miércoles, 4 de enero de 2012

60.2 Introducción a Portugal

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60.1 VIAJE POR LA COSTA PENINSULAR IBERICA
2007: COSTA PORTUGUESA.

60.2 INTRODUCCIÓN A PORTUGAL.

Cuando en julio de 2006 llegué a Portugal, primero a Valença do Minho y, después a Caminha, ya en la costa y algo más al sur, tenía intención de que éste último fuera el lugar de partida para el año 2007. Unos meses antes de iniciar la caminada, se me ocurrió consultar sobre el viaje a portugueses que yo no conocía, pero que tenían un restaurante en Irun y de los que me habían hablado; así entré en contacto con Dino y con su madre Luzinda y, de aquellas conversaciones, surgió la idea de invertir el itinerario. ¿Qué razones poderosas hicieron que tomara esta decisión? En primer lugar, empezar por el Algarve, la zona más turística de Portugal, más incluso que Lisboa, suponía caminar por sus costas al inicio de junio (el 1 de junio entré por Vila Real do Santo António y el 15 de junio saldría de Odeceixe); esta fue la razón principal; de no haberlo hecho así, habría estado caminando por el Algarve en la segunda quincena de julio, en plena vorágine veraniega. La segunda, vino derivada de hacerlo, y comprobar que es más conveniente caminar con el mar a la izquierda. Me explico: Cuando caminas por la playa, el paseo marítimo o por un sendero por el acantilado, apenas hay diferencia si se va en una dirección o en la contraria; pero, cuando se sale obligatoriamente a carretera, es mejor llevar el mar a la izquierda y caminar por donde recomiendan las normas de circulación, es decir, por el arcén en que vas viendo los coches de frente y sin perder de vista la costa; al hacerlo así, se pueden observar los caminos que aparecen en dirección al mar, para tomarlos si conviene. Al hacerlo así, el camino por la costa portuguesa produjo una carambola imprevista: volvía a hacer el Camino a Santiago por la costa, esta vez, la de Portugal; aunque este camino ya sería sin la servidumbre de los albergues oficiales de 2006 (los que usé entre Irun y Ribadeo), que te obligan a hacer un número determinado de kilómetros en función de la distancia entre los mismos, y con la ventaja de haber aprendido a dormir en playas sin temor. Además, Dino me proporcionó unas pocas frases para hacerme entender en su tierra: “Estou de passagem”; “venho o estou a facere uma caminhada para conocer a costa portuguesa”; “podesme dizer o caminho para o Museu / a praia…” Cogí la credencial en la Catedral de Sevilla, pero, el primer sello, ya caminando, me lo echarían en la Terraza Miramar, en La Antilla (Huelva), en enero del año siguiente, en mi primer viaje con el Imserso a Matalascañas (también en Huelva). Como, al llegar a Ayamonte, me di cuenta de que había omitido echar el primer sello del camino, dejé un hueco que, así, quedó subsanado. Llevaba otra credencial, ésta obtenida en Irun, para continuarla cuando la de Sevilla se completara. Si bien no tenía intención de volver a Santiago, aunque otro encuentro, esta vez en el tren Vigo-A Coruña, con una uruguaya, de la que ya os hablaré, mi amiga Sara Volpe, estuvo a punto de llevarme de nuevo ante el santo, seguí cogiendo sellos para la credencial, puesto que ya había adquirido el hábito y, conseguir alguno de ellos, tuvo su encanto (como en la Cámara Municipal de Matosinhos, en donde me confundieron con un indigente; ya lo contaré en su momento). El sello más bonito, a dos colores (rojo y negro) me lo pusieron en el único albergue del Camino Portugués que visité, en San Pedro de Rates. En  Castelo de Neva, el carimbo será troquelado. El de Caminha, el último pueblo de Portugal, será el más sencillo. El último, en el Concello de A Guarda, el 24 de julio, víspera de Santiago, día en que di por finalizado mi periplo portugués.

Como ya habéis visto, no soy reacio a alterar mi programa, si hay razones que lo aconsejen. También reduje el peso de mi equipaje y la cantidad de kilómetros en las primeras jornadas. De nuevo mi estrategia de inicio para la continuación del año siguiente no daría resultado. El plan era el siguiente: Tren Irun-Madrid por la mañana y tren Madrid-Sevilla, por la tarde, coger credencial en la Catedral, dormir en el Albergue juvenil, desayunar y coger autobús a Huelva, comer con mi amigo Eduardo Rodrigo. Por la tarde conocería a su esposa, Viki, entonces en estado de gravidez; me acompañaron al autobús y en él fui a La Antilla, donde empezaría mi viaje. ¿Por qué La Antilla y no Ayamonte? Quería llegar a la zona de Nueva Umbría, que es como decir, enfilar la playa en dirección contraria a Portugal y situarme frente al Rompido y El Puntal, donde pasaría la noche, de tal forma que, el año siguiente, evitaría toda la marisma y el río-mar que los separa e iniciaría el camino desde El Puntal hacia Punta Umbría. Éste era el proyecto que, de nuevo en 2008 sería alterado, por un nuevo cambio de criterio, más estratégico y de cara a los futuros encuentros; para cuando me preguntaran en Andalucía o en Murcia, “¿de dónde vienes?” Y hacer más sencilla mi respuesta: “vengo de Portugal”.

Como dice Saramago en Viaje a Portugal: "Nadie es viajero si no es curioso" (pag. 86). Yo amplío: nadie es lector si no tiene curiosidad por lo que se escribe. Es por esa razón, que os invito a acompañarme en mi camino con el deseo de que lo disfrutéis virtualmente, tanto como yo lo disfruté en su realización.

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