miércoles, 4 de enero de 2012

Etapa 14 (74). Cordoama-Carrapateira

Etapa 14 (74). 12 de junio de 2007, martes. Cordoama-Barriga-Murração-Amado-Carrapateira.


Durmiendo con bichitos y tizne
Me levanto a las 6:30 y para las 6:45h ya estoy en marcha; según pasan los días voy siendo más diestro en la recogida de saco y esterilla. Infinidad de bichejos con muchas (entre 10 y 20) patas, que no son ni ciempiés, ni bichos bola (los que tienen forma oval alargada cuando andan y luego se enrollan; seguramente los que inspiraron los "backugam”).

He salido algo tiznado, ya que había restos de vegetales quemados en el lugar de la playa donde pernocté. A las 7:00h llego al lugar donde me entero que estoy en la playa de Cordoama; allí me encuentro con un artilugio de salvamento con cuerda enrollada en polea e instrucciones de primeros auxilios; la cuerda finaliza en un salvavidas circular clasico.









Manuel, jubilado, cogiendo isca (cebo)
Pasado este lugar, la playa continúa y es larguísima, pero esta parte última tendrá otro nombre: Barriga y, llegando al final el acantilado no me dejará seguir y me tendré que meter a camino interior. Eso es lo que me dirá Manuel, que está cogiendo isca (cebo vivo) para pescar. Manuel está reformado (jubilado) y cobra poco más de 300€ al mes, así que no le queda otro remedio que ayudarse con lo que puede; el gobierno no les prohibe que tengan este tipo de actividades complementarias de su exigua pensión. Me despido de Manuel “¡que tengas suerte con la pesca!”, le digo y, cuando salgo de la playa hay un coche con surfista durmiendo dentro y con la puerta de atrás abierta; cuando paso, encoge primero una pierna y, luego, estira las dos dentro del saco y continúa durmiendo.


Cerca está una moto, creo que será la de Manuel y, ya avanzando en el camino, encontraré seis autocaravanas o furgonetas adaptadas a los surfistas; una melena rubia acaracolada se apoya en la ventana, la mayoría no parece que sean portugueses. A las 7:30h abandono la playa y subo por camino de polvo y piedras; a las 7:45h meo y me quito el jersey y, sin más, aparece un camino empedrado, que será un espejismo, pues apenas durará nada ¿qué sentido tiene este trozo de camino? Yo voy con mis sandalias de agua, ya que no me coinciden con la rozadura que me hicieron las otras sobre el tobillo. Voy por un camino que me lleva, casi recto, a una casa particular: tienen un barco en el recinto; pero el camino no continúa y retrocedo hasta que llego a un cruce. Al poco de meterme en dirección al mar, oigo el ruido de un motor, lo cual me lleva a retroceder al cruce. Es Manuel en su moto y me dice que por allí no siga y que debo subir primero y después bajar hacia Murração. Le vuelvo a agradecer su información y me despido definitivamente de Manuel.











Playitas previas a Murração
No sé si la primera playa a la que bajo es Mouranitos, o si es la segunda; en cualquier caso ambas son pequeñas y coquetonas, como para estar a gusto con tu pareja, o con un grupo amigable.





De nuevo veo la planta malvada que ayer me masacró, la que será estera, luego cistos ladanifer y, finalmente, jara. Después de hacer una copiosa deposición en el monte, veo la primera playita que me invita a  bajar y darme el primer baño del día; según estoy bajando, un pescador cruza de las rocas norte, y pasa por la arena, hacia las rocas sur; para cuando llego abajo y le quiero preguntar, ya está al otro lado, muy arriba, instalada su sombrilla y pescando en la punta; ¡paso de subir! Me doy dos o tres baños más y vuelvo a ascender por la siguiente montaña.












Voy un rato llaneando y veo a un surfista que va montaña abajo con su tabla, en un lugar en que, desde donde estoy, no veo ni playa ni nada, pero le veo bajar tan embalado que pienso que algún acceso a playa próxima habrá. Hasta aquí, la película que yo me hago. La realidad es que, cuando llega abajo, veo cómo utiliza la tabla para pasar de unas rocas a un islote que, al que sin ella, no podría acceder, y allí se instala para pescar, en la punta más extrema, con el material de pesca que llevaba junto a la tabla y que yo no veía. Así que, como le he seguido con la convicción de que me llevaría a la esperada playa de Murração y esto no ha ocurrido, y estoy aislado, lejos de él como para gritar y preguntarle, y como me encuentro en unas rocas, las bordearé hasta el final y, rodeándolas, llegaré a un lugar próximo a playita pero que, para acceder a ella, debo desnudarme, saltar al agua, pasar la ropa y la mochilita a la arena, retroceder, volver a subir a la roca, coger la mochila grande, saltar de nuevo, ahora ya sabiendo lo que cubre e ir nuevamente a la arena a dejarla. Un rato de baño y de sol y me decido a inspeccionar, para ver lo que hay al otro lado del cabo.

Praia de Murração
Dejando todo en la arena, ya que es muy improbable que baje nadie y le de tiempo a llevarse nada, voy por las rocas del norte a ver lo que viene después. Sin equipaje, ni ropa, ando divinamente por las rocas. Cuando doblo el cabo, veo una gran playa que, ésta ya sí, será Murração; aunque yo todavía no tengo la certeza de que lo sea. Cuando llego al otro lado, todavía por las rocas, veo que hay alguien pero, entre que me tiro al agua y llego, la persona o personas que estaban ya han desaperecido; ¡huyendo de Robinsón, supongo!


Disfrutando de praia Murraçao
Ahora, ya por el centro de la playa, veo que dos ciclistas salen de ella. Sin poder preguntar a nadie, regreso para recoger mi equipaje. Tanto a la ida, como a la vuelta, y en el tercer pase, iré pisando por las mismas y, a la vez, distintas rocas. Me acomodo cerca de unas cuevas y próximo a la orilla donde, con arena seca, es donde más fresquito se está.
Llegan dos coches, algunos se bajan, miran, se vuelven a  montar y se van. Luego llegará otro coche, del que bajará un pescador, quien me confirma el nombre de la playa. Me alegra porque me gusta saber dónde estoy y porque es una playa en la que estoy a gusto; es la última que pertenece a Vila do Bispo y es de nudismo tolerado y, algo más accesible que las anteriores porque tiene también acceso por camino de tierra y el aparcamiento junto a la playa; por tanto, se supone que en plena temporada estará más concurrida. También me dirá el pescador que Carrapateira está al otro lado de la montaña. El pescador se va y seguiré solo un rato, hasta que del lado por donde luego me marcharé aparece un chico; se va al fondo, no se desnuda, medita y regresa. También llega un chico que ha dejado el coche arriba y, con traje de neopreno y equipo de pesca submarina, se mete al mar a pescar; dice: “A ver si cojo algún sargo, porque robalos hay pocos por aquí”. “¡Suerte!”, le deseo; y hace su inmersión. Otro día sabré que el robalo es lo que nosotros llamamos lubina y, en euskera, lupina (pronunciado lupiña). Contrastado con expertos, algunos opinan que son especies distintas. Al rato llega un hombre con sombrilla; se instala, quita el bañador, ¡por fin, ya somos dos!, y se da crema protectora, pues está muy blanco. Me confirma lo que pensaba, que en julio suele estar la playa hasta los topes. Puesto que hoy no he tenido ocasión de desayunar, ya que ni en Telheiro, ni en Ponta Ruiva, había chiringuito, como dos tubos de sésamo y miel. Cuando el otro meditabundo regresa, me recomienda que vaya a Carrapateira por el aparcamiento central, pero yo no le haré caso y ascenderé la montaña para tratar de comer en praia Amado y, aunque se está bien en esta playa, hacia allí me dirijo. Cuando empiezo a ascender la montaña, otros submarinistas se preparan para pescar, tienen también aparcado allí su coche; a uno, al que le he empezado a contar mi viaje, le acompaño hasta la orilla y me desea suerte; cuando subo de nuevo,  el compañero sigue con los preparativos, pero se le ha debido de olvidar algo importante en casa. Yo sigo ascendiendo la montaña y llego a una casa que, cuando la veía desde la playa, me parecía una ermita. Es de líneas muy sencillas, pero por dentro da la sensación de estar a todo confort y, además, está situada en un lugar privilegiado, con magníficas vistas. João me indicará el camino más adecuado para bajar a praia Amado y me dará algunas indicaciones para cuando llegue al Baixo Alentexo que, aunque ya las tenía, recibidas de otros, le agradezco. Él, y los que le acompañan, me desean suerte en el viaje.

Praia Amado. Escuela de surf
Cuando llego a esta playa, que no está en mi lista, y no hay desnudos, ni en un extremo, ni en el otro, así que ni autorizado, ni tolerado, veo que está totalmente cribada y, por tanto, limpísima y hasta la bandera de surfistas. Hay exceso de viento, adecuado para vela y kite-surf. La comida que ofrecen es acorde con el colectivo al que sirven, es decir, lo que yo llamo comida de plástico: sandwidches, hamburguesas, franckfurt, etc. Menos mal que en el chiringuito han hecho sopa y me la ofrecen. Una chica extranjera me ha dicho que en los dos chiringuitos los productos y los precios son similares, que ambos pertenecen a la Escuela de Surf. La sopa está muy rica y agradezco que me la hayan ofrecido y la hamburguesa, como casi todas; me la como y bebo una cerveza (7,80€).
Carrapateira-Bordeira. Nuevo encuentro con naturistas del Algarve
La misma chica me dice que para ir a Carrapateira siga la carretera de abajo; quizás debiera haber matizado que quería ir a la playa, pero terminaré en el pueblo; en realidad, Carrapateira es una freguesía de Bordeira, que es donde está el Concello Municipal; me lo ha dicho una madre con niño, a la que he preguntado. Para echar el carimbo, me remiten a la igreja (iglesia), que con suerte estará el cura, pero llego a ella y está fechada. Toco las cuatro aldabas de las cuatro puertas, ¡hay que tener aldabas!, sin ningún resultado. En la tienda de artículos de surf, un chico muy amable me dirá que no tiene carimbo, que lo tienen en la otra tienda, que está en Bordeira. Me voy hacia la playa que, según el mismo chico, es la misma y recibe los dos nombres. Desde el pueblo, un señor me señala los lugares hacia la playa donde están dos restaurantes, para que a la hora de la cena no tenga que volver de nuevo hasta el pueblo. Me dice que el más próximo al pueblo se llama Cabrita, que es el más caro y no el mejor y que vaya al más próximo a la playa. Cuando paso por el Restaurante Cabrita, me doy cuenta de que no he preguntado si en el pueblo hay teléfono público o no, pero ya no voy a regresar; lo haré al atardecer; una chica, que lleva silla con niño, me confirma que lo hay. Con esa tranquilidad, sigo a la playa. Como no cenaré allí, ni me fijo en el menú que ofertan. Pero el segundo restaurante está fechado, no sé si por descanso semanal o por ferias, así que no tendré alternativa a Cabrita.

El trazado de la carretera me irá llevando al acceso natural a la playa, pero yo que la llevo viendo desde hace un rato y no puedo pasar porque delante de la duna hay una lengua de mar, que se vuelve marisma, me impaciento e intento atravesar por el agua; aunque me recojo los pantalones al mínimo, me doy cuenta que si sigo se me van a mojar, así que regreso a la orilla, me quito pantalón y calzoncillo y paso divinamente; sólo se me mojarán los pelillos de los huevines. Sigo con las sandalias de agua, y me las quito al subir las dunas que, teniendo poca vegetación, es decir, no siendo duna consolidada, me dan la impresión que serán dunas de mucha movilidad, siendo como es, zona en que sopla mucho el viento. Como sé que en esta playa el nudismo está tolerado, y como por la duna no va gente, sigo con mi atuendo, aunque compruebo que la gente, que anda por la playa y pasea por la orilla, va con bañador.


Cuando llego a las primeras rocas, donde ya la playa se estrecha considerablemente, intuyo configuración de playa nudista y se confirma al ver a un hombre, que está tapado con toallas, cómo se despereza de la siesta y se levanta desnudo; pero sigo adelante y todos los que pasean por la orilla o regresan, vienen vestidos o con bañador. Me resisto a irme más lejos y, ya de regreso, veré a un chico que me lo había tapado una roca y no le había visto al pasar, que está con sombrilla, medio adormilado y desnudo.

 No retrocedo más; me coloco a prudente distancia y me doy el primer baño de la tarde. Doy paseos en las dos direcciones, sin ir demasiado cerca de la zona textil, ni demasiado lejos hacia Bordeira, puesto que esa será la dirección que tomaré mañana. Me baño varias veces. El chico de la sombrilla se despierta y se pone a oír música con cascos muy aparatosos.


Me pongo a dibujar y, así, haré mi tercer diseño. Soy tan discreto que casi lo saco de campo por el sur. Luego pienso que debiera haber aprovechado para hacer un dibujo de olas rompientes. Lo dejaremos para la próxima ocasión. El chico decide bañarse y yo también; como él se queda más tiempo en el agua, al regreso le pregunto por el nombre de los lugares que se ven a lo lejos, hacia el norte, por donde pasaré mañana; y me responde que no sabe. Como me da la impresión de que no le agrada iniciar conversación conmigo, le dejo estar. Se ha mostrado tan púdico, cubriéndose con la toalla, que me cuestiono el tipo de nudista que pueda ser. Todos tenemos nuestras peculiaridades. Al rato, aparece otro, Fernando, con camisa, toalla y mochila; al pasar por mi lado, le saludo, pero se ve que va buscando algo distinto. Seguirá adelante ya que van dos chicas, pero decide regresar. Observa a mi vecino y decide desnudarse hacia el otro lado de donde estoy yo. Se acerca al agua, pero no se baña. Una pareja hetero (?) se pasea desnuda por la orilla y se encamina hacia el final de la playa. Fernando, que no ve cómo entrar al de la sombrilla, se acerca a mí, como único remedio a la alternativa de quedarse solo y, así, nos pondremos a charlar. Vive en Lisboa, a donde regresará más tarde. Le cuento mi viaje, pero él poco me contará. Sobre las 18:45h decide marcharse, así que me daré el último baño y le seguiré, pues quiero volver al pueblo, telefonear, cenar y volver a dormir sin que esté oscuro del todo. Lo tengo todo bien calculado, pero todo se irá complicando. En primer lugar, veo gente en unas rocas y, cuando estoy llegando, oigo que me llaman "¡Gavier!". Son los que reivindicaban As Furnas para naturismo, Emilia, Álvaro (presidente de la asociación) y otros más; no están ni la chica muy delgada, ni los dos jóvenes que sacaban las fotos. Álvaro es el que me ha llamado, el que se levanta y me saluda; me equivoco y llamo Elisa a Emilia, pero me perdona el error. Me enseñan la cosecha: muchos mejillones, algún percebe (que está prohibido coger) y una caracola (me dicen cómo se llama, pero no lo retengo). Como es natural, están todos desnudos, pero su concepto de naturistas se tambalea, ya que más bien parecen depredadores. Una cosa es vivir de lo que la naturaleza ofrece y otra esquilmarla; si se ponen normas para la recogida de percebes, será para proteger la especie, pues también sabemos que a los pescadores autorizados les imponen cupos. Supongo que tendrán argumentos que lo justifiquen y que el concepto de naturismo sea más amplio. Yo insisto en que prefiero definirme como nudista, sin más; lo que me gusta, siempre que puedo, es estar desnudo; también me gusta comer vegetales, pero no soy extricto con la alimentación. Me despido del grupo, ya a dos días de salir del Algarve, hasta que la vida nos de otra oportunidad de encontrarnos.

Encuentro con Geli y Jose Martin
Sigo desnudo con las mochilas y, cuando me acerco a la gente, me pongo el calzoncillo. Me voy acercando hacia unas escaleras, pues no quiero volver por la marisma por la que he pasado al venir y, al llegar a la base de las mismas, me doy cuenta que justo por delante del arranque pasa un río que es el del desgüe de la marisma. Como no es muy profundo, me viene muy bien para quitarme la arena, vestirme y calzarme las sandalias. No sé cómo me enteraré que lo que yo creía marisma, es la anchura que coje el río Carrapateira antes de su desmbocadura, que es donde estoy. Cuando subo las escaleras, allí está la carretera, y se desencadenará un torrente de saludos. Hay dos coches con matrícula española y otro, portuguesa. Primero me saludan María Ángeles y Jose, de Murcia que, al contarles mi caminada, deciden sacar una foto para el recuerdo (“si es que se ha cargado la batería”, dirán); colocan su máquina sobre el capó de su coche y un disparo automático nos registrará a los tres. Les doy mi correo y me la mandarán. Sigo, arrancan y cuando pasan por delante de mí, me dicen que no me pueden llevar ya que no tienen los asientos de atrás; es probable que sea el espacio que utilicen para dormir. Les digo que, aunque los tuvieran, tampoco me montaría, pues mi “a pie” es a pie. Este encuentro, tan simplin y corto, continuó en una amistad que perdura; como veréis. En 2008 estuve con Jose Martin, en Cartagena, en mi periplo andaluz-murciano. En 2009 arranqué de Murcia, dormí en su casa, y conocí a sus hijas Ainhoa y Carmen y, desde entonces, cuando estoy por la zona, tratamos de vernos, aunque no siempre lo conseguimos. Al otro coche hispano no le hago ni caso pues, entre el encuentro con los naturistas, y ahora con los murcianos, voy a volver a la playa ya de madrugada; sin embargo, cuando me adelantan, les pregunto “¿de dónde sois?” y “de Donosti”, es la respuesta; “y yo de Irun”, respondo; ¿cómo no me voy a parar? En la parte de atrás, me señalan al perro; “aunque hubiera sitio, tampoco montaría”, les digo y agradezco la buena intención. Al día siguiente, creo que llegando a Aljezur, en el parque natural del Sudoeste Alentejano e Costa Vicentina, me pareció que me volvieron a saludar desde su coche. Y ya, para terminar mi tarde de saludos y despedidas, veo pasar el coche de Fernando, que ya regresa a Lisboa, y también nos despedimos y él deseándome buen viaje. Fernando se irá en su coche, y yo en el coche de San Fernando, un ratito a pie y otro andando.

Mi noche en Carrapateira
Cojo la carretera hacia el pueblo, ¿habría que decir la freguesía? Y al pasar por Cabrita, veo el menú y los precios pero, como tengo intención de comer algo en la plaza, y como ya me habían dicho que era caro, ni siquiera me paro a leer. Al llegar a la plaza, enseguida encuentro el teléfono y hablo con Sara: Lander está mejor, pero no cede la fiebre. Sara está contenta, porque ha sacado adelante el curso con dos nueves y cuatro ochos. También me da la noticia de que ha muerto Enrique Lartundo Castro, (siempre fue don Enrique, mintras trabajé para él) el que fuera gerente y accionista de la empresa de Fundiciones del Estanda S.A.,de Beasain, donde trabajé 24 años. Desde aquí mi pésame a su viuda Dolores Sangrá, (siempre doña Lola) que también fallecerá durante el período de mis viajes peninsulares. Pregunto en un chiringuito por jantar (cenar) y me mandan a Cabrita; así que no va a quedar más remedio que ir allí. Un camarero joven y muy repelente, por sus movimientos, sus maneras de servir, con mucha meticulosidad en la colocación de los cubiertos; es de esas personas que estás deseando que te traiga lo que has pedido y que se quede lejos de tu vista. Me atenderá enseguida, pero la sopa de peixe tardará una eternidad; será la sopa más flojita de las que he comido. Luego llega el frango al que acompaña el piri-piri, un aceite picante que, por primera vez, probaré (cuando escribo, digo para mí: “todavía no me ha despertado la almorrana”); aunque el pollo no tiene el sabor de otros días, es una buena ración y con abundantes patatas; para finalizar me hago una ensalada de, casi todo, lechuga, con una sola rodaja fina de tomate y otra de pepino, sin nada de cebolla; la más flojita, también, de las ensaladas. Y, para remate ½ de tinto corriente, me cuesta 4,50€; además, no me aceptan Visa (15,50€) pago, cojo agua del lavabo y me voy. Al salir, veo que ha oscurecido bastante y se ve poco, en especial porque, por el lado del mar, se ha cubierto de nubes amenazantes. En  Cabrita me he vuelto a encontrar con la extranjera de Amorosa, y algún compañero más de la hamburguesería, y me ha saludado; ahora cuando paso por la casa-dormitorio de la escuela de surf, vienen dos jóvenes a los que pregunto si lloverá esta noche (“rain/watter”) les digo, pero, o son jóvenes cortitos, o no quieren hacer el esfuerzo de tratar de entender. Parece que, finalmente, me dicen que no lloverá (o es lo que a mí me interesa entender) y, aunque había pensado dormir en la zona nudista, al llegar tan tarde, decido que me quedaré a dormir en la duna y me olvido de la idea de buscar algo bajo techo. Menos mal que ya había hecho el recorrido por la tarde, y así ahora puedo hacer el mismo recorrido con cierto automatismo: desnudarme de la parte de abajo, llegar a la vaguada, montar la cama entre dunas para protegerme del aire; todo lo hago con la pequeña claridad que resta del día y me las veré felices si no llueve. Coloco las mochilas en la cabecera, la zona que me queda más desprotegida del aire, y acertaré, porque va a ser de allí, de donde sople el aire por la noche. Al principio de la noche no había aire y, tampoco, al amanecer; sin embargo, de madrugada, soplaba lo suficiente como para resultar molesto. A pesar de todo, duermo bastante bien y sólo he tenido que arrejuntar las dos mochilas para anular la franja que había dejado entre ambas. Al ser tan fina la arena de la duna, el aire la levantaba con mucha facilidad, así que no me ha quedado más remedio que meter la cabeza dentro del saco; así, la arena no me ha molestado, en absoluto. Si me ha rebozado como una croqueta, tampoco ha tenido importancia, ya que siendo tan fina, cae por sí sola al levantarme.
¿Qué he aprendido hoy? Parece que ya me voy afianzando en el viaje, como que estoy más receptivo, soy más intuitivo, menos preocupado de cosas superfluas. Que cualquier encuentro, por simple que sea, puede tener continuidad en el tiempo (hoy Geli-Jose Martin). ¿Por qué los murcianos y no los donostiarras o el lisboeta? Que, aunque me habían dicho que era caro el Rte.Cabrita, he hecho bien en no dejar de cenar y, además, no ha sido para tanto (si quitamos el vino). Que con el acto depredador de hoy, la impresión que me causaron los naturistas, confirma mi decepción. Que no debo seguir a nadie antes de saber a donde va; con todo, el error de seguir al pescador de la tabla de surf, no ha sido grave, ya que me ha colocado a unos pasos de la playa que buscaba. Que sigo pensando que la gente es más amable que lo que algunos creen; en general, siempre que pueden, te ayudan.

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