miércoles, 4 de enero de 2012

Etapa 39 (99). Leirosa-praia Bon Sucesso

Etapa 39 (99). 07 de julio de 2007, San Fermín, sábado. Leirosa-Costa de Lavos-Cova São Pedro-Figueira da Foz-Praia de Quiaios-praia Bom Sucesso.

El año pasado fue el día del maligno 6.6.6 y éste, a San Fermín le toca superar al diablo con su 7.7.7. Cumpleaños de mi prima Isabelita. He puesto como final de etapa la praia Bom Sucesso, porque dormí en la praia que va de Quiaios a Palheiros da Tocha y calculo que, más o menos, hacia la altura de Bom Sucesso o del Lagoa de Vela.

Objetivo: cruzar el Mondego
Me levanto a las seis y media y para las 6:45h ya estoy en marcha. Después de la noche estrellada, el día ha salido nuboso.


Voy dejando atrás Leirosa entre bruma, calzado por la arena y me parece que surge Figueira da Foz demasiado pronto. Será un espejismo, puesto que no llegaré hasta las 9:30h.

El primer pueblo que paso es Costa de Lavos, que tiene un malecón protector que sujeta la arena del otro lado; muchos de los pueblos siguientes tendrán el mismo sistema o similar. Pregunto a un señor por un sitio para desayunar y me indica uno que está abierto, pero que debo ir por la estrada. Ni encuentro el bar, ni la estrada me convence, así que vuelvo a la costa. Siguiendo por la playa, llego a Cova São Pedro y, a partir de allí, las playas, y los diques que las conforman, son también artificiales. Hay surfistas que se preparan para salir al mar con el mismo pudor que los vistos hasta ahora; se cambian con toalla, incluso no quitándose el culero para ponerse el neopreno ¡increible! Un señor me dice que deje praia de nuevo y salga a estrada.

Le hago caso porque si sigo por la costa, llegaré a la punta de la desembocadura del río Mondego y luego deberé retroceder para coger el inicio del puente que me pasará a Figueira da Foz. Una señal indica praias: Cova, Gala y Cabedelo. Si hubiera sido más tarde, ya desayunado, habría seguido hacia ellas, ya que Cova y Gala están en la lista como Cova-Gala, de nudismo tolerado: “Enorme playa de aspecto casi virgen de arena fina, fuertes vientos, respaldada por el pinar y las dunas de Lis, alejada de poblaciones, situada cerca de la desembocadura del río Mondego, la práctica del nudismo se sitúa al sur de la playa donde está situado el Camping Orbitur, cuenta con vigilancia de playas pero no tiene ningún tipo de servicios, el acceso se realiza por la carretera EN-109 entre Tovarede y Leiria.” Como no las he visitado, no podré dar mi opinión. Paso por un centro geriátrico que tiene muy buen aspecto; ¿me habré fijado en él porque ya me voy acercando a la edad de necesitarlo? Parece que el tiempo va a mejorar.

Cruzar el Mondego para pasar a Figueira da Foz
El puente que voy a pasar tiene dos tramos diferenciados, uno antiguo, que es el primero que paso y otro más moderno que se llama Edgar Cardoso.












Retamas floridas muy olorosas me hacen recordar el olor dulzón de la flor, también amarilla, de las mimosas.






Desde el puente se ve la estructura de la ciudad y el aprovechamiento del río en los meandros, con sus piscifactorías; y las vías del ferrocarril que separan al río de la ciudad. Cuando salgo del puente, veo una señal de Correios para atrás, pero una señora me dirá que, en sábado, está fechado; me ahorro el paseo que habría sido inútil. Desayuno en Príncipe Real: descafeinado con leche y dos caracois y pago 2,45€; como,  cojo agua, me lavo, cago y escribo; todo en ese orden.

Visitando la ciudad de Figueira da Foz
Dando las 10:00h salgo a buscar Turismo. Un señor me dice que lo encontraré a cien metros del final de la calle. Paso por un lugar de venta de objetos y libros viejos y, después, por el Mercado (haciendo caso a Sara, lo visitaré luego). Turismo está en la rotonda baja y, como me lo he pasado, unas parejas jóvenes me dicen que retroceda. En vez de desandar, bajo por unas escaleritas y compruebo que no sólo no me he pasado, sino que todavía tendré que seguir adelante un rato más.


En Turismo me atiende un señor que no sabe si tiene o no carimbo; hace una llamada y confirma: “no há carimbo”; me explica en mapa por dónde llegar a PSP (Policia de Segurança Pública) y al Palacio de Sotto Maior; mapa que luego tiraré.




Entro al mercado. Veo los puestos de pescado. Me sorprende ver carapaus más grandes que chicharros, puesto que yo había entendido que se llamaba carapaus al chicharro pequeño (¿serán diferencias zonales?).














En la sección de frutería compruebo que yo en Irun compro más barato que lo que allí se oferta, claro que yo no compro en el mercado. Hago el comentario a una vendedora: “si yo, que gano más, compro más barato, para vosotros, que ganáis menos, esto es carísimo” Comentario que se queda sin respuesta. En un puesto veo naranjas feas, de casa, a 0,50cms/kg. y compro tres, que me costarán 0,25€. En el plano que me han dado en Turismo, veo la situación de las dos playas, dejadas atrás, de Cova y Gala; y compruebo dónde está la siguiente de nudismo tolerado de Quiaios y para mañana quedará Palheirão.






Un rato en la Policía
Después del Mercado, pregunto a un PSP y me orienta por otro camino distinto al que pensaba ir a su lugar de acuartelamiento; llego a un parque público y me acerco a observar cómo en un bajo urbano asan frangos aplastados entre dos parrillas. Compruebo que esa es la razón para que salgan tan ricos; también por el mejunje especial que les añaden. Con ésta, ya tengo fotos de pescado y frutas del mercado y de asador de frangos.















Ahora paso por el parque público, donde, tumbados entre sol y sombra, comen algunas familias y compañeros de viaje. Se ve que un autobús los ha dejado allí; me viene la imagen de Le déjeuner sur l’herbe y saco foto de los comensales. Llego a PSP, cuyas siglas me traen a la mente al Partido Socialista Popular, de Enrique Tierno Galván, el viejo profesor, en el que milité nueve meses, hasta que se disolvió, debido a los escasos resultados que obtuvo en las primeras elecciones, tras su legalización, de la democracia. El vigilante de la entrada me remite a la puerta de la derecha. El policía de turno está acabando de atender a una señora y yo interpreto que la otra señora está con ella, pero será un error de interpretación y tendré que esperar a que atiendan a esta segunda mujer. Aunque pongo atención al tema que trae la mujer, no acabo de entender: no sé si se queja de que en su casa se arma jaleo nocturno, por problemas con algunos vecinos; o si és ella la que tiene problemas con un hijo que es el que se porta mal. No parece que ella esté denunciando formalmente nada. El policía está en atención distendida, escucha y escribe, pero no parece que vea claro cómo resolver el problema. ¡Lástima no conocer bien el portugués! Hay un cartel que veo con espíritu crítico ya que no me gusta. Un hombre joven ceñudo y una leyenda para que las mujeres denuncien malos tratos. ¿Se trata de un rostro tipo de maltratador? ¿Quién ha tenido el valor de prestar su rostro para semejante papel? ¿Todos los que alguna vez ponemos ese ceño, entramos a formar parte del esterotipo del maltratador? Habría que conocer mejor la psicología de los portugueses para saber si este tipo de cartel es eficaz para el fin que pretende: que las mujeres denuncien los malos tratos que sufren por parte de sus maridos y parejas (¿y enamorados?). Habría que saber el número de denuncias recibidas antes y después de la campaña; y la eficacia de las medidas. En cualquier caso, la primera impresión del cartel es que no me gusta. Llega mi turno, y el policía me echa el carimbo: Policia de Segurança Pública. Figueira da Foz y, en el centro, un escudo con igual leyenda en una estrella de seis puntas.





















Paço Sotto Maior y a comer
Me dirijo hacia el palacio siguiendo el mapa, pero la torre que veo no me parece que pueda ser; así que subo y, por la carretera y tras una valla, veo el Palacio de Sotto Maior y su fachada principal, entre rejas y la arboleda colindante, con árboles singulares. Menos mal que la casa del otro lado de la carretera tiene la puerta abierta y puedo retroceder para que el Palacio entre en la foto.












El mismo problema lo tendré en la otra fachada y torre de abajo, que parece como si perteneciera a otro palacio y a otro estilo arquitectónico. Una vez sacadas las fotos, me dirijo hacia la playa.












Después de ver los apetitosos frangos asando,  elijo uno incomestible
Un matrimonio de Salamanca, con un hijo, va en dirección a la playa, así que les acompaño hasta veramar. Me despido, y sigo por la carretera de la costa. Veo la playa de Buarcos, hacia Martinheira.


El vigilante de playa está en el muro; mira a iquierda y derecha en su zona de atención, pero aunque Buarcos es playa estrecha y con rocas, costará controlar los dos extremos ¡menos mal que hay poca gente! En la foto que le saco de espaldas, se ve muy bien la leyenda de: Nadador-Salvador. Su camiseta blanca no encaja con el atuendo habitual.

Poco después, al otro lado de la carretera está el restaurante Teimoso. Ofrecen frango y yo, que vengo con la imagen reciente de los apetitosos frangos asados que he visto en el parque, lo pido sin dudarlo. No he leído la letra pequeña, pues es pollo guisado y con curry, una de las pocas salsas que me desagradan bastante; para colmo, la ración es generosa. He comido a gusto el caldo verde y a disgusto el pollo. ¡Menos mal que había cambiado arroz por ensalada, como acompañamiento! Con la ensalada quito el mal gusto del pollo y con el vino tinto que, aunque es algo ácido, sabe bueno. Arroz con leche (arroz doce), así meto el alimento que compensa el de acompañamiento del frango que he sustituido. Está algo sequito. El descafeinado concentrado está muy rico; pero le tengo que echar todo el azucar, pues me resulta muy amargo (preguntar a estas alturas si es de variedad arábiga, robusta, mezcla o con torrefacto, queda fuera de lugar). ¡A ver si me voy a aficionar al café portugués! Pago 14,75€ con Visa-Lector 10, escribo, voy al servicio, cojo agua y me voy hacia Quiaios. A tiro pasado, me planteo que debía haber comprado un frango (o medio) donde vi que los asaban o haber celebrado San Fermín por todo lo alto, con una buena mariscada. En el Centro Cultural actuó Mariza y Gilberto Gil y está anunciada para pronto otra famosa. Hoy de 16:00 a 18:00h anuncian música para bebés. Me siento joven, pero tanto como para sentirme bebé…

Una cementera me prohibe el paso
Repaso corporal: he vuelto a cagar consistente; los pies se me están volviendo a llagar, quizás por andar mucho tiempo descalzo por la arena. A última hora de la noche, tras los últimos remojones, conseguí que se me cayera la 2ª uña del pie derecho; sigue morada la 2ª del izquierdo (que se me empezó a morir hace 3 o 4 semanas) y que, creo, también se me caerá. Y la postal a Isabelita ¿cuándo la compraré? Una vez terminada Buarcos  por paseo marítimo y las playas de Figueira da Foz, voy caminando paralelo a la estrada y la costa ha empezado a ser de rocas, con pequeños espacios de arena, ahora que está la marea baja. Me han dicho que entre las dos opciones que tengo por estrada, la que va hacia arriba ascendente por la montaña y la que va a la altura de la que llevo, elija la de abajo. Pero llego a una cementera en que pone prohibido el paso y bajo por escalera en mal estado hasta la playa; un hombre que sube de la arena me dice que la prohibición es sólo para carros, pero que yendo a pie puedo continuar hasta Quiaios; así que, vuelvo a subir y paso por delante de la esplanada de la cementera, sin que ningún empleado me diga nada.

¿Percebeiro furtivo?
Hay coches que suben y bajan por carreteras que me parecen intrincadas, como si se cruzaran procedentes de lugares varios pero, como voy muy por debajo de ellas, no llego a comprender; posiblemente sea la carretera que me han desaconsejado. Cuando salgo de nuevo al acantilado, en una zona donde la montaña ha sido esquilmada ¿podría ser el lugar de donde la cementera se alimentaba?, y los restos sobrantes parece que han conformado un acceso artificial al mar, veo subir por un camino a un pescador con un saco; viene de las rocas y confío en coincider por el mismo camino que voy, cuando él llegue arriba; mi intención también es de que en mi foto salgan él y el faro. Lo he conseguido, como podéis ver en la foto.  Se trata de un percebeiro. Cuando le digo si es legal o ilegal, si hay un cupo, él me dice que el pesca con licencia. Tal como veo su comportamiento, me quedo con la duda.

Jóvenes desnudos en Quiaios, divertidos, transgrediendo la norma
Por fin salgo de la montaña esquilmada y veo la gran playa de Quiaios; me decido a bajar entre rocas por el camino más corto y seguro. Elijo estratos inclinados que me van permitiendo un buen apoyo de pies y voy agarrándome con las manos; así voy bajando hasta llegar a la arena. En el inicio he tenido alguna dificultad porque la mochila me pegaba en el escalón que iba dejando. Ya en la playa un chico está sin parar, inquieto, arriba, abajo, a derecha, a izquierda, siempre por los mismos caminos, pero, a veces, abriendo nuevos. Le pregunto si por el lado norte hay personas desnudas y su respuesta es contundente: “allí hay muchos niños y, si vas a estar desnudo, estás mejor aquí”. Aunque emplear a los niños como razón disuasoria, me repatea (yo cuando más disfruto desnudo en la playa es cuando voy con mis nietos a la Zurriola en Donostia y estamos los tres en bolas), en país distinto al mío, hago caso y atiendo lo que el joven me ha dicho y allí me quedo.





Como los estratos de piedra, al salir al mar, van haciendo de paravientos protectores, allí me desnudo y me doy un pequeño baño, pues las olas son bravas. Me seco y tomo el sol apoyado en roca inclinada.

Luego dibujo la montaña y rocas de enfrente. Para que se diferencie del fondo, sombreo el primer término, aunque sea falseando la realidad. Al rato de estar en esta playa, donde nadie está desnudo, se pondrán sobre mi roca dos parejas con dos perros peleones, pero a mí no me molestarán para nada. Pasa gente por la orilla, unos me miran, otros ni me ven, alguno se sorprende al verme desnudo, pero nada más.


Pasa hacia las rocas del sur un grupo de cinco jóvenes. Me doy un baño antes de comenzar el dibujo y cuando estoy secándome al aire, por la orilla, también hacia el sur, veo que oculto en uno de los entrantes de las rocas en estratos, con algo más de profundidad que el que yo he elegido, hay un chico en bañador que va a sacar foto con el móvil a sus  cuatro amigos que están desnudos; pregunto si él también quiere salir en la foto, dice que sí, se quita el traje de baño y les saco yo la foto a los cinco. No sin dificultad, ya que no manejo bien esos aparatos en que la pantalla hace de visor; estoy acostumbrado a mi analógica; primero tapo con mi mano el objetivo y no se ve nada; corrijo y saco, pero el 5º no ha entrado en la foto; se arrejuntan un poco y saco por fin la foto a los cinco. La ven y les parece bien.

Les digo que, si no les importa, me saquen una ellos con mi máquina; aceptan y regreso a mi sitio, donde he dejado abandonado todo mi equipaje. Vuelvo con mi cámara y me sacan una foto con dos de ellos, los que están desnudos con más naturalidad; los tres que estaban más tensos se han puesto el bañador. Con todo, la experiencia les ha gustado a los cinco; ha supuesto superar o transgredir una norma, quizás autoimpuesta. Me despido del grupo y me vuelvo a mi sitio. Cuando vuelven a pasar de regreso hacia el norte, como ya les había hablado de mi viaje, les enseño mis dibujos; alguno presta algo más de atención que otro, pero los ven rápido, ya que tienen prisa por marchar.
Otro grupo de chicos más pudoroso
En mi lista de playas, aparece la de Quiaios como de nudismo tolerado: “Extensa playa de arena fina idónea para la práctica del surf, aspecto casi virgen, con dunas en la parte Norte donde se localiza la parte de nudismo, sin apenas poblaciones cercanas excepto la pequeña Palheiros de Quiaios, respaldada por las dunas de Quiaios, no cuenta con ningún tipo de servicios, acceso por la carretera N-109 dirección Palheiros de Quiaios.”

Leido lo anterior, comprendo que la zona de playa donde estoy no es la asignada para hacer nudismo y, no estaré en ella, hasta que no llegue al lado norte, donde ya no quedan nudistas y sí muchos pescadores: Xaime, Manuel y otros. Otro grupo de chicos ha bajado a bañarse por el camino que tengo cercano; dos van con bañador y dos con neopreno; estarán mucho tiempo en el agua, así que otro que esperaba arriba, también con traje de neopreno, se cansa y baja a la orilla. Las olas les zarandean a su gusto y disfrutan dejándose arrastrar; al de bañador rojo y, algo menos al otro, el arrastre de la ola le baja el bañador, con el clásico juego de “enseño el culo, pero no soy yo, que no lo quiero enseñar, sino es la ola la que me lo baja”; un juego que permite lo que el ordenamiento moral social no autoriza, pero la ética individual se salta. Cuando el sol empieza a perder fuerza, hacia las 18:30h, me visto y sigo orilla adelante, hacia el norte, en dirección Palheiros da Tocha. El grupo de cinco bañistas continúa en el mar.

Una playa interminable en la que dormiré
Voy vestido y entro en zona civilizada; pregunto al nadador-salvador, que está haciendo arrumacos a su chica, si todavía está en horas de servicio; me responde: “hasta las ocho”, así que le pregunto “¿cuántos kilómetros hay para llegar a Palheiros da Tocha?”;  no me sabe responder y me dice que pregunte a sus compañeros, que están al final de la zona vigilada. Cuando llego, veo un grupo de chicas y chicos y localizo al nadador-salvador, que está bajando de la caseta hacia ellos; me doy prisa para abordarlo antes de que llegue al grupo. Se llama Pedro y me dirá que hay unos 12km, pero no sabe si estará suficientemente bien señalizado, como para que, desde la playa, me entere de cuándo llego (temo que me ocurra lo mismo que con praia do Fausto, que me la pasé sin enterarme). La playa que viene a continuación es propicia para el nudismo, en realidad es ésta la praia nudista tolerada de Quiaios, pero sólo veré a un chico desnudo en la lejanía que, cuando me estoy acercando ya se ha vestido y viene de regreso; me dice que durante el día ha habido algún nudista, pero pocos y que, hacia Palheiros da Tocha no veré más que pescadores. “Boa tarde”, voy diciendo a los pescadores que paso y voy dejando atrás, hasta que llego al primer pescador tumbado de todo el viaje. Se trata de Xaime; me dice que está cansado. Cerca de él pesca otro (quizás su pai) y cuento a Xaime mi viaje y le enseño mis dibujos. Me dice que estoy cerca del lagoa dos Tres Braços, así que le muestro mi preocupación por los mosquitos (ya tenía bastante con las pequeñas hormigas). Me dice: “el lago está lejos y no tendrás problemas”. Me despido de Xaime y sigo andando; voy comiendo pipas de calabaza. Llego posiblemente hasta la altura del siguiente lagoa da Vela, y decido subir a la duna e inspeccionar. Como Xaime me ha asegurado que no habrá viento y que tampoco va a llover, me protejo, pero poco. Aunque está algo inclinado, no me preocupo de igualar el terreno, para no despertar, aunque no veo, a ninguna hormiga. Coloco un trozo de aglomerado para apoyar la almohada y posiciono mi cabeza hacia tierra y los pies hacia el mar. La arena está algo dura, pero últimamente estoy hinchando bien la esterilla. Me acuesto para las nueve y las primeras hormigas que aparecen las liquido aplastándolas con dos dedos; me sorprendo de mi habilidad con la mano izquierda (habitualmente mi mano tonta). Disfruto de la caída de la uña del pie, que hasta ayer se me enganchaba por dentro del saco.
Hoy día tranquilo, con tiempo de dedicación a ciudad en la mitad del día, con experiencias interesantes como: el Mercado, la policía PSP, los aspirantes a nudistas y un sueño reparador. No he visto toros de San Fermín en ninguna tele y el mayor error ha sido no comprar pollo en el asador y no haber prestado atención, pensando en los que había visto, al que me ofertaron guisado y con curry.

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