿protectora, bronceadora? De un tubo con dos salidas que lo ha cogido a una pareja que está con una niña; aunque esa acción demuestra que son conocidos, él se coloca aparte, con la distancia suficiente como para, al conversar, tener que elevar la voz, pero que yo, que estoy a unos 20m, no llegaré a entender lo que hablan. Primero se da él la crema; luego le pide ayuda a ella para que le dé en la espalda en la zona que él no llega; mientras el marido juega con la niña haciéndole un Teide gigante –sin nieve en el semblante, ni fuego en el corazón. Luego, el madurito, se volverá a llevar el tubo a su sitio y, de pie, continuará dándose crema, concienzudamente, en todas las partes del cuerpo: culo, muslos, entrepierna, huevos, pito; cuando parece que ya ha terminado, se sentará y embadurnará bien sus piernas, se limpiará los pies de arena y se los masajeará. ¡Cuánta dedicación al cuerpo! Quizás la mayor sorpresa viene derivada del contraste con el poco caso que yo le hago al mío, pues me doy crema protectora sólo cuando voy a estar muchas horas al sol. Antes de que ma vaya, se volverá a dar crema él solito en la espalda ¿ahora llega? ¿no se quedó satisfecho con la que la mujer le dio? Otro hombre, más cercano a mí, está protegido por paravientos y come un bocata; de vez en cuando se la masajea, pero no logra erección. Un hombre, con su mujer y su hijo, pero sólo él está desnudo. Pasan parejas y mayormente chicos, algunos parecen amigos, y se van más hacia el sur. Muy poca gente se baña. Aunque el sol sigue entre nubes, estoy muy a gusto tumbado.
Un robalo exquisito
Poco después de la una, me visto y voy a preguntar, al nadador salvador, por un sitio para comer. Me indica que el propio restaurante que está allí al lado, en la misma playa, está muy bien. Es la primera vez que veo robalo con precio por persona, generalmente me lo ofertan para dos o suele ser precio por kilo; cuesta 11€ y me decido por él cuando me lo ofertan con ensalada y patata cocida. Está buenísimo y saco brillo a las espinas; le saco chispas hasta a la cabeza (ésta sin pregos) y finalizo con la ensalada, a la que incorporo la patata cocida y que ¡está de muerte! Durante toda la comida, estaré descalzo.

Mientras me sirven y como, dos chicos de Casar de Cáceres se han sentado en una mesa contigua a la mía; uno de ellos habla por el móvil con un amigo de Cádiz y le está diciendo que hace mal tiempo y que están en Cascais; el otro le dice bajito “en Caparica”, pero el amigo dice al de Cádiz: “eso, en Cascais”. Cuando termina la conversación con el “mueble” (movel, que dicen los portugueses), intervengo y (me lo invento), les digo: “ahora hay unos móviles que calculan las coordenadas de situación e indican el lugar bastante exacto de donde se llama y dan información de temperatura y demás”. El amigo del que hablaba contesta: “a éste, no le convienen esos móviles”; se ve que dice muchas trolas. Casar de Cáceres está a 8 km de la capital extremeña y se llaman Jose y Jorge; me dicen que para venir a Caparica tienen que ir a Badajoz, que es de donde procede la autopista, y les cuesta 2 y ½ horas llegar. Les cuento mi viaje y, al marcharse, me dicen que me han pagado la cerveza, se despiden con un: “¡cuidate!” Cuando pido la cuenta (14,50€), veo que me han cobrado la cerveza, así que indago y no sé si el camarero no entendió bien pero, parece ser, que no se la cobró. En cualquier caso, pagada o no, se agradece la intención. Cuando me habían ofrecido una segunda cerveza les había dicho que con la que estaba tomando era suficiente, y le habían dicho al camarero que la pagaban ellos. Si no lo hizo o la cobró dos veces… sería una forma de compensar una propina que no di. No puedo pagar con Visa, la máquina no da ticket para poder demostrar nada, además tampoco tengo el ticket de los cacereños; en fin ¡olvidémoslo! Me despido del camarero diciéndole que el robalo estaba buenísimo, que es lo importante de una buena comida.

Buscando una pousada, encontraré un centro de lazer
Voy descalzo por la playa y compruebo que se va muy bien por la orilla con la marea baja; avanzo mucho y pronto llegaré a la zona sur urbanizada de la Costa de Caparica. En el camino he visto a muchas chicas, niñas y jóvenes, y algunas no tan jóvenes, jugando futebol (como dicen allí) en distancias cortas, ensayando toque, driblando, etc. Antes de que se acabe la playa, sacaré una foto de los grandes y feos edificios, pero que hacia el otro lado del Tejo, se ve el final de Lisboa, hacia Oeiras y se me acaba el rollo (siendo la última del 10º, no me saldrá). La siguiente pousada de juventude está en Almada y voy con intención de albergarme hoy allí, pues ya empiezo a situarme en zona más civilizada y la cercanía de la capital no me anima a arriesgarme a dormir a la intemperie, pues el río Tejo no es la playa. Un paseo semicortado sigue absorviendo gente y más gente; las playas empiezan a ser artificiales, que se construyen lanzando diques al mar; cuando parece que estoy llegando a la última, aparece otra nueva, y otra más y más. Ya con Lisboa a la vista, pregunto y me dicen que vaya por un caminho-estrada que me llevará hacia la derecha y luego deberé doblar, en la rotonda, a la izquierda; ésa es la estrada que me llevará a Almada.

Con esa información, sigo adelante y, cuando llego a la rotonda, un cartel me informa que en S.António hay un albergue juvenil; pienso “¿será el de Almada, que ya lo anuncian desde aquí?” pero pregunto a un chico que me indica por dónde llegar al albergue de Caparica. Cuando ya estoy cerca, otro chico me señalará con el dedo el lugar exacto: “allí”, me dirá. Entro sin mucho convencimiento y más cuando pregunto al encargado y me dice que la pousada de Almada está a 5km. y él mismo se brinda a hacer la llamada para reservarme sitio, pero no le cogen y repite la llamada; como siguen sin cogerle, me pregunta cuales son mis intenciones de viaje. Le digo que mi deseo es pasar rápido por Lisboa, a poder ser sin detenerme en ella, y llegar a la zona de Cascais. “En ese caso, no te conviene ir hacia Almada; lo mejor es que cojas el transbordador en Trafaria”, me dice, “pues éste te deja en la zona de Belém”. Con esta información, no dudo en coger habitación allí mismo, para pasar la noche; me da la nº 21. Me sacará unos planos, que me servirán de poco, yo retiro el de la Costa Azul que estaba utilizando, y saco el nuevo con el tramo Lisboa-Parque Natural Sintra-Cascais que partí para separar de la zona norte hacia Ericeira. Me echa el carimbo en la credencial: Arribatejo-ADL Centro de Lazer de São João da Caparica. Me cuesta 16€ que pago con Visa-Lector 10 y que incluye desayuno. La habitación es para cuatro pero, de momento, estoy solo. Hace calor, pero no me importa, ya que me gusta taparme solamente con la sabanita. Hago la cama; no puedo afeitarme porque no hay enchufe, ni en el servicio ni en la habitación; me ducho con agua templada, acabando con fría; lavo el calzoncillo y la camiseta con el jabón líquido de manos azul y las primeras aguas salen un tanto amarronadas. Levanto la cortina, que tiene pretensiones de hacer la oscuridad, pero sin conseguirlo, y pongo a secar lo lavado y la toalla, colgándolos del apoya brazos de la silla. Cambio el rollo de la cámara; empezaré mañana el 11º. Me bebo lo que queda del agua con limón. Con el tema del enchufe, pregunto al recepcionista y me da un alargador, que ya me sirve para afeitarme. Se lo devuelvo y me pongo a escribir. Le pregunto si, en Caparica, hay algo interesante para ver y me indica algo en Almada que, el azar o lo que sea, acaba de dejar fuera de mi ruta; no iré. Lo único inadecuado ha sido el precio del albergue, pues 16€ me ha parecido caro, sin cena y en habitación compartida, aunque esté solo. Me dice que, para mañana, me puede adelantar la hora del desayuno, que no suele ser inhabitual, pero le digo que me adaptaré a la hora convenida de las 8:30h, no vaya a ser que me guste la cama y duerma más de lo debido. Para cenar, me recomienda un self-service cercano, Goianão y también un cubano con arroces.
Semente de abóbora y una cena muy variada
Voy al super Santo António y compro pipas de calabaza; me ofrecen peladas (semente de abóbora) y un paquete me cuesta 2,20€. No son caras, ya que, al estar peladas, cunden muchísimo. Entro en Goianão, veo que me puedo hacer ensaladas interesantes y salgo para hacer una llamada y vuelvo. Hablo con Josu, Julen, Lander y Sara, en ese orden, es decir, en orden alfabético. La noticia es que Lander ya controla la orina; ya sólo le falta controlar la caca ¡todo se andará! Julen me dice que han estado los tíos de Londres, Mikel y la tía Sagrario; es novedad que me cuente tanto, pues normalmente no se suele querer poner al teléfono. Les digo que mañana pasaré a Lisboa y que voy de tiempo mejor que lo previsto. Entro a cenar y me hago una ensalada de remolacha, brócoli y tomate; luego ensaladas preparadas: tropical, manzana, variadas, aceitunas rellenas de pimiento y negras. Dos muslitos de frango con berenjena rebozada, plátano frito y una masa de pan frita; lomo con plátano frito (que no debiera haber cogido) y un postre muy empalagoso que, me han dicho, era de maracuyá y ½ de vinho verde. Pago con Visa-Lector 10 (14,59€).
Noche tranquila a este lado del Tejo
De vuelta al “hotel”, encuentro en el ordenador a un chico que me parece peruano, pero que me dirá que es portugués. Están hablando él y el recepcionista, pero no consigo entender ni palabra. Compro 8 postales y pago seis (a 0,50€), las otras dos me las regala el recepcionista de turno; no son postales corrientes y pago 3€. Pasan aviones que vienen y van a Lisboa; confío en que no molesten mucho por la noche. Desde el doble ventanal, hay una bonita vista para dibujar; será mañana, de día, cuando lo haga. El albergue es municipal, razón por la que no está en mi lista de pousadas de juventude. Me doy masaje de aloe-vera en los pies y me acuesto. Me costará dormir, quizás por la pesantez de la cena, no debí comer el lomo de porco y, para colmo, a media noche se escucha la llegada de jóvenes que vienen de juerga (es el domingo de São João y estoy en centro de ocio de São João de Caparica). Me levantaré sólo una vez a orinar. Descansaré bien después. Mañana sabré, por la recepcionista de turno, que el que estaba encargado ayer se llama Paulo; si en el Algarve tuve un Paulo de la guarda, ahora éste, también me ha llevado por el buen camino.
¿Qué he aprendido en este día? A seguir siendo el que soy y a disfrutar de lo que el camino me ofrece: robalo, semente de abóbora, cena variada, buena orientación en el albergue y a estar receptivo y abierto a cambios de planes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario