lunes, 9 de enero de 2012

Etapa 51 (111) Rates-Fao

Etapa 51 (111). 19 de julio de 2007, jueves (5ª feira) Rates-Terroso-Navais-Aguçadoura-Apulia-Ofir-Fão.

Despertar en San Pedro de Rates
Me levanto poco después de las 7:00h. Bajo, efeito, cago, lavo y recojo la ropa del tendedero, aún algo húmedas las mangas de la camiseta, y el calzoncillo. Cuando estoy recogiendo el saco, se levanta y pasa por el pasillo Thomas y nos saludamos. Escribo en la mesa redonda de cristal y termino de recoger y montar las dos mochilas. Ya se han ido levantando las dos alemanas.


Saco fotos de aperos de labranza y me despido; pero la que sabe más francés (aunque el más políglota sea Thomas, y el que más se ríe) me tendrá que acompañar con la llave para abrirme la puerta.




Bajo la cuesta hacia São Pedro y saco más fotos del interior de la iglesia, aunque con escaso resultado, ya que saldrán oscuras.




No desayuno en el pueblo y me indican la salida hacia Terroso, Navais y Agusadoura.



La estrada, al ser de adoquines, avisa la llegada de cualquier coche que venga por detrás, ya que los que vienen de frente los veo. Lo malo es que los adoquines están bien encajados en la zona central de la estrada, pero en los laterales, no siguen la geometría, o están levantados o ausentes, lo que hacen dar al caminante pasos inseguros y le obligan a prestar mucha atención al suelo; se complica, pues muchas veces no hay arcén. Quitando estos problemillas, voy bien; a veces subo a alguna pequeña altura para tener más certezas y otras, respiro hondo para llenar los pulmones de aromas naturales y sanos: pinos, eucaliptos y helechos.
Prolegómenos a la Cividade de Terroso
Lo primero que hago al llegar a Terroso es buscar un sitio para desyunar. El Café Sejaes me ofrece descafeinado con leite y un bolo de chocolate por 1,40€ y me dirijo para buscar el indicador: Cividade. Hace más de doce años, Saramago visitó la citania de Briteiros y el castro de Sabroso, no habla de cividade, pero yo entiendo que es lo mismo pero con otro nombre (ambos empiezan por “ci”, como ciudad). Si yo no visito aquellos, es porque el camino me pone más a mano éstos, no porque sean mejores ni peores, y porque están más próximos a la costa (aunque en el caso de Terroso, no fuera la costa la que me lo ofreció, sino que lo recibo como un regalo por ir a São Pedro de Rates). Yo, además, después de Terroso, visitaré el castro de São Lourenço de Vila Chã y la citania de Santa Luzia en la cima de Viana do Castelo. El castro de Santa Trega, en A Guarda, ya los visité el pasado año de 2006, casi finalizando mi recorrido Francia-Portugal. Cuando veo el letrero, memorizo el lugar, ya que en el cruce deberé coger estrada en dirección a Navais.


Cividade de Terroso
Voy ascendiendo la montaña y llego a la entrada, donde veo un edificio que parece diseñado para pequeño museo, o como ahora los llaman: centro de interpretación. Pero está fechado y, desde fuera, no se ve si funciona o funcionará. La puerta de entrada hacia los castros está abierta y sigo ascendiendo.


Una pequeña información sobre cuatro árboles, vestigios del pasado (uno me parece que es una encina) y, cuando estoy subiendo los últimos escalones de tierra sujetos por travesaños de madera, un grupo de jóvenes, que ha dejado de trabajar, se está concentrando en un lugar próximo. Saludo al grupo, y el profesor José Flores me dice que puedo pasar para visitar los castros ya descubiertos.

Él ha concentrado al grupo, ya que tienen que tratar del tema del reparto de papeles para la próxima representación. Escucho un poco y me entero de menos y pido permiso al profesor Flores para fotografiar. Aunque quiero que sea una foto natural, alguno se coloca. Saco foto algo lejana del grupo que sigue trabajando sobre tarea asignada; están desbrozando maleza y alisando el suelo; se supone que debajo aparecerán nuevos castros. Los chavales, más chicos que chicas, casi todos son del pueblo o, al menos, de los alrededores; no es un grupo internacional; algunos son estudiantes de arqueología y otro de las universidades de la zona.
También saco foto de los castros y una con el mar al fondo, ya que es muy importante la distancia al mar de estos poblados que, normalmente, no suele ser mucha. Cuando me acerco al otro grupo, me preguntan y les cuento mi caminhada; estos también alucinan. Al igual que a la chica del bar, a estos también les parece muy bonita la iglesia románica de São Pedro de Rates. Me dicen que el adulto que está con el otro grupo es su profesor de Arqueología. Cuando vuelvo al grupo inicial, me permiten escuchar y oigo que hablan de cota de mallas, de machetes, etc.; el profesor Flores elige para llevar la cota de mallas a los chavales más fuertes, ya que pesa 15 kilos, un condicionante importante a la hora de la distribución de roles.

Termina la distribución y el profesor Flores me contará que, así como Santa Trega está cerca del mar, arriba, en la montaña, esta cividade de Terroso está en la primera altura después de la llanada. Le hablo del castro de Vigo y del de Baroña, que están tocando el mar y dice que allí, en la zona de Galicia donde están estos castros, la naturaleza es benévola. Me dice que también en Labruge hay algo pequeño y muy próximo al mar y le respondo que lo busqué pero no lo pude encontrar. Comparte conmigo la idea de lo importantes que son algunas sensibilidades para la salud de los ciudadanos, como el paseo de madera protector de la duna flotante de Vila Nova de Gaia. Me cuenta que, en Terroso, los romanos destruyeron algo de lo existente y construyeron otras cosas. Se han descubierto restos interesantes de terra sigilata y alfileres romanos. También, en la zona de abajo, se han encontrado más yacimientos romanos, pero los han tapado a la espera de conseguir más dinero con un proyecto de más envergadura, que permita próximas investigaciones. Sólo se han limitado a hacer una pequeña cata. Ahora, están organizando una representación teatral de cómo se vivía en aquellos tiempos, tratando de hacerlo con elementos encontrados, o rehechos de acuerdo con los originales, y con el máximo de rigor histórico. El tiempo histórico a representar se refiere a antes de que llegara la romanización. Este tipo de representación entronca con la Etnografía y, parece ser que, los políticos de turno, apuestan por ella. Posiblemente, en función del resultado, el próximo año la representación será ya de la época romana de Terroso. Les queda todavía mucho que hacer. Tampoco les dejan hacer una reconstrucción de cómo era una de estas viviendas (como las dos o tres reconstruídas en Santa Trega), pero tienen en proyecto reconstruir una vivienda típica fuera del recinto, para que los visitantes de la cividade la vean antes de subir a ver lo auténtico. El profesor Flores se interesa por mi viaje y le cuento algo de éste y del del año pasado (2006), de las cosas con más peso y me desea buen viaje. El próximo año la representación se hará en junio. Cortamos la conversación porque son las 10:30 y para dar el grito: “¡Hora do almoço!”. Me despido agradecido por toda la información que me ha dado; saludo y me voy. A partir de hoy, Terroso y otro castros que visite, habrán pasado a ser algo más que piedras ordenadas. Los arqueólogos voluntarios sacan sus bocatas y se sientan a comer por grupos de afinidad.

Camino hacia Navais: congrios y fanecas
Bajo de Terroso hacia el bar y pido permiso para escribir en una mesa; la información recibida arriba es tan intensa que, como no lo regurgite inmediatamente, se me olvidará. Escribo, agradezco y para las 11:00 ya me voy en dirección a Navais.

Pronto, la estrada de adoquines pasa a asfalto, pero pronto vuelve a adoquines. Aún tardaré un rato de salir del área de Terroso, ya que son pueblos que se alargan por la estrada.









Una vez que paso por encima de la autopista, ya se ve que me voy acercando al mar; pero Navais no aparece.





Cuando llego, me paro a hablar con José Pires, pescatero que vende su escasa mercancía en su furgoneta, en la estrada. No lleva más que dos congrios y medio; un trozo se lo acaba de vender a una señora que, ahora, trae su dinero para pagarle; y unas fanecas de dos medidas; ningún pescado de fundamento. El congrio es un pescado con mucha espina y lo solemos emplear para sopa de pescado o para el arroz, desmigándolo; la faneca también tiene las suyas, así que es poco recomendable para personas mayores que, ya con menos habilidad en el paladar, se pueden clavar alguna en la garganta. En fin, ¡hay lo que hay! José Pires me dice que conoce el norte de España; también estuvo trabajando con un viejo de Almería; creo que me dice “de cuidador”, pero no lo puedo asegurar. Nos despedimos; yo hacia la playa y él a seguir vendiendo su mercancía.



Aguçadoura: suspirando por un baño en el mar
Saco foto de una capela y de la igreja y, finalmente, llegaré a Aguçadoura, en el momento en que el carrillón de la igreja da las 12:00h.









Con el sonido del carrillón, me voy acercando a la igreja, que me parece muy fea, aunque es alta y llamativa. Es una pena que la que tenían la hayan dejado perder.







Mantienen la fachada, así que hay elementos para comparar. Tengo poco margen para poderla fotografiar entera. Llego a la zona de playa y saco foto del sur, con intención de que el objetivo llegue hasta Aver-O-Mar, puesto que va a ser una parte de la costa por la que no he pasado (ni pasaré, al menos este año). Me asomo a un restaurante que coge Visa, pero me parece algo caro.




En la playa, el nadador-salvador me dice que hacia el norte se hace nudismo: “más perto que la casa del fondo”, me dice, y que, en cuanto llegue, veré gente desnuda. Me hago ilusión de ver nudistas pronto (me ha dicho perto/cerca), pero paso 4-5-6 paravientos y, en todos, veo gente con calzón. Llego a un grupo de chavales que hacen ensayos de pelota base (unos de negro, que luego veré que son verde oscuro, contra otros de naranja). Y, poco después, una chica en bikini con un chico desnudo y arriba, en la duna, otro chico, también desnudo.

Como ya tenía ganas, me coloco en zona intermedia a ambos, y me doy el primer baño en serio desde Labruge (parece que fue hace años, ¡pero si fue ayer!). Hay que caminar mucho por la arena, ya que en esta playa no cubre nunca; me canso y me tiro al agua, aunque sin nadar puesto que no cubre y parece que nado con la tripa sobre la arena; las tres brazadas que doy son rozando con el cilindrín el fondo. Ya me he refrescado y eso me basta y cuando estoy saliendo del agua, observo que un hombre que viene por la orilla de la parte norte, trae alguna intención; pareciera que quiere hacer coincidir su llegada con la mía y confluir en el mismo punto. Pasan unos segundos, pero estoy espectante. Ya estando cerca, empieza a increparme por estar desnudo. Y empleando el argumento de siempre: “hay meninos”, refiriéndose a los jugadores de verde y naranja. Me cabreo, le digo que los niños pasan del tema, que lo que le pasa es que es un irrespetuoso con las opciones de los demás, que estando yo desnudo no le obligo a desnudarse a él, que cada uno tiene su opción, que hay más desnudos en la zona y sólo me ha ido a increpar a mí y que el nadador-salvador me ha mandado a esta zona de la playa porque aquí se puede estar desnudo. Me he despachado a gusto. El hombre se va enfadado y yo también.
Ricardo y Sylvia
El chico que está desnudo con su chica no interviene; el de la duna, menos. Pero el incidente ya me da pie para hablar con la pareja, y a compartir nuestro deseo de que nos respeten nuestro derecho a estar desnudos. Como hablamos y hablamos y mi ropa está alejada, les digo si la puedo acercar; me dan su conformidad y me traslado con ellos. Ricardo es portugués, pero ha trabajado mucho en Canarias, por lo que habla muy buen castellano. Aunque es guía turístico y vive de la preparación y venta de viajes organizados, está de acuerdo que, para viajar, es mejor lo que yo hago, caminando. No le gusta su trabajo, porque hay gran dificultad para innovar y como guía le ha tocado aguantar a clientes insoportables. Sylvia nació en París, de padres portugueses, que siguen allí, junto con su hermana. Ella volvió a Portugal hace 10 años. Ricardo, antes de ir a surfear, me recomienda el libro Buscando el sur, de Román Morales, un sudamericano que defiende la teoría de que llegaron de Asia a través del estrecho de Bering y poblaron hasta la Patagonia. "¡Te gustará!”, me dice. Ricardo se va al mar con su tabla y yo me quedo con su chica en la playa ¡Menudo cambio que ha hecho! Sylvia y Ricardo no tienen ningún compromiso; no son ni novios ni enamorados; sólo son amigos. A ella no le gusta la playa, pero allí está; si quiere estar con Ricardo, tiene que pasar por ello, aunque luego, como ahora, le abandone para hacer surf. “Y le deje con este viejo”, pienso yo, para mis adentros. Sylvia se pone a leer un libro de la madre de Ricardo, sobre recetas de cocina y el comportamiento que debe tener el ama de casa. Ricardo me ha dicho que su madre es del interior del Algarve, pero de la zona de Tavira y, a pesar de la educación sufrida en el salazarismo, intenta ser liberal y respetuosa con los comportamientos de su hijo. Tiene 60 años. Cuando empezó a fumar porros, ella le trató de convencer para que no lo hiciera y empezó a leer un libro que tenía Ricardo sobre drogas, haciendo anotaciones al margen. Él valora mucho ese interés de su madre. No he sabido en qué trabaja Sylvia. Han visto mis dibujos y les gustan. Me despido y dejo a Sylvia leyendo su libro de recetas de cocina, a veces estas recetas antiguas tienen algo aprovechable; me temo que los consejos sobre el comportamiento del ama de casa, serán algo más trasnochado. Ricardo me ha dicho que, a 100m por detrás de donde estamos, hay un bar donde podré comer. Hacia allí voy. “¡Chao, Sylvia!”
Aguçadoura Futebol Clube
Llego y el chico que regenta el bar me dice qué puedo comer. Me ofrece sardinas y las acepto y también una ensalada y, mientras las sardinhas grelhadas se van poniendo a punto, yo me dedico a escribir, que vuelvo a tener tema para contar. Lo primero que me ponen en la mesa es la ensalada de lechuga, tomate y cebolla y el vinho verde São Lucas también. Mientras las sardinas se asan, llega un chico a tomar café pero, como nadie le atiende, decide marcharse. Cuando llegan las sardinas, como muy a gusto todo, pero no tienen descafeinado, así que me quedo sin el café (del que ya soy casi dependiente). Pago 8€ en efectivo. El patrón se va y queda el aprendiz, al que he tenido que abrir la botella porque no podía introducir el tirabuzón del sacacorchos; tras meterlo yo, se le rompe el corcho (a lo mejor por el corcho, a lo mejor por culpa mía en la inclinación), así que meto el tirabuzón en el trozo que queda, lo saco yo, pero ha caído corcho dentro y le digo que tire la parte de arriba. Me lo trae, ya en condiciones, y casi me bebo la botella. Hablamos bastante, pero me cuesta entenderle. Le enseño los dibujos y me vuelvo a la playa.
Playa en dunas altas
Cuando llego a la playa, Sylvia y Ricardo ya se han ido, así que me quedo sin saber la profesión y en qué trabaja ella. Camino más al norte y veo una zona, encima de una duna, en que hay más nudistas, y encuentro al chico que había ido a tomar café al bar y se ha salido sin tomarlo, porque el patrón asaba mis sardinas y el aprendiz preparaba mi ensalada. Me pregunta si estaban buenas las sardinas; le digo que sí y se va. A lo mejor ahora intenta tomar el café que no ha podido tomar antes y tiene más suerte. En esta playa, cada uno está a lo que está; me doy dos baños y me seco al aire; a veces me tumbo y, en un momento dado, me doy cuenta de que se me ha colocado uno justo detrás. Hacia las 17:30h me voy porque, al no tener mapa de la continuación hacia Esposende, me encuentro un poco vendido. Si lo hubiese tenido, me habría ahorrado algún kilómetro, ya que voy hasta Ofir y luego tengo que retroceder hasta Fão. Por otro lado, me ha venido bien, porque así me han acompañado hasta el albergue: Carolina, Daniela y Diogo. Al no haber señales del albergue, seguro que habría cruzado el puente sobre el río Cávado. Pero no adelantemos acontecimientos.
Sodoma y Gomorra. Una mala experiencia que me hará ser más precavido
Cuando salgo de la playa nudista, lo hago en bolas, teniendo el calzoncillo a mano para el caso de que tenga necesidad de ponérmelo con urgencia. Al llegar a unas dunas me encuentro de bruces con un madurito que se la está chupando a un jóven; yo ya estoy encima y me parece mejor continuar adelante por el camino y no retroceder, puesto que a ellos parece no importarles nada, ya que continúan con su juego. Cuando estoy pasando para seguir la playa, el madurito, me hace proposición de un trío; quiere que se la chupe mientras él sigue mamando al jóven, pero nadie me la mamará a mí. El jóven da muestra de estar incómodo y se quiere ir. Decido marcharme y aprender la lección para evitar situaciones similares en el futuro. Los dos se quedan y yo me voy. No vuelvo la vista atrás para ver en qué termina el asunto. No quiero convertirme en estatua de sal.
Buscando la Pousada de Fão (Esposende)
Es muy probable que toda esta playa, la anterior y la siguiente sea la praia  de Estela. Llego a zona habitada de la playa y me pongo el calzoncillo y me lo volveré a quitar después de pasada. Después continuaré hasta el final de la playa.

El pueblo que estando con Sylvia veía al fondo y que creía que podía ser Esposende, resulta ser Apúlia. Su playa se va estrechando hasta llegar a un muro en que ya la ola choca. Es imposible continuar.  He ayudado a dos chavales a hacer un muro para que la ola no les rompa su castillo. Hago una montaña puntiaguda que culmina en chorrito de gotas con arena. Sigo adelante y observo que, alguna ola, ya ha destruido a los chavales el muro protector y está a punto de dar al traste con el castillo. Ellos tratan de defenderlo como pueden.

Trato de subir por la parte de atrás y encuentro un camino que me parece puede llevar a buen puerto, pero no me quedará otro remedio que salirme a la estrada. Intento volver a la costa y me encuentro con una pareja de mayores que me recomiendan, sobre todo ella, seguir por la estrada. Creo que tienen razón. Otra mujer, cuando le pregunto por Foz de Cávado, me responde que es lo mismo que Esposende. Éste es el pueblo principal por donde desemboca el río Cávado, pero para pasar a Esposende, tengo que cruzar el Cávado por un puente largo. Ahora, lo veo claro, pero cuando iba por allí, como no tenía mapa, el tema resultaba complicado. Si miro la lista de albergues, la cosa se complica más. Pone así: Foz de Cávado (es el nombre de la pousada de juventude)
Alameda Bom Jesus – Fão (que interpreto como nombre de la rua, aquí sería alameda)
4740-322 Esposende (que es la ciudad donde está ubicada la pousada de juventude).
La clave, para una interpretación correcta, es que, donde hay que ir es a Fão, a este lado del río Cávado. No hay que ir a Esposende que está, tras cruzar el puente sobre el río Cávado y bastante más allá. Espero que si alguien lee esto, no tendrá tantas dudas como yo y no cometerá tantos errores. Saramago también estuvo aquí; vino de Rates a Apúlia, y de allí a Fão y a Ofir; no se pudo bañar, porque el agua estaba muy fría, y le desagradó el “bullicio turístico”, entre otras cosas. La misma mujer que me había dicho que Foz de Cávado es lo mismo que Esposende, cuando veo que la señal me marca a la derecha, me dice que da igual, que puedo seguir. Y yo, obediente, sigo adelante, pero lo correcto habría sido tirar a la derecha, hacia Fão y hacia el puente sobre el Cávado que, en el lugar en que estaba, era la misma dirección. Seguí un rato en dirección contraria, hasta llegar a Ofir, donde el jolgorio era mayúsculo, propio del periodo vacacional veraniego.
Diogo, Daniela y Carolina
Cuando estoy en éstas y veo que voy mal, me encuentro con dos chicas y un chico que una vez bien enfilado, me acompañarán a la pousada. Errores, aciertos y desaciertos, me han conducido a lo óptimo. Como ya he dicho antes, Daniela, Carolina y Diogo son los que me van acompañando ¡Otro rato de mi caminada en compañía! Dejaremos el puente a la izquierda, para mañana, y me señalan cual es el monte donde encontraré los castros de Vila Chã. Los tres son jóvenes que viven en el pueblo de Fão y están contentos por vivir aquí; tienen de todo, cultural y deportivamente. Agradecido, me despido de los tres. “¡Chao!”
Pousada de Juventude Foz de Cávado
Entro a recepción, pero debo esperar porque el chico al que están atendiendo tiene algunas preferencias, no le da lo mismo cualquier habitación, desea la posibilidad de que se puedan unir algunas camas, la orientación de la ventana y alguna más; el recepcionista trata de complacerle en lo que puede; tiene buena pinta, es bien atendido y obtiene lo mejor de lo que hay. A mí me cobran 11,70€, que pago con Visa-Lector 10. Me ponen el carimbo pero será el único que está al revés, es decir, cabeza abajo. Pousada de Juventude Foz Cávado. Fão-Esposende. Portugal y la fachada del edificio. Cuando entro, sale de la piscina un grupo de chavales con Síndrome de Down y que, según un profesor, con el que hablo, mientras meamos en bolas, me dirá que hacen trabajo productivo. “Su trabajo se vende en el mercado”, me dice. Es un tema conocido por mí, tras 18 años trabajando en lo mismo, y no profundizo más. Él se ducha, yo me ducho y, ya en mi habitación, hago mi cama, lavo la camiseta, pongo a secar mi toalla. Llamo por teléfono a Sara: se hizo análisis y, en una semana, sabrá los resultados. Lander todavía no controla heces, pero ya se le puede quitar el paquete por las noches, aunque a lo mejor lo posponen de cara a las vacaciones. Me dicen que el año pasado estuvieron la primera parte de las vacaciones en Figueira da Foz y la segunda en Fão, donde ahora estoy yo, y coincidieron con la fiesta del marisco, pero era en agosto.

Aunque tarde, consigo el mapa que me faltaba
Estoy solo en la habitación y ya he hecho la cama. Confío en que hoy no tenga visitante mosquito, aunque estemos junto al río Cávado. Voy al Café Sport y pido moelas (mollejas, quizás de pollo), que me resultan algo pesadas ¡menos mal que son pocas! Como las aceitunas negras que, esta vez, son gratis y completo la cena con pastel de naranja (más cantidad que el de Espinho), más la bebida, todo por 7,60€. Bien. Pago en efectivo. Son las 21:45h y tengo la espalda algo cargada. Vuelvo paseando por el pueblo hacia la pousada. Al llegar, lo mejor es que la morenita de recepción me ha completado el mapa que me faltaba; al menos, ahora tengo hasta el río Neiva, que ya enlaza con el siguiente. Lástima que lo haya conseguido con tanto retraso. La mayoría de las personas con deficiencia mental está en el bar y, cuando subo a la habitación, el monitor que he conocido en el baño, sale con un alumno/operario y charlamos un rato de mi reforma y de mi viaje. Dice que por Irun pasó en carro: “una ciudad pequeña”, comenta. Le digo que sesentamil habitantes, la segunda en Gipuzkoa tras Donostia-San Sebastián. “Creí que era más pequeña”, corrige. Nos veremos mañana en el desayuno. Entro en mi habitación y continúo solo. La tarjeta-llave es individual y no hay que dejarla en recepción. Es un buen sistema que se podría y debiera trasladar al resto de pousadas.

Hoy ha sido un día muy intenso. Sobre todo el bonito encuentro en Terroso con el profesor de arqueología, alumnos y voluntarios en la recuperación arqueológica del patrimonio cultural portugués. También el encuentro en Aguçadoura con Sylvia y Ricardo. También bien la comida en el bar futbolístico. Para olvidar el encuentro en praia Estela (y para aprender de una mala experiencia); el caminante confía en que se cumpla la norma: Se aprende más de los errores que de los aciertos.  Buena compañía con los tres jóvenes vecinos de Fão. Y gracias a la recepcionista por el mapa que me faltaba; el ponerme el carimbo al revés es error leve, que se puede perdonar.

1 comentario:

  1. Hola Javi . me gusto mucho el relato de tu viaje. Encima que has pasado por mi pueblo Natal (Aguçadoura). Ahora vivo en España.. Málaga.
    En horabuena por tu blog.

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